Se sentía sumamente cansada. Se preocupo, recién se levantaba después de haber dormido al rededor de ocho horas y, sin embargo, aun tenía sueño. Con desgano salió de su cama y se vistió. Tenía tantas cosas por hacer... Siempre tenía mucho para hacer de todos modos. Preparar el desayuno para su marido y sus hijos, llevar a éstos a la escuela, pasar por el supermercado, volver corriendo a casa para terminar el vestido que le habían encargado, y todo eso antes del mediodía, cuando retiraría a los niños de la escuela y les daría el almuerzo, para lidiar largas horas con los quehaceres domésticos, preparar la cena y escuchar las "interesantes" historias que su marido cuenta cada noche acerca de su trabajo. ¿Cuándo iba a comprender que cada día en una concesionaria era exactamente igual al anterior? El no era malo, para nada, sólo algo... aburrido. Bueno, muy aburrido.Mientras preparaba el desayuno en modo de piloto automático, miraba a través de la ventana. El cielo celeste, el sol brillante, el viento jugando con las hojas de los árboles y se le antojó por una vez poder pasar un día echada en el pasto, rodeada de flores, sólo observando el vuelo de los pájaros.
_¡Mamá! ¡Quiero leche con galletas!- Gritó Rubén, su hijo mayor.
_¡No es justo! Rubén siempre elige lo que comemos en el desayuno. Yo quiero tostadas con manteca- protestó Ignacio.
Mabel sacudió la cabeza. Amaba a sus hijos, pero a veces eran simplemente insoportables. Preparó la mesa para que ambos junto a su padre se sentaran mientras se ocupaba de todo lo necesario para salir.
_No me esperes, vuelvo tarde- la saludó Carlos.
_¿Otra vez?- protestó- ¿Cuántas ventas de automóviles se cierran después de hora?
Pero Carlos no contestó. La besó en la frente y salió apurado. Tan apurado que olvidó su celular. Mabel se percató de ello cuando lo escuchó sonar sobre la mesa. Cuando lo tomó en sus manos y miró la pantalla vio algo que nunca se imaginó. El mensaje decía: "Te espero hoy luego del trabajo. Te amo." Era un número que ella no conocía, no estaba agendado, pero ¿qué otra cosa podía significar más que...? Su confusión era tan grande que no escuchó la puerta abrirse, por lo que la voz de su marido la sobresaltó.
_Olvidé mi celular. ¿Llamó alguien?
_No, lo vi sobre la mesa y estaba por salir a ver si te alcanzaba- mintió, debería haber preguntado qué significaba ese mensaje, debería habérselo tirado por la cabeza tal vez, podría haber llorado, pero no hizo ninguna de esas cosas, sólo mintió.
Mientras conducía su auto hacia la escuela de sus hijos su cabeza comenzó a trabajar. No sabía qué iba a hacer, pero estaba segura de una cosa: no estaría en casa cuando su marido volviera de trabajar.
Dejó a los niños en la escuela y obvió el supermercado. Fue directo a poner algunas cosas en una mochila de viaje, tomar algo de dinero y su documento. En una hoja que pegó en la puerta del refrigerador escribió: "Lei el mensaje. No me busques. Cuando aclare mis ideas volveré para hablar." Escribió un mensaje de texto a Carlos pidiendo que retirara él a los niños de la escuela y sacó el chip del teléfono, así no podría encontrarla. Iba a tomar las llaves del auto, pero se dio cuenta de que sería fácil encontrarla. No. Además, viajar era algo que siempre había soñado.
Preparó el vestido que debía entregar, en todo caso se estaba alejando de su familia, pero esa mujer necesitaba vestirse para una fiesta en tres días, y, al entregarlo, recibiría un dinero que le vendría bien.
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Viaje al interior
General FictionLa monotonía de la vida de una ama de casa agobia. La rutina de un matrimonio desgastado es una mochila pesada para cargar. Pero el choque de frente e inesperado con la realidad del engaño es diferente. Es una acción que provoca una reacción, o te n...