Era, sin lugar a dudas, la novia más hermosa y sexy que había pisado la tierra. El corazón de Louis estaba tan henchido que temió que le explotara en el pecho cuando Natasha se acercó a él. El vestido de seda destacaba sus dulces curvas y a Louis le picaban los dedos de ganas de quitárselo. El cabello de la joven, le caía por los hombros y los rizos suaves le rozaban la piel ligeramente bronceada. No llevaba velo que ocultara su pelo sino que se había prendido una sola flor blanca y esponjosa detrás de la oreja derecha. Esbozaba una sonrisa tan grande que casi le cubría toda la parte inferior de la cara, y una felicidad pura y sin adulterar emanaba de sus ojos marrones.
A Louis le costó respirar cuando la vio acercarse; el corazón le palpitaba con tal fuerza que estaba seguro de que su novia podría verlo a través del lino fino de su camisa. Con el corazón en la garganta, Louis tomó la mano que le tendió Natasha y, de repente, la tormenta furiosa que se había despertado en su interior se convirtió en una calma absoluta. Ya estaba. Al fin sostenía en su mano todo lo que siempre había querido de la vida.
* * *
—¿Pero dónde está? ¿No es hora de cortar la torta? —le preguntó Harry a Natasha.
Natasha le puso una mano en el hombro a el primo de su marido para tranquilizarlo.
—No te preocupes. Está allí mismo, hablando con Drew —y señaló al amigo de Louis, del instituto.
—Esto es mucho más divertido que tu última boda. —Wendy, una vez más dama de honor de Natasha, se acercó a esta con sigilo y le rodeó la cintura con un brazo.
La joven posó por un instante la cabeza en el hombro de Wendy.
—Estoy de acuerdo. Claro que eso podría ser porque esta vez me he casado con el hombre que debía, para variar. —Desde el otro lado de la pista de baile su mirada se encontró con la de Louis. La mirada velada que le lanzó su marido era tan ardiente que hizo avergonzarse al abrasador sol del Caribe. Al notar al novio distraído, su padrino se dio la vuelta, sonrió y saludó a las mujeres con la copa.
La mirada de Natasha volvió a clavarse en Louis. Estaba deseando pillarlo a solas. Los últimos meses no habían sido fáciles, se los habían pasado yendo y viniendo de St. Thomas. A Natasha no le había parecido bien dejar al Ritz en la estacada y se había quedado hasta la boda de la princesa Christina. Al principio Louis se había mostrado decepcionado pero había terminado por comprender el sentido de la responsabilidad de Natasha, e incluso la quiso más por ello. Así que durante cuatro meses le había pagado a Max unas cuantas horas extras para que los llevara y trajera de St. Thomas en el ferry.
El último mes especialmente había sido una tortura porque Natasha había insistido en que se abstuvieran del sexo para hacer de su noche de bodas algo mucho más especial. Natasha se lamió los labios con gesto inconsciente ante la perspectiva de desnudar a su marido. Oh, sí, los quince segundos escasos que podría aguantar iban a ser muy, pero que muy especiales.
—Y que lo digas, ese sí que es tu hombre ideal —suspiró Wendy—. Creo que a mí ningún hombre me ha mirado así jamás.
—No sé que decirte, me parece que el amigo de Louis, Drew, no te ha quitado los ojos de encima en todo el día.
Wendy le echó un vistazo furtivo al padrino de Louis. Sí, el tipo la estaba mirando y los ojos verdes le brillaban bajo unas cejas oscuras y arqueadas.
—Hmm. Me encanta.
Natasha levantó la cabeza y miró a Wendy, sorprendida.
—Creí que ese era tu tipo.
Wendy frunció el ceño.
—Ya no.
Después soltó la cintura de Natasha para irse en busca del camarero que llevaba el champán.
Era asombroso lo diferente que era esa boda de la anterior. Al contrario que la última vez, que se había puesto un vestido demasiado sofisticado, en esa ocasión Natasha lucía un sencillo vestido de satén, sin mangas. El diseño recordaba a la lencería y rozaba con picardía las curvas de su cuerpo mientras que el bajo le llegaba a los tobillos y permitía vislumbrar los pies de Natasha, totalmente desnudos salvo por un anillo de platino con un diamante diminuto. Era un regalo de Louis, que lo había mandado diseñar especialmente para que hiciera juego con el exquisito y sencillo diamante de tres quilates que le adornaba la mano izquierda.
Un pequeño grupo de amigos y parientes se habían reunido en el bar de la playa, bajo una carpa. Hasta los padres de Natasha parecían estar disfrutando de la fiesta. Poco después de que Louis se le declarara, Natasha había llamado a su madre, que había demostrado una determinación sorprendente en sus esfuerzos para que padre e hija se reconciliaran. Aunque Natasha dudaba que alguna vez llegaran a estar muy unidos, en los últimos meses su padre y ella habían firmado una tregua cada vez más sólida. Por irónico que fuera, a Grant parecía impresionarle más la independencia recién adquirida de su hija que todos los interminables esfuerzos que había hecho la joven para complacerlo en el pasado.
Natasha sintió la presencia de Louis incluso antes de que este la tocara. Se apoyó en su torso y se giró para acariciarle con la nariz la piel cálida de la garganta que el cuello abierto dejaba al aire. Estaba guapísimo con los pantalones negros de lino y la camisa blanca de etiqueta. Al contrario que ella, él sí que iba calzado, con unas chancletas de cuero negras.
Los dos observaron a Harry, diciéndole a la orquesta la canción que debían tocar mientras ellos cortaban la torta.
—Es francamente agradable que, para variar, sea otra persona la que se ocupe de todo —dijo Natasha mientras se acurrucaba contra él.
—Sí, recuérdame que le dé a Harry unas vacaciones —dijo Louis besándole los rizos. Los dedos masculinos soltaron el capullo de gardenia que Natasha se había prendido tras la oreja y la joven sintió los pétalos que le acariciaban la mejilla y el hombro al caer—. ¿Cuándo crees que podemos escabullimos?
El aliento cálido de Louis le acarició el oído antes de que los dientes del empresario se cerraran sobre su lóbulo en un mordisquito juguetón.
Los pezones de Natasha se endurecieron bajo la tela sedosa de su vestido. Ese era el problema del trópico. Cuando te excitabas, no había forma de ocultarlo diciendo que era el frío.
—Supongo que deberíamos quedarnos un poco más... —La humedad le empapó la seda de la tanga de color marfil cuando sintió la erección larga y dura de Louis que iba creciendo contra su vientre—. Pero conozco cierto baño de señoras al que se le podría dar buen uso...
Y esa vez, cuando sorprendieron al novio de Natasha West Tomlinson en inflagrante delicto, fue con la absoluta y ruidosa aprobación de la novia.
FIN
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Fiesta Privada (Louis Tomlinson Fanfic)
RomanceQUE SUBA LA TEMPERATURA... Encontrar al hombre con el que se acaba de casar in flagrante delecto con otra mujer no formaba parte de los planes que había hecho Natasha para su espléndida boda. Ahora es una novia sin novio, pero decidida a disfrutar...