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Steven vio como se como su compañera se alejaba rápidamente dejándolo solo, no se quería mover, pero tenía miedo. Podía llegar Andrew y pegarle porque estaba solo y no había hecho caso a la chica, quien sabe cómo podía ser la mente de alguien como él. Así que recogió su teléfono y fue con calma a la cabaña de sus compañeras donde vio una curiosa escena.

Eira estaba llorando encima de una cama, en posición fetal, se agarraba de la cabeza y gritaba, de vez en cuando se frotaba las manos intentando calmarse y de repente, sin motivo aparente se clavaba las uñas de la mano izquierda en la derecha y volvía a repetir todo el proceso, como un bucle. A su lado se encontraba una chica abrazándola, se veía preocupada, era Frandine que la intentaba calmar, pero a Steven no le pareció que lo estuviera consiguiendo, simple y calmadamente olvidó todo lo que estaba sucediendo y se sumergió en su teléfono.

―Escúchame, estate tranquila. Voy a ir a buscar a alguien ―dijo Frandine rindiéndose de una vez por todas de ayudar de una manera que estaba fuera de sus posibilidades.

Steven se había sentado en una esquina lejos de la escena mirando su teléfono.

Mientras esto pasaba, Lineth seguía corriendo para alcanzar a Andrew. Todo el mundo pensaba que era una persona demasiado egocéntrica y repugnante, y la verdad es que lo era. Pero a Lineth eso no le parecía motivo suficiente para dejar que se perdiera una noche y que alguien le hiciera daño. Algo en su interior le decía que estaba en peligro y tenía que encontrarle. Para ella no era un simple matón que se metía con los débiles porque sí. Cada vez que miraba a Andrew notaba que detrás de su fachada de chico duro se escondía una historia mucho más profunda. Ella sabía que había un porqué. Y no dejaría que le ocurriera nada malo.

Corría y corría lo máximo que podía pero cada vez se iba cansando más. De vez en cuando se le paraba el corazón; el viento soplaba demasiado fuerte, movía las hojas de los arboles con demasiada ferocidad y eso le ponía los pelos de punta. Los pájaros se movían y a veces gritaban. Escuchaba toda clase de cosas, menos a Andrew que no encontraba por ningún lado.

La vez que más se asustó sin lugar a dudas fue cuando escuchó algo moverse entre la maleza. Estaba convencida de que era Andrew y comenzó a llamar a su compañero

-¿Andrew? ¿Eres tú? No debes salir a estas horas por aquí, podría ser peligroso ¡En qué mierda estabas pensando! Me he asustado muchísimo, solo porque no sabes avisar y tener un poquito de responsabilidad.

Pero Andrew no respondió, únicamente una especie de rugido surgió de entre las sombras que Lineth no podía ver.

—Andrew joder, ¿no te das cuenta de que todo lo que estoy arriesgando por intentar ayudarte?—intentó decir segura, pero el miedo le llegaba hasta las orejas y al mismo tiempo que su cuerpo, su voz no paraba de temblar.

Entonces un pequeño cervatillo salió de la espesura y la joven no pudo hacer otra cosa que soltar un bufido. Pero entonces una mano de tapo la boca y poco a poco vio como la navaja de su agresor corría lentamente por su cuerpo; Primero por los brazos, llenándolos amargamente de sangre y como a poco se iba acercando a su cuello. Lineth se mareaba, siempre había tenido ese problema con aquel líquido, aunque probablemente lo que ocurría es que poco a poco se le escapa la vida de las manos.

Quizás por fin, quizás con horror. El puñal llegó a su cuello y lo rebanó con el más perfecto giro de muñeca, como si lo tuviese perfectamente planeado. Como​ si no fuese la primera vez que ocurría.

***

— ¡Por favor, necesito su ayuda! Eira se está poniendo cada vez peor y yo ya no sé que se supone que debo hacer. —gritó Frandine en un ataque de histeria hacia su monitor que parecía no importarle nada de lo que ocurría fuera de su despacho.

LA CABAÑADonde viven las historias. Descúbrelo ahora