“En 1975 conocí a unos tipos que parecían simpáticos. Eran satanistas. Ingenuamente me uní al grupo, y empecé asistiendo a los rituales. Al principio no era más que un simple participante, pero muy pronto me convertí en un verdadero adorador del Diablo. Mi cuerpo y mente le pertenecían, yo me estaba convirtiendo en una máquina de matar”
David Berkowitz