II

524 61 19
                                    

Querida Amy:

Supongo que la carta anterior trajo a tu mente el recuerdo de ese beso (terrible en ese momento) que terminó por ser el inicio de un "nosotros". Todavía recuerdo tus lloriqueos...

-¡Noooo! - llorabas desconsolada - Mi primer beso tenía que ser especial.

-Considera que lo acabas de tener con la última forma de vida perfecta. - dije tratando de mostrarme indiferente, pero la verdad es que estaba tan perturbado como tú - Si alguien debería llorar soy yo. Acabo de besar a la molesta Amy Rose.

-Tonto... - dijiste tratando de limpiar tus lágrimas que me parecían adorables.

Esa mirada tan brillante y pura que reflejaban tus ojos estaba produciendo extraños sentimientos de los cuales no estaba consciente que poseía. Sin embargo, estos me incomodaron de inmediato y al verte todavía llorando me hicieron sentir culpable de nuevo. Algo tenía que estar pasando conmigo. No era natural en mí el sentir culpa por mis actos ya que estos siempre estaban planeados. Me acerqué a tí y mientras seguías lloriqueando te levante. Por la sorpresa dejaste de llorar, te aferraste a mí (seguro pensaste que te echaría) y te dejé en el sillón para luego acariciar tu cabeza.

-No soy un perro. - te quejaste.

-Lo sé. - te respondí con suavidad.

-¿Entonces por qué siempre que me pasa algo malo terminas acariciando mi cabeza?

-Espero que con "algo malo" no te refieras a que acabas de besarme. - dije molesto al sentirme ofendido (aunque en ese entonces no sabía porqué) - De todas formas si no te gusta que te acaricie dejaré de hacerlo.

-No me refiero a eso. - te sonrojas - En realidad se siente bien. Pero nadie hace eso más que tú.

-Tal vez soy el único que lo hace debido a que el resto ignora lo reconfortante que se siente.

-¿Significa que te gustan las caricias en la cabeza? - no respondí a aquello, lo que fue suficiente para que entendieras la razón - Ya veo. Creo que soy afortunada.

-¿Afortunada? - me causó gracia, pero pude disimular mi risa - Considerando que eres secuestrada por Eggman en cada uno de sus ataques, que eres tan débil que te pones a llorar por un simple raspón, que cada vez que persigues al Faker tú...

-Ya entendí, no es necesario que sigas. - inflaste tus mejillas al enojarte, cada vez que hacias eso me tentabas a estrujarlas cual plastilina - Me refería a que siendo la única con la que compartes esas caricias es especial. Después de todo pensé que me odiabas.

-No tengo ninguna razón para odiarte. - me puse a recordar nuestras constante peleas en las que suelo ser yo el que inicia - ¿Por qué crees que te odio?

-Porque soy débil y sé que no te gustan las cosas débiles. - ocultaste tu rostro entre tus rodillas por la pena - Eso es evidente.

-Tienes razón. Detesto las cosas débiles. - te observé fijamente y me di cuenta que empezaste a temblar - Pero tú no eres una cosa. Eres solo una mocosa algo molesta que a pesar de mis provocaciones termina perdonándome casi de inmediato.

-Entonces tú...

-No te odio. Solo necesitas más atención que el resto y molestarte forma parte de eso.

Recuerdo haberte dado la espalda. Pero todavía te observaba por el rabillo del ojo y pude advertir en tu rostro una pequeña sonrisa. Después, acordamos que el beso quedaría en el olvido y procurariamos tolerarnos. Terminaste quedándote a dormir aquella noche apenas el pastel estuvo listo. Pero ni siquiera yo pude ser consciente de que al día siguiente ya nada era igual.

Era de mañana y yo tan solo quería seguir durmiendo, pero eso no sucedería ya que al poco tiempo apareciste tú. Abriste la puerta de golpe y te acercaste a mí, que procuraba ignorar tu existencia y seguir con mi descanso. No obstante, cuando creí que te resignaste y te fuiste... Regresaste corriendo a toda velocidad para terminar saltando y cayendo sobre mí.

-Shadow ya levántate. - creeme que en ese momento te estaba maldiciendo - Hoy hace un lindo día. Además, tenemos que llegar a la base y debes ayudarme a llevar ese pastel.

-Mi buena acción consistía solo en ayudarte a hacer otro pastel.

-Toma la responsabilodad completa y ayúdame. - pusiste tu típica mirada de cachorro a la que ni siquiera yo era capaz de decir no.

-Solo si me das tiempo a poder darme un baño. - suspiré resignado a tener que levantarme.

Estuviste de acuerdo y me diste espacio para que pudiera alistarme. Mientras me encontraba en la ducha y dejaba que el agua caliente cayera sobre mí... Yo debo decirte que no pude evitar pensar en tus labios. Lo sé, aquella vez prometimos olvidarlo, pero por más que quisiera me era imposible que el recuerdo del sabor que tenían tus bellos labios se apartara de mi mente. De alguna manera y creo que es ahora cuando lo noto, para ese entonces ya estabas grabada en mi corazón. Amy, acaso todo aquello ¿estuvo mal?

Una vez bajé a la sala de estar, tú ya me esperabas ansiosa y no entendí porqué, después de todo estaríamos en la base en un dos por tres. Observé mejor el pastel y noté de inmediato que era mucho más grande que el que habías preparado antes. En ese momento me estaba odiando por haberme arrepentido de lo que hice (ya para ese entonces me molestaba todo lo que hacías por el Faker). Cuando notaste mi presencia me dedicaste una sonrisa, una de esas inocentes sonrisas tuyas.

-Tardaste un poco. - dijiste toda relajada.

-Lo sé, pero de todas formas llegaremos rápido. - fue cuando sujeté tu mano y el pastel, saqué mi esmaralda caos - Caos Control.

Dos palabras fueron suficientes para que apareciéramos en la cocina y apoyáramos el pastel sobre el enorme mesón que allí se encontraba. Recuerdo que casi de inmediato solté tu mano y desaparecí de ese lugar, por supuesto me di cuenta de que tratabas de decirme algo, pero en ese momento no estaba de humor ya que dentro de unas pocas horas llegaría el Faker. Lo último que quería durante ese día era verte entregarle aquel pastel de chocolate. De modo que las siguiente horas las pasé dormitando sobre la rama de un árbol, eso fue hasta que recibí una llamada de Tails para dirigirme a la base. De mala gana tuve que ir, pero admito que me sorprendiste cuando llegué.

-¡Shadow! - sujetaste mi mano y me conduciste al comedor - Te tardaste.

-Lo sé. - fue lo único que alcanzé a decir tras darme cuenta de que se encontraban todos comiendo de tu pastel, por lo que no quise quedarme con la duda y te atraje un poco a mí para poder susurrarte - ¿Acaso ese pastel no era solo para el Faker?

-En un principio, pero anoche me lo pensé mejor y preferí hacer uno más grande para poder compartirlo con todos. - dijiste feliz - Traté de decírtelo, pero te fuiste de inmediato. Además, fue la mejor decisión ya que Sonic no quizo ni probarlo ya que no le gusta mucho el chocolate.

-¿No te molesta? - a decir verdad no quería ni mencionarlo, pero no pude reprimir mi voz.

-¿El qué?

-Que el Faker no se haya molestado en siquiera probarlo.

-Siendo sincera ya me lo esperaba, sé bien que a Sonic le gusta el de vainilla. Pero a mí el sabor de vainilla no me gusta. - reíste ante aquella idea - Aunque es lo de menos, me siento satisfecha al poder compartir con todos. Gracias por eso Shadow.

Me ofreciste una rebanada del pastel y me di cuenta que al mismo tiempo el Faker no me quitaba la vista de encima. Por lo que me pareció divertido provocarlo y lo recibí con gusto. Jajaja después de eso recuerdo que el azulado te pidió que le dieras un poco. Y pensar que lo despreció en un inicio. Por mi parte apenas lo degusté me encantó, la masa era exquisita y el sabor del chocolate invadía mis papilas gustativas. Pero quien diría que lo que pasó después no haría nada más que unirnos.

Bueno mi Rosa creo que ya es un poco tarde y debo admitir que el sueño está apoderándose de mí. Mañana volveré a escribirte. Por ahora lo mejor será apresurarme si quiero llegar al buzón de correo a tiempo.

Por siempre tuyo,

Shadow the Hedgehog.

Pase Lo Que PaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora