Capítulo 1: "Bienvenida a Burberry"

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Me desperté por culpa de los rayos de sol que se colaban por las rejillas de la ventana.

Eran solo las seis de la mañana. Hoy era mi primer día de trabajo. Hoy entraba al trabajo que soñaba desde que era una renacuaja de tan solo ocho años. Y era diseñadora de ropa. Desde pequeña siempre cogía un papel y ahí empezaba a dibujar camisetas, camisas, pantalones, faldas, vestidos...

Mi madre siempre me decía y me sigue diciendo que tengo mucho talento; que me veía una de las mejores diseñadoras de ropa y que llegaría muy lejos. Ella siempre me apoyaba y gracias a su apoyo he podido conseguir lo que desde pequeña quería; y era trabajar en una de las oficinas donde se creaba la ropa donde podría tener éxito o no.

Me levanté de la cama y me dirigí al baño donde hice mis necesidades y me di una ducha de agua caliente para relajarme.

Una vez duchada me vestí con un simple vestido color crema que me llegaba unos dos o tres dedos más arriba de la rodilla. Y unos tacones blancos donde tenía decoraciones de color crema que iba a conjunto con el vestido. El pelo lo llevaba recogido con un peinado media luna que lo sujetaba un lazo pequeño de color blanco. Agarré el bolso donde puse mis pertenencias más necesarias y bajé a la cocina.

Vivía en un departamento de dos plantas donde se situaba a una de las calles más privilegiadas de Londres que se llama Kensington. Tuve suerte en conseguir este apartamento, ya que tuve que pelear mucho para conseguir que el dueño me vendiese a mí el apartamento y no a otro.

Cuando estaba en la cocina me preparé unas tostadas con mermelada de fresa y un café poco cargado. Cogí el periódico de encima de la mesa del salón y mientras estaba desayunando empecé a leer un artículo donde hablaban de uno de los mejores diseñadores de Londres.

<<Según la revista "Fashion" ha clasificado a Peter Jensen como a uno de los mejores diseñadores de Londres, donde recibió un premio de diez mil libras, más un cursillo de diseño, más un pase VIP a una de las mejores pasarelas del mundo. Mucha gente piensa que sus diseños son muy atrevidos, son muy extravagantes donde mucha gente ha dado una de las mejores notas>>.

Por lo que se veía mucha gente tendrá bastante competición ahora después de este gran premio. Ya que es unos de los grandes premios que se puede conseguir. Y mi próxima meta es conseguir ese premio.

Cuando acabé de desayunar, dejé todo en el fregadero y me largué con mi coche directo a las oficinas de moda.

De mi apartamento a la oficina solo hay unos veinte minutos en coche así que no tenía que madrugar tanto para poder llegar a tiempo.

Aparqué en mi plaza de aparcamiento, ya que cada uno de los empleados tenía su plaza. Bajé del coche y me fui acercando a la gran puerta de cristal donde estaban dibujadas las iniciales de la empresa.

Entré y me encontré a mucha gente que pasaba casi corriendo por el vestíbulo. También había gente sentado en uno de los sillones donde hablaban con otra gente o simplemente leían un periódico.

- Buenos días señorita – me dijo una mujer más baja que yo. Llevaba una falda de tubo negra que le llegaba hasta las rodillas y una blusa blanca.

- ¿Es usted la señorita Anderson?

- Sí. Soy yo.

- Perfecto. Bienvenida a las oficinas Burberry. Como verá, yo soy la recepcionista. Así que si necesita algo, no dude en pedírmelo – dijo mostrando su dentadura perfecta.

- Muchísimas gracias – dije dándole una de mis mejores sonrisas.

- Acompáñame. La directora la está esperando – y nos fuimos por unos grandes pasillos, donde solo se veía cuadros y más cuadros de modelos.

Algunas las conocía, eran modelos universales como Alessandra Ambrosio, Miranda Kerr, Bar Rafaeli, Kate Upton... y muchísimas más. Eran modelos de primera clase. Pero mi favorita que he visto por ahora es Alessandra Ambrosio. Es guapísima. Es modelo de Victoria's secret. Yo siempre veo sus desfiles y siempre, cada año es muy diferente al anterior. También siempre supera al anterior desfile. Es impresionante y me gustaría alguna vez asistir al desfile.

Después de recorrer todo el pasillo que parecía interminable y de coger el ascensor, llegamos al fin a la vigésima planta.

Nada más salir del ascensor, enfrente, había un maniquí con un vestido fabuloso. Era un vestido negro largo con un poco de cola. En la cintura tenía una cinta plateada y tenía incrustado unos diamantes. Era hermoso. Pero seguro que era carísimo.

- Señorita Anderson, la dejo aquí. Ve a esa puerta. Toca, y ahí le atenderán. Bienvenida otra vez a Burberry – y una vez que dijo eso, fue por donde habíamos venido.

Después de un minuto de estar parada pensando si en ir ahí y tocar o irme corriendo por donde había venido, finalmente escogí la primera opción y fui caminando dirección a la puerta. Era enrome. ¿Sabéis esas típicas puertas dobles que hay en los dormitorios de lujos? Pues esta era igual. Era marrón y el material era de madera, de roble, para ser más exactos.

Toqué dos veces y escuché un "Adelante" así que giré el manillar de la puerta y entré.

Pude divisar un despacho bastante amplio. Había una moqueta blanca, un escritorio del mismo material que el de la puerta, enfrente de la mesa había dos butacas negras y después estaba la silla del despacho, que también era negra.

También divisé unas estanterías enormes, con un montón de libros y archivos. Y también - y lo que más me sorprendió - era la vista. Había un ventanal enorme y dejaba ver gran parte de Londres.

- ¿Es usted la señorita Anderson? – dijo un hombre de unos treinta años de edad más o menos, era alto, rubio y ojos azules. Iba vestido con un traje negro con la corbata plateada. Iba impecable.

- Sí. Soy yo – dije dándole una de mis sonrisas más sinceras.

- Te estábamos esperando. Tome asiento, por favor – dijo señalándome uno de los sillones que había delante del escritorio.

- Nos alegra verla aquí. Pensábamos que no aceptaría el trabajo – dijo una señora de unos veinte años de edad. Era alta, su pelo era de un color café oscuro y sus ojos de un celeste. Iba con un vestido negro que le llegaba un poco más alto que las rodillas y llevaba muchos complementos y una cantidad de maquillaje terrible.

- Pues para mí, este trabajo es uno de mis sueños. Desde pequeña soñaba con trabajar aquí – dije mientras sonreía.

- Bueno, entonces enhorabuena. Porque este empleo ya es suyo. Sólo la hemos llamado para darle algunos documentos que tendrá que leer tranquilamente, sin prisas, en su casa y ya mañana, a primera hora, usted los devolverá aquí. ¿Le parece bien? – dijo el señor que estaba sentado en la gran butaca.

- Sí, perfecto – y la mujer me puso delante los documentos.

- Eso es todo. Mañana la veremos a primera hora – dijo el hombre.

- Muchas gracias – me levanté y me dirigí a la puerta del despacho. Pero alguien me paró.

- Señorita Anderson – me giré y vi que quién me llamaba era aquel hombre – bienvenida a Burberry – me guiñó el ojo y yo sin más me largué de ahí.


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