Sueño

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Dedicado a una gran escritora que me hizo fantasear durante un rato y lleno mis noches con mágicas sonrisas. Gracias por una historia tan hermosa y llena de amor.

Para Moondance con tanto cariño.

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Sueño con estar a tu lado y escuchar la música recorrer tu cuerpo; sueño con mirarte profundamente y devorar tus ojos de dulce chocolate. Quiero perder la cabeza, la cordura y fingir demencia al tenerte sólo para mi.

De nueva cuenta entraba en aquella enorme habitación, tan familiar y a la vez repleta de esa aura misteriosa que siempre la caracterizaba. Había pasado por esas enormes puertas un sin fin de veces en el pasado, pero nunca antes había sentido esa sensación estrepitosa invadir todos sus sentidos. Era como si una oleada de añoranza lo impactara en el rostro y derritiera de a poco el hielo de su corazón.

Por un momento se vio sumergido en una fantasía un tanto infantil para la edad que tenía; su madre parada frente suyo le sonreía, acariciaba sus mejillas sonrojadas y reía melodiosamente a su alrededor. Volvía a tener tan sólo 5 años, ella tan hermosa y joven como la recordaba; su cabello platinado bailaba al compás del viento primaveral y ese sombrero que acostumbraba a llevar consigo salía volando por los aires sin que consiguiera agarrarlo. Escuchó su nombre formarse en la comisura de sus delicados labios, lo llamaba una y otra vez sin que pudiera reaccionar. Deseaba que ese momento fuera eterno, que al despertar ella siguiera con él.

— Lo has encontrado — dijo poniéndose a la altura del pequeño y acercándose lentamente hasta topar su nariz con la de él, quien encantado la miraba rebosando de alegría — No lo dejes ir —susurró quedamente y deleitó las pupilas del más joven con una radiante sonrisa — Síguelo hasta el fin del mundo, así como tu padre me siguió a mi —  se acercó y besó su frente con suma ternura, desencadenando una mezcla burbujeante en todo su pecho.

Sus ojos se cerraron por un par de segundos y al abrirlos se encontró de nuevo sólo, parado justo debajo del marco de aquellas imponentes puertas. Siguió caminando y adentrándose en la oscuridad. Su corazón en esos momentos latía con fuerza, descarrilado, al borde de la locura, pues algo nuevo crecía de apoco en su interior.

A lo lejos sentado en un piano lo vio. Su padre tocaba la melodía que solía escuchar cuando era un pequeño crío. A un lado encontró el violín que su madre le había regalado y el cual había olvidado con el paso de los años; lo tomó entre sus manos y empezó a tocar.

Todo se llenó de colores, en ese instante se encontraba en el salón de su pequeño hogar; su padre sonreía y él sumergido en las notas musicales reía, disfrutando de la magia que ambos creaban desde lo profundo de su alma.

No duró mucho aquel momento encantador, lentamente su violín desapareció y solo quedó la sensación en sus dedos, moviendose ágilmente por las cuerdas, acelerando los latidos de su corazón.

En medio con la luna iluminando la estancia, estaba el piano, esperando a por él. Su peludo amigo apareció de la nada y se le aventó hasta tirarlo en el piso. Lo lamió un sin fin de veces hasta que lo alejó cariñosamente y se paró. Se miró en los espejos que poco a poco aparecían rodeando todo el salón, sin recordar en que momento su ropa había cambiado y se había convertido en un precioso traje que iba desde tonalidades rosáceas a moradas, con detalles en color dorado.

Sonrió y extendió sus brazos, por un momento imaginó que podía bailar sobre el hielo; brincando en el aire y sintiendo la música adueñarse de todo su ser, como si dos alas se extendieran en su espalda. Sintió el viento frió en su rostro y olió el perfume de la naturaleza; era un sueño hermoso pero aun incompleto, faltaba lo más importante y por lo que su corazón daba vuelcos.

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