•Unica Parte•

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Sentir el frío del mármol convertir sus manos y rodillas en hielo era una sensación repetitiva para Seungkwan. Se había acostumbrado a pasearse de aquí para allá usando sus cuatro extremidades.
Los días lunes para el desayuno, el Doctor Kim acostumbraba a visitar a la Señora y Señor Boo, quienes semanalmente rogaban por respuestas.

Desde que Sengkwan tenía uso de memoria, sabía, gracias a Thomas, que los niños pequeños no debían espiar las conversaciones de los mayores. Sin embargo, si él oía su propio nombre salir de los labios de los que platicaban, ¿Eso no le daba derecho a entrometerse?

—Podrían volver a hacerle exámenes, ¿No? —habló Madre.

Seungkwan se movió hacia su izquierda. Por lógica, podría ver mejor al Doctor que estaba a la derecha.

—Lo hemos hecho ya cuatro veces —dijo padre, pasándose la mano bajo la barbilla.

—Estoy temeroso de que el pequeño no quiera cooperar porque tiene miedo —aportó, esta vez el profesional.

—¿Entonces? ¿Que podemos hacer?

Antes de que Seungkwan pudiera oír una contestación para su madre, ya tenia un par de manos tapándole la vista. Un par de manos que el apreciaba demasiado.

—¡Te atrape! —dijo Thomas.

El niño comenzó a reír mientras gateaba lejos del mayordomo. Thomas conocía a Seungkwan mas que a su propio hijo, ademas del hecho de que él era mayor, Thomas pasaba mas tiempo a cuidados de Seungkwan que de su único hijo.

—¡Déjame! —gritó entre risas.

Thomas lo tomó en sus brazos mientras las carcajadas del pequeño se hacían mas y mas continuas. Comenzó a subir los escalones con el chico de 10 años pataleando para que lo soltase.

—¡Llévame con abuela! —demandó el menor.

El mayordomo dejó al pequeño en la puerta de su habitación una vez llegaron al segundo piso. Hace algunos días atrás a Seungkwan se le había prohibido ver a su abuela, y la razón partía el corazón de Thomas.

—Ella está durmiendo ahora —dijo abriendo la puerta del cuarto.

—¡Siempre duerme! —se volteó y gateó hasta su alfombra, donde varios libros lo esperaban.

Thomas arregló la cama del menor y abrió la ventana para dejar que el viento entrara.
100 páginas no era demasiado, pero Seungkwan aún no lograba terminar el libro que la profesora de español le había dado.
Suspiró rendido cuando se encontró con una palabra desconocida.

—¿Que es... sal... saltim... banquis? ¿Thomas? —quizo saber, repasando el párrafo para intentar comprender.

—Pues... Un acróbata equilibrista —dijo simple, estirando la ultima manta sobre el edredón de Seungkwan.

—¡Como Hansol! —afirmó.

—¿Como Hansol? —se extrañó y se acercó mas al menor.

—¡Si! Tu dijiste que él puede caminar, correr y saltar —alzó sus manos y miró al techo con esperanzas, como si quisiera alcanzarlo—, y que tiene 10, igual que yo. Debe ser acróbata, porque yo no puedo.

Thomas miró al pequeño con lastima. Él había apoyado a los señores Boo en todo, pero seguía oponiéndose a que aislaran a su propio hijo del resto del mundo.

—Él debe ser muy genial —continuó, dandole vuelta a la pagina y volviendo para contemplar el dibujo en esta.

—Lo es —sonrió.

Saltimbanquis • VerKwan (One Shot)Where stories live. Discover now