El juego terminó. © [JASN #3]

#9 Verdades

Matt's POV

Blake al fin nos trajo a casa, estaba agotado, sólo quería ducharme, seguramente estaba destilando cloro o cosas así. Pero Beth me ganó, y eso es espantoso, porque ella suele tardar más de 15 minutos, debe ser todo un lío tener el cabello largo.

Mientras Beth se duchaba, yo revisaba mis redes sociales, y en Instagram, el #DíaRealEnLaPiscina se volvió trending topic o algo así, porque un montón de gente lanzaba sus teorías, comentarios o saludos con el hashtag (Y claro que respondimos, pero eso es otra cosa); estaba muerto de sueño, así que mi única opción era gritarle a mi hermana que se apresurara. Hasta que salió.

–¡Por el amor a los waffles, gracias!–Dije mientras la veía salir.

–Con crema y frambuesas.–Me corrigió mientras arrugaba la nariz.–Ahí tienes, idiota, ahora dúchate.–Dijo mientras iba a su habitación y me daba una sonrisa.

Tomé una rápida ducha tibia de 5 minutos y salí, me vestí y aproveché que mis padres ya habían llegado, porque mamá me preparó un rico chocolate caliente.

Junto con Beth les estuvimos platicando acerca de lo que hicimos allá en la piscina.

–Me alegro que lo hayan pasado bien, niños.–Dijo mamá, mientras ella y papá sonreían.  Con Beth nos miramos a los ojos, este era el momento, era un poco incómodo decirles esto pero alguien debía tocar este tema algún día.

–Padres...–Dijo Beth para atraer su atención, ambos nos miraron. Yo debía seguir, porque como fiel hermano mayor debía decirles yo.

–Bueno, queremos hablarles de un tema un poco delicado para nosotros.

–¿Delicado?.–Pude leer en los labios de mi padre. La expresión de ambos se volvió preocupada.

–Y es que nos angustia un poco que estén tan ausentes en casa, pero a pesar de que ya es costumbre, los extrañamos, al menos un poco.

–Es que, cariño, ya saben que estos últimos meses su padre ha estado haciendo negociaciones importantes y yo, como su esposa y la Reina, la mayoría del tiempo debo estar con él.

–Y ustedes saben que cada vez que podemos venimos a casa.

–Pero siquiera nos llaman.–Agregó Bethany. Papá iba a responder pero yo lo interrumpí.

–No, no necesitamos excusas, queremos creer que no tienen tiempo por el trabajo.

Luego todos nos quedamos en silencio mientras nos mirábamos.

Muchos pensamientos pasaban por mi cabeza en ese momento, pero no me quejo de la suerte que tengo; tengo una familia que me ama, una hermana que me brinda apoyo incondicional, una gran casa, comida y la excelente vida que tengo. Aunque sé que el Reino es la prioridad para mis padres, sólo pediría que se involucraran más en nuestras vidas.

Luego de unos minutos de silencio, ví cómo una lágrima brotaba de los ojos de mi hermana, esto de verdad le afectó.

–Vámonos.–Le dije fríamente a Beth, mientras ella se quitaba las lágrimas.

–¿Seguro? Podemos hablar de esto u...

–No. Dije que nos retiraremos, buenas noches.–Dije al borde del colapso, interrumpiendo a mi padre.

[...]

–¿No crees que fuiste un poco duro?–Me preguntaba Blake desde la otra línea.

–Lo dudo.

–¿Y cómo se lo tomó Bethany?

–Al parecer, mal. Hubieras visto su expresión, todo esto le afecta.

–Bueno, espero que estén mejor. Mándale mis saludos a la rubia.

–Ok, gracias por escuchar.

–No hay de qué. Si quieren mañana pueden venir a mi apartamento para distraerse un poco.

–Claro, no lo dudes. Que tengas buenas noches.

Me hizo bien la charla, necesitaba que alguien de confianza me escuchara y sabía que Blake sería el único despierto a esta hora.

En fin, luego de asegurarme de que mi hermana estuviera durmiendo bien, me fui a mi cama y me dormí.

«Fuerza ante la adversidad...», fue lo único que logré escuchar, una voz imposible de identificar.

Me desperté sobresaltado. Ví entrar a Beth a mi habitación.

–Buenos días.–Me saludó desanimada.

–Bueno días, también.–Le respondí.–Blake te envío saludos.

–Ah, gracias.

–¿Y cómo te sientes?

–No lo sé.

–Ah.–Reaccioné.–Blake nos invitó a su casa, ¿Quieres ir?.

–Supongo. 

–Iré a desayunar, ¿vienes?.–Le pregunté, extendiendo mi mano.

–No lo sé, no tengo ganas. Pero ya da igual, no hay nada que deban decirnos ya.

–Buenos días, niños.–Nos saludó mamá, con la sonrisa más grande que nos pudo ofrecer.

Buenos días.–Respondí con una media sonrisa, esto era algo incómodo para mí. Mamá se quedó mirando a Bethany unos segundos​, pero ella pasó de largo. Esto tiene que parar, pero yo no puedo hacer nada.

–Beth, ¿puedes venir un momento?

–No, perdón, pero tengo que salir, odio la impuntualidad.–Dijo para tomar su mochila y salir.

–¡Beth!.–Grité justo antes de que cerrara la puerta

–Lo siento, mamá, pero les tendré que pedir que por ahora no ayuden, ¿sí?, O sino lo único que harán es seguir hiriéndola. Gracias.–Dijo y subí a la ventana de mi habitación, para ver si la encontraba.