En mi infancia básicamente todas las cosas que viví, fueron al lado de mi Hermana Maria, también estuvo en mis recuerdos y en mi memoria el rostro de mi dulce abuela Maria Cleotirde Hernández, una mujer formidable, de excelentes costumbres, creencias y valores a la cual llevo presente hasta el día de hoy, agradecida por todas las cosas enseñadas y por mi cuidado.
El amor de madre lo recibí siempre sus brazos, su amor y cariño hacia mí, son cosas que hacen que mi corazón se nuble de tristezas al saber que ya no esta conmigo el día de hoy.
El ir a buscar agua en los riachuelos lejanos por los montes con Totumas o al conocido Argibe que era un pozo muy profundo, era para mi una las aventuras más memorables debido a que por ello realizábamos varios viajes, y aunque se trataba de un largo trabajo ayudar a mi abuela y recorrer los caminos me llenaban de alegría.
Otras de las cosas que recuerdo muy bien era el ir a comprar a las bodegas que quedaban en las puntas lejanas de las montañas de aquellos montes donde viví algún tiempo, correr por todo los caminos como un potro salvaje era sentirme libre sin ataduras, las sabias palabras de mi abuela del que no hablara con gente extraña y que si veía algún hombre siguiendome cogiese una piedra corriera y jamás mirase atrás. Al llegar de cada compra o mandados de mi abuela gritaba siempre con entusiasmo "Ya llegue Maitotota, ya llegue Maitotota" así llamaba a mi abuela de cariño, y ella respondía del mismo modo a mis llamados con el apodo de "Mi Neneito", besaba mi frente, y me engueraba y me tomaba en sus brazos.
Mi abuela me mandaba a comprar con lochas, Serpentina valeriana y agua divina con la cual se bañaba y esta le ayudaba a calmar sus fuertes dolores de cabeza del cual padecía casi siempre, con un real compraba Leche y me decía como enseñanza la leche contiene vitamina A y C mija, con un medio compraba Azúcar para endulzar el tradicional café con leche mañanero, con el cual desayunabamos a diario con una criolla Arepa de maíz bien tempranito apenas cantaba el gallo.
Me crié entre montes, el sonido de las aves, ranas, grillos, bosques, riachuelos, la brisa, animales peligrosos como culebras, alacranes los cuáles aparecían casi siempre, ni hablar de los cangrejos de ríos, y anacondas hallados en los ríos, entre muchos otros más de los cuales nos debíamos de cuidar, como las panteras y tigres que aveces nos tomaban de sorpresa a la gente del pueblo pero casi siempre los ahuyentaban o casaban para vender su piel, pues sí, eran tiempos donde la vida salvaje aun abundaban en los campos, y sobre todos en los pueblos lejanos y boscosos.
El trapiche vaya que lo recuerdo bien era uno de mis lugares favoritos cuando era una niña, allí podíamos ver como se procesaba la caña para crear el melado, el azúcar morena, y el famoso papelón que utilizábamos para tomar como guarapo, colocándole el jugo de limón, en una bebida que llamamos "Papelón con limón", además siempre nos obsequiaban algo de carato del melado, que nos servía para endulzar cualquier cosa cuando no tuviéramos azúcar en casa.
Y como olvidarme de mi querido, amigo, compañero de juegos, y primo hermano Klisantos, el cual era huérfano de padre y madre, y al igual que yo se crió bajo la tutela de mi abuela. Ambos recorríamos los bosques macizos en busca de animalitos y bichos, praderas de maíz, y al llegar a los causes de riachuelos o pozos cercanos hacíamos competencias haber quien se llegaba primero y se lanzaba al agua. Las maravillosas aguas termales donde nos bañabamos junto a Maria en esas aguas calientes. Y nos levantamos bien tempranito para realizar los quehaceres y mandados pero antes nos dábamos un baño bien frío para despertarnos en las pozas cercana a las 5 de la mañana el día comenzaba siempre temprana al igual que la noche llegaba rápido y todo se oscurecía, eran las 7 de la noche y ya la fatiga y el sueño nos vencía al sentir el rico calor del fuego, ya que no había electricidad aún, mirar las estrellas era fascinante podías apreciar la galaxia entera de la cantidad de estrellas que se podían observar realmente espectacular, más el sonido de la naturaleza es algo que jamás podre olvidar.
También cortaba el monte que crecía al rededor de la casa junto a mi primo Klisantos, el cual llamaba "Santos" de cariño porque realmente lo era, contábamos los montes, para así darle de comer a un burrito que tenía mi abuela llamado "Cojín", al cortar los montes en algunas ocasiones encontrábamos mucho lo que se conoce como Guácaras de caracol, son una delicia , las comíamos, una vez que las cubrimos de sal, las lavaramos un poco para quitarle un poco de su baba, y las freiamos con su propia grasa, era una de nuestras comidas favoritas cuando eramos niños, me acuerdo que hasta peleábamos por el que había comido más y también le dábamos un poco a nuestra abuela. Tomabas la leche directamente de las cabras cuando no se podía comprar, y esta era realmente deliciosa.
Junto a mi hermana Maria, hacía muñecas de trapos y maíz, tomábamos la tusa como el cuerpo de muñeca y le dibujamos rostros con carbón o pintura echa por nosotras mismas con aceite y algunas plantas que nos servían como la Chinchamochina, el pelo del maíz era el cabello que usábamos en las muñecas. Nuestra abuela nos ayudaba con los trajes de aquellas muñecas, fue de ella que aprendía coser, cocinar entre muchas cosas más que me llenan de felicidad de tan solo recordar lo feliz que era en aquel lugar...
ESTÁS LEYENDO
Rosalinda
عشوائيBasada en la vida de Rosalinda una bella y maravillosa persona de 58 años, tuve la idea y la iniciativa de plasmar muchas cosas de su vida en este libro, y que hoy con la intención de que muchos la conozcan escribo esta historia que espero les guste.