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SI HAY FALTAS DE ORTOGRAFÍA O INCOHERENCIAS INCOHERENTES FELICIDADES POR NOTARLAS. 

Will observaba por sobre la montaña de papeles que tenía en frente a su novio hijo de Hades jugando con un gato esqueleto en la hierba. 

Nico molestaba al felino acariciándole la panza de huesos, o la cola. El animal respondía tratando de arañar al pelinegro y era entonces cuando este le acariciaba, como era debido, la espalda. El gato se revolvía en la hierba a gusto e insistía por más cariño golpeando la mano de Nico con la cabeza. 

Suspiró el rubio, cansado. Quería salir y jugar con Nico (y, claro, el gato...)

— Ey, Nico—lo llamó. Él se volteó y el gatito se disolvió en un charco oscuro que luego desapareció. Nico hizo un puchero:

— Cuando lo invoque, no será el mismo gatito.

— Perdona...

El hijo de Hades solo negó con la cabeza—. No importa. ¿Qué querías?

— Yo...—se mordió el labio. No le gustaba ver a su pareja fingiendo no estar afligido por algo—. Perdona. No era nada importante...

— Bueno...

Will miró a su novio, que había invocado ahora a un gato más grande y arisco. Se preocupó cuando le arañó la mano a Nico (sabía que eran semidioses, pero no le gustaba que su pareja se hiriese de alguna forma. Para nada).

Recordó aquella conversación sobre tener un gatito en la cabaña de Hades. Habían riesgos, claro. Eso considerando que Quirón se los permitiese. Arpías, monstruos, hijos de Hermes...

Antes de darse cuenta, el papeleo había pasado a segundo plano. Nico ya no jugaba con el gato y en su lugar estaba sentado sobre la hierva, mirando a los semidioses escalando el muro de lava. 

"Tengo que convencer a Quirón"

— Así que, pensé que tal vez Nico pueda mejorar si tenemos un gatito en la cabaña—finalizó Will. Había puesto todos sus poderes de persuasión en el discurso que había planeado para convencer al viejo centauro.

Quirón se rascó la barba, pensativo. Chocó sus cascos traseros contra el suelo. El hijo de Apolo miró al suelo.

— Bueno...—frunció los labios—. En lo que respecta, hay muchos peligros...

— Eso ya lo sé—lo interrumpió. Will no era muy ansioso, pero la sola idea de ver la expresión que pondría Nico cuando tuviese un minino en la cabaña... (Uno de carne y hueso, que no se deshaga en un charco de oscuridad para no aparecer nunca) 

  — Simplemente, Will, creo que ese gato no duraría ni una semana. No puede estar encerrado en la cabaña número 13, pero si sale a tomar sol es probable que no lo vuelvan a ver.

— Lo sé—murmuró—. Pero, aun así...—no perdía nada insistiendo, ¿no?

— No lo sé...—volvió a rascarse la barba. Will estaba tan ansioso que pudo haber agarrado una máquina de afeitar y eliminarle la barba contar que no se la rascase—. Bueno, a las arpías por lo general no les gusta comer cosas peludas, así que evita traer un gato egipcio, por favor.

— ¿Me... me está dando permiso?—cuestionó incrédulo.

— Sí, pero ese gato será tu responsabilidad. Espero que ayude a Nico, como dices. 

— ¡Lo hará!—chilló. Carraspeó, entonces—. ¡Muchas gracias!

— Y, ah. Una condición más: pasarás un mes lavando los platos sucios de la cena.

Solangelo One-ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora