Parte 3- Estación Campana

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Abrió los ojos cuando el tren estaba llegando a la estación Campana. Había caído dormida apenas se había sentado asi que no había notado el interesante grupo que la rodeaba. En el asiento de enfrente se encontraba una pareja joven, ambos con rastas en sus cabellos y ropas coloridas. Ella llevaba unos enormes aros colgantes que en seguida llamaron la atención de Mabel. A su lado, un muchacho rubio de cabello largo y barba abundante con unos enormes ojos color cielo. Los tres venían en silencio observando el paisaje.

_¿Sabían que el primer automóvil del país se fabricó acá en Campana?- preguntó el que se encontraba a mi lado.

Los otros tres lo miraron extrañados.

_¿Desde cuándo sos un cerebrito?- bromeó la chica.

_Me gustan los autos

_No es gran novedad, Campana es una zona industrial después de todo- acotó el otro muchacho con total falta de interés.

_Pero el primer auto no se hizo en una fábrica. Fue un español quién lo construyó él solo.

Mabel estaba mirando por la ventanilla, pero la historia llamó su atención.

_El tipo trabajaba en el ferrocarril, ahí aprendió mecánica. Buscó algunos libros sobre el tema, que no eran muchos a principios del 1900; consiguió herramientas y lo fue armando de a poco.

Mabel ya había girado su cabeza y lo escuchaba atentamente, igual que otros pasajeros del vagón.

_Lo loco fue que construyó el auto adentro de su casa. Literalmente ADENTRO. Los vecinos tuvieron que ayudarlo a tirar una pared abajo para poder sacarlo.

_No tenía mucha confianza en que iba a funcionar, ¿No?- bromeó el otro chico,que ya estaba entusiasmado con la historia.

_Y... Algo muy útil no era al final de cuentas, era un armatoste ruidoso que no podía ir a mas de 12 km/h.

_Mejor voy caminando- dijo Mabel, quien se sorprendió a sí misma por su intromisión. El muchacho le sonrió y respondió

_Tal cual, pero fue una gran novedad en ese momento. Y todavía lo es: a pesar de haber pasado años tirado en un gallinero en el patio de su fabricante, hace un tiempo su hijo lo restauró para que fuera exhibido en el Museo del Automóvil Juan Manuel Fangio, y ahora está acá, en Campana, donde todavía desfila en algunos actos.

_¡¿Funciona?!- preguntaron a la vez la pareja y Mabel.

El joven de los ojos bonitos asintió con la cabeza.

Los cuatro permanecieron en silencio hasta que el tren volvió a arrancar.

_¿Querés venir a comer algo conmigo?- dijo a Mabel su compañero de asiento.

_¿A dónde?- preguntó ella algo sorprendida.

_Al vagón comedor. De paso, dejamos solos a estos tortolitos.

El otro chico rió, mientras su novia fruncía el seño.

_No sabía que había comedor. Qué bueno, porque tengo hambre.

En el comedor hablaron de cientos de cosas, algunas superficiales, otras profundas, unas mas personales. Mabel contó su historia, lo que la llevó a subir a aquel tren y las ganas que tenía de vivir cosas nuevas que la ayudaran a tomar una decisión.

Cuando volvieron a sus lugares, Mabel volvió a dormirse profundamente.

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⏰ Última actualización: Jan 11, 2017 ⏰

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