Golpes.

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En la habitación se encontraban dos personas, las cuales guardaban silencio.


Yuuri que se encontraba recostado en la cama, se veía que estaba descansando plácidamente. Hasta que, al subir por sus brazos, al llegar a las muñecas notabas las heridas ensangrentadas que se había ocasionado por tratar de zafarse de las cuerdas que lo mantenían inmóvil y Victor quien lo observaba desde una silla.

La situación no pintaba nada bien, Victor se frotaba sus nudillos mientras seguía viendo a Yuuri.
-Se ve tan bien cuando esta tranquilo- Pensó mientras le veía de arriba a abajo, al llegar a sus tobillos notó que la cuerda estaba algo floja y se levanto de su asiento para apretarla más.
-Yuuri~ ¿Porqué no te puedes mantener así de tranquilo cuando estas despierto?- Preguntó pero obviamente nadie le iba a contestar, mantenía una sonrisa mientras apretaba aquella soga, se escuchó un quejido el cual provenía de Yuuri al cuál le había dolido aquél apretón. En sus tobillos también se encontraban marcas causadas por la soga, unas ya estaban en proceso de cicatrización. Yuuri estaba despertando y nuevamente trataba de zafarse.
-Victor, por favor... Ya basta.- Dijo Yuuri mientras de sus ojos comenzaban a brotar lagrimas.

-Shhh.- Le calló Victor mientras le besaba aquéllas marcas y le acariciaba con su mano derecha las piernas. El pelinegro al sentir aquélla caricia se sacudió en forma de disgustó, lo cuál no le agradó para nada a Victor y para hacelo notar se separó repentinamente de Yuuri y se acercó a su rostro el cuál sujetó con fuerza. -¿Cuántas veces te he repetido que no me gusta que hagas éso? - Preguntó Victor mientras aún lo sujetaba del rostro con más fuerza que al principio. Yuuri estaba congelado por el miedo, era más que evidente que no era la primera vez que el ruso se ponía de esa forma, el pelinegro estaba temblando, le tenía pavor a la persona que alguna vez amo.

El patinador se dio cuenta de lo que había hecho he inmediatamente comenzó a disculparse. Lamentablemente era ya un poco tarde para éso, Victor se había puesto sobre él presionando su cuello con ambas manos impidiendo que el otro respirara. El cuerpo entero de Yuuri comenzaba a moverse incontrolable por la fata de aire, en ése momento, justo cuándo el pelinegro estaba apunto de perder la consciencia por la falta de aire, comenzó a sonar el celular del ruso haciendo que el mismo le soltara, Yuuri comenzó a toser mientras lloraba y trataba de recordar como había terminado en ésa situación.

Obsesión.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora