Capitulo 3: El Juego De Dioses

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Miserables y jodidos, son las palabras para nuestros dioses, que viven en guerra mutuamente y de sus dones dan a ciertas familias como la mía para que resuelvan sus asuntos. Nunca voy a querer ser parte de su reino, por el simple hecho de que viven en guerra mutuamente uno con el otro y al final no consiguen nada más que pérdidas de almas que nosotros brindamos. Y más porque se dan a conocer en libros como la Biblia, todos los que están con cada uno. Por lo mismo como ninguna de mis familiares están dentro de ellos, no hay una simple prueba ni sospecha de que existan los Arcángeles Caídos, y es mejor que así siga.

Me dirijo primero al cielo, con Dios, par darle lo que me pide. Directamente entro a su oficina y me evito los procedimientos de entrar por las puertas, pasar por los guardia, que me miren diferente por el hecho que nunca se aprendan mi rostro de las bastantes veces que he venido aquí. Entro y dejó la piedra en su escritorio, con una nota diciendo que viene de mí. No me gusta estar en un lugar con tanta paz como la oficina o casa, o lo que sea de Dios.

Me salgo de la oficina y me abro un portal al mundo otra vez. Por lo mismo que se viven en guerra Dios y Lucifer, no se pueden abrir portales directos, como de el cielo al inframundo, o del inframundo al cielo. Del mundo me abro otro portal al inframundo y ahí me voy directo a su oficina también, pero me quedo mucho más rato en ese lugar.

Entrando veo a Lucifer viendo las nuevas pierda que le trajeron mis hermanos, y no tarda mucho como para verme directo a mis ojos.

-Pensé que iba a tener que mandar a alguien a buscarte- dice Lucifer mientras analiza con sus manos la pierda de mis hermanos.

-Yo nunca doy algo tarde, siempre lo doy a tiempo, o a última hora- le digo mientras me siento en una de sus sillas.

-Yo sé, más tienes que ser más puntual, no valla a cometer un error de que ya tengas el alma, y antes de que me la des, te despoje de todo lo que te di.-

-Lo estaré trabajando entonces, antes de que me haga polvo.- Le digo mientras agarra mi piedra.

-Muy bien.- Me dice mientras ve mi pierda, y se queda en silencio y luego me mira. -¿Que esperas?- Me pregunta cómo si ya supiera lo que voy a hacer después.

-Esperar a que digas "ya te puedes ir".-

-Si no lo digo, ¿te vas a quedar acaso?-

-No- le digo mientras me río.

-Entonces ¿que esperas? Vete a divertirte con mis demonios.- Me dice y en cuanto termina la oración, me salgo de su oficina corriendo. -Nada más no vuelvas a causar problemas.- Me dice mientras voy saliendo y se cierran las puertas.

El inframundo es el lugar donde me importa un bledo todos y todas. Aquí se puede hacer gran parte lo que uno quiere y no hay ninguna ley más que obedecer a Lucifer. Los únicos trabajos que existen aquí es la fabricación de armas y lo demás cae del mundo como por arte de magia. Aquí no hay prostitución pero si un gran nivel de violaciones por día. Nadie muere, porque todos están muertos ya, más gran parte de los que están aquí, están drogados las 24 horas de el día infernal.

El juego de dioses es muy diferente en cada uno de los 2. Dios siempre tiene muy controlada su zona, intentando crear una disciplina y moral estable para la misma sociedad de el cielo con los ángeles. A Lucifer no le importa la disciplina ni moral, el solo se enfoca en que tenga bastante gente para combatir al cielo y sus miles de ángeles del siglo XXI.

Dios mucho tiempo no está en su oficina porque anda enseñando o disciplinando, encarga a Arcángeles sus trabajos y ellos como sus gatos lo hacen. No son los únicos gatos la verdad, todos en nuestras vidas, aun después de morir somos gatos de alguien más. Al estar vivos éramos gatos de nuestros presidentes, al morir somos gatos de nuestros dioses, y al estar inmortal somos gatos de quién nos otorga el poder.

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⏰ Última actualización: Jan 08, 2017 ⏰

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