semi-automatic

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la pequeña puerta fabricada de madera, de aquel apartamento se cerró en un gran portazo resonando con furia total, al mismo tiempo que un millón de quejas y súplicas se aproximaban. 7:30 pm y lo único que josh quería era ir a dormir para olvidar su estadía en aquella ciudad calurosa y rutinaria.

debby lo miró con sus ojos entrecerrados mientras soltaba constantes suspiros. divisó su cabello azul desalineado por la desesperación de no poder hallar una situación, y es que después de meses aquel sujeto extraño de bonitas facciones volvía a aparecer en su vida intentando recuperarle.

josh se sentía perdido y quería continuar su vida junto a debby, la chica que había puesto empeño total en ayudarle.

"josh" la teñida murmuró levantando su cuerpo del sofá viejo que contestaba con la sala del apartamento "iré a la habitación y-" hizo una pausa "y quizá puedas ir después conmigo para charlar sobre esto y pedir disculpas".

sus dedos se posaron en el hombro del tintado, intentando crear calidez profunda en una situación jodida por emociones intensas que un chico se había molestado en crear.

"espera ¿qué?" musitó burlesco alzando su rostro en dirección hacia ella, encarando así su ceño fruncido ante tanta molestia "no diré perdón" josh soltó "no tengo que pedir disculpas" negó "no trates de culparme, no es como si yo hubiese querido mirar de nuevo sus malditos ojos castaños después de un año completo" quitó con brusquedad la fina mano de su novia.

"josh" murmuró la chica insistente.

"no voy a decir perdón, ¿está bien debby?" se levantó del suelo y le miró con súplica.

se sentía mal, se sentía débil. mirar a tyler fatigado de la situación lo estaba rompiendo lentamente. ¿qué se supone que debía hacer?. debía sólo perdonarlo después de haberle abandonado, o sólo debía pedirle que se fuera y que jamás lo volviese a buscar.

un "está bien" se escuchó tras su espalda antes de escuchar firmes y descalzos pasos alejarse de aquella sala maltratada.

aire fresco era quizá lo único que necesitaba. tyler y su presencia en Los Angeles ocasionaba que todo se volviese más difícil de lo que era. mirar aquel anillo bañado en oro sobre su cuarto dedo en señal de que alguien más lo había tomado era jodidamente molesto.

cerró sus ojos y estrelló su puño derecho contra la pared del apartamento. un gran hoyo no tardó en aparecer, al igual que las lágrimas resbalando por sus mejillas.

una sensación exquisita de nicotina en sus pulmones se hizo presente, obligando a tragar aquello que sentía para salir de su casa y querer caminar por la playa.

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⏰ Última actualización: May 03, 2017 ⏰

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