Campamento Osadía

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*Narra Bracken*

13:57. Últimos tres minutos de clases. Tres minutos y nos liberaríamos de la maldita cárcel a la que llaman escuela.

El profesor seguía parloteando la misma mierda que hace dos horas, pero ya nadie lo escuchaba. Todos tenían sus miradas fijas en el reloj del salón.

-Dos minutos, joder.- murmuró la rubia a mi lado: Ricky.

Ella siempre ha sido mi mejor amiga. Nos conocimos en la guardería y de ahí somos inseparables.

No conozco a mi padre, y mi mamá está siempre viajando por cuestiones de trabajo, así que vivo con Ricky y su amorosa familia que, por cierto, es muy numerosa.

Su madre, Lilly, nos propuso pasar las vacaciones de verano en un estúpido campamento de verano, para que hicieramos amigos, nudos, fogatas nocturnas y cazáramos conejos, supongo. No sé ni me interesa. Sólo acepté porque me di cuenta de que lo hacía para ayudarme, ya que no soy muy... eh, ¿cómo decirlo? No soy sociable, para nada. No tengo amigos, nadie más que Mi Rubia. Pero he tenido. Oh, sí que he tenido. Y así he sufrido mucho. Decepciones, falsedad, traiciones... bah. Como sea, no podría haberme negado porque Lilly ya nos había inscripto en ese campamento. Eh, ¿cómo se llama? Ehm... Ah, sí: Campamento Osadía. Ridículo, ¿no?

-¡Pitufo!- escuché. Cuando me percaté, Ricky estaba golpeando mi hombro, tratando de hacerme reaccionar. Miré alrededor y no quedaba nadie, excepto el profesor que estaba terminando de acomodar sus cosas. Ricky me dice así ya que tengo el pelo azul. No fue mi idea, pero se ve bien. Me lo teñí cuando perdí una apuesta contra ella.

Agarré mi mochila y salimos corriendo, no sin antes pasar cerca del profesor y gritarle estupideces que probablemente no haya escuchado.

Debíamos llegar temprano al centro comercial, ya que la familia de Ricky nos estaría esperando para un almuerzo de despedida.

*

-Tengan cuidad.- lanzó Lilly, mordiendo su hamburguesa. Ya casi terminábamos de almorzar.

-¿A qué te refieres, mamá?- preguntó Ricky.- ¿A no conventirnos en unos frikis? Va a ser difícil, creeme. Estaremos rodeados de ellos... Sep, va a ser difícil.- el sarcasmo. Tan típico en mi amiga.

-Yo he estado allí, y suceden cosas extrañas. Creanme.- ignoró el comentario mal intencionado de su hija, y me miró a mí.

Ricky rio.

Los hijitos -todos más chicos que Ricky- le pidieron a su mamá que cuente la historia de "el campamento donde suceden cosas extrañas". Ella sólo les sonrió cálidamente, como suele hacer, y negó con la cabeza, mientras terminaba su comida.

*

Después de que Lilly nos dijera eso, quedé con una sensación extraña, como una mezcla de ansiedad y curiosidad, con un poco de miedo. ¿Qué le habría sucedido a ella en ese campamento? ¿A qué se refería con que allí sucedían cosas extrañas? Supuse que lo averiguaría más tarde, pero la duda me carcomía por dentro. Sin embargo, no le comenté nada a Ricky ni le pregunté nada a Lilly.

*

Llegamos a la estación de omnibus y buscamos nuestra plataforma, la A9. Cuando la encontramos, cruzamos corriendo las puertas que comunicaban el interior con el exterior de la terminal, donde nos esperaba nuestro bus.

Llegamos justo a tiempo, ya que el copiloto estaba a a punto de cerrar la puerta. El amable hombre, de cabello oscuro y lentes de aviador, guardó nuestros bolsos y nos dijo que ocuparamos algún asiento disponible.

Recorrimos el pasillo de abajo y el de arriba en busca de dos asientos, preferentemente juntos. Al final solo encontramos uno vacío en la fila del fondo, junto a cuatro chicos más. Ricky dicidió sentarse ahí y socializar con el grupo. Justo delante de Ricky, había un asiento en el que perfectamente podían entrar dos personas, pero el chico de rastas y ojos claros que lo ocupaba, había puesto su mochila en el espacio libre.

-Disculpa, ¿podrías bajar tu mochila? Necesito el asiento.- dije, trantando de sonar lo más amigable posible.

-Claro, bro.- respondió amablemente.- Siéntate. Soy Jace.

-Bracken.

-Bueno, Bracken, eres nuevo en el campamento Osadía, ¿verdad?

-Sí, la madre de mi amiga Ricky nos mandó aquí. Dijo que es muy bueno, y que debemos hacer amigos.- respondí, inspeccionando sus gestos.

-Ya veo. Son un grupo cerrado de dos, ¿verdad?

-Sí, más un menos. En realidad, el problema soy yo.- bajé la vista.

-Bien, Bracken, ya no más. Puedes considerarme tu nuevo amigo.

-Genial.- no podía disimular mi alegría. A pesar de que recién lo estaba conociendo, se veía buena gente.- ¿Qué te trae por aquí?

-Mis padres no tienen tiempo para mí en el verano.- dijo.- ¿Cuándo sí?.- eso lo murmuró, mirando a otro lado, pero enseguida me miró y fingió una sonrisa.- Como no voy al colegio y no hago nada en todo el día, me envían aquí para deshacerse de mí por un tiempo.- dijo con una mueca.

Lo miré atónito. ¿De verdad existían padres así? Bueno, mi madre tampoco tenía mucho tiempo para mí, pero tenía sus razones, a pesar de que estas me molestaran. En cambio, era como si los padres de Jace lo despreciaran, y se lo quitaran de encima en cuanto podían.

-De cualquier manera no estoy aquí para dar lastima.- dijo, al notar mi expresión.- Vine aquí a divertirme.- sonrió.

Le sonreí de vuelta, me giré y me dispuse a dormir.

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