Kelvin (2)

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El día que el médico nos dijo que Kelvin tenía cáncer de pulmón, mi mente quedó en blanco.

Literalmente, me desmayé y antes de eso no había logrado conciliar pensamientos lógicos.

Las semanas anteriores, mi hermano se había estado sintiendo muy mal, yo realmente no tenía ganas de ir al colegio porque no me gustaba dejarlo solo; a pesar de que el se quedaba con mamá, pero ella había estado un poco pérdida desde hace un tiempo. Ese niño, que siempre había estado de buen humor, con lindos ánimos, y hermosas opiniones, se había sentido sin ganas, no se movía de la cama, había estado tociendo, tuvo bronquitis, su tos tenía sangre... estaba débil.

Extrañaba al chico animado y lleno de luz. Aunque en el fondo, tal vez seguía un poco allí.

―¿Te sientes mejor, pequeño?―le hablé bajito, mientras lo veía recostado en su pequeña cama.

―Sí Ken, ¿Crees que si me siento genial en unas horas, podríamos jugar a los dinosaurios?―hizo un puchero y no pude evitar hacer una pequeña sonrisa.

―Sólo te pusimos la inyección hace unos minutos, no te aceleres pequeño.

Mi teléfono vibró en mi pantalón y lo saqué para leer el mensaje de la chica con la que había estado hablando.

"¿Estás bien, Ken?"

Mensaje recibido de "Karen"

"Así que volviste"

Mensaje enviado a "Karen"

"Nos vemos en el parque de la esquina, príncipe"

Mensaje recibido de "Karen"

La sorpresa me agarró desprevenido, no conocía a a la tal Karen, ninguno de mis amigos había escuchado hablar de ella, pero era una oportunidad para conocer a alguien con la que tenía mensajéandome un mes.

Un lloriqueo se llevó mi atención; Kelvin se removía incómodo en su cama, se había quedado dormido pero al parecer estaba teniendo una pesadilla. Normalmente la única forma de pararlas eran durmiendo con el, abrazarlo, para que se sintiera seguro.

Era aquello, o ir a conocer a la chica, y claramente no iba a dejar a mi pequeño hermano por ella. Me subí a su lado con cuidado y lo arropé, luego lo abracé y se acurrucó en mi pecho. Se veía tan pálido y pequeño a mi lado.

―María me quitó mi oso de peluche.―dijo bajito―Se lo presté y se lo llevó.

―Habláremos con la madre de María para que te devuelva tu peluche.

―¿Por culpa de María estoy enfermo ahora? Ella me hizo sentir triste, ¿Fue eso?

Mis ojos se aguaron y lo miro a su carita sonrojada:―No, no fue culpa de María, pero debes explicarme eso de que te hizo sentir triste, ahora sigue durmiendo pequeño. Todo estará bien.


n/a

EL CAPÍTULO NO HA SIDO DE MIS MEJORES OBRAS, PERO PUES, TENÍA TIEMPO SIN ESCRIBIR, ESPERO LES GUSTE, SI SIGUEN POR ALLÍ, NO OLVIDEN APOYAR PARA QUE YO PUEDA SEGUIR AQUÍ :) xoxo

Desahógate... ¿Cariño? (Desahógate, cariño #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora