Una noche escuché a la luna llorar,
¿Pasó algo amiga, porqué no puedes parar?
Entre sus sollozos me respondió: «verás amiga, acabo de perder a mi amor»
Ella, a duras penas, intentaba ahogar sus lamentos que a una tormenta iban a despertar.
No llores más, dulce amiga, la noche es joven y tu eterna ¿En serio vale llorar por esta pena?
Quizás mis palabras la hicieron enojar, porque desde su cielo me hizo saber que no me lo iba a perdonar.
«¡Tú que sabes del amor, pobre humana absorbida por su propia monotonía! No vives para nadie ni para ti misma»
Dicho esto mi amiga luna se volteó para ya no regresar, te extrañaré amiga, susurré cuando vi al joven solar.
«¿pasó algo con luna, pequeña?»
Susurró como primer cántico del día.
Nada y todo, joven solar- le respondí a media vuelta para regresar-¿Se me puede permitir preguntar?
Sonrió como si me afirmara «¿Cuál es la duda, pequeña?»
No me estaba previsto vacilar, pero sin más se me ocurrió pronunciar: ¿Es posible amar y querer a alguien, en particular, sin tener que salir de la monotonía habitual?
Solar brilló más de lo normal «¿Qué pasó, pequeña, tienes miedo a amar?»
No-quería contestar-pero prosiguió
«puedes querer, pero no amar, es lo mismo a pisar tierra para no saltar»
No entiendo-confesé
«ya casi acaba mi turno, solo te digo que para querer amar solo debes manejar tu monotonía a algo menos habitual»
Solar giró y giró queriendo desaparecer con el atardecer
¡Espera, espera! ¿Luna me perdonará?« nunca logro enojarme con una mortal»
Luna regresaba, luna brillaba, prometo desde ahora valorar los consejos que luna me guardaba.
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Entre las palabras y letras
EspiritualCreaciones inspiradas desde la opinión propia con el propósito del autoreflejo