CAPITULO I: La puerta del Desierto.

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Despierto bañado en sudor. Tengo una puntada en el pecho.

Me levanto, enciendo la luz con la sensación de que todo en la habitación da vueltas. Veo el reloj marca las 6:30, los primeros pincelazos del día se cuelan por la ventana cuando el inconfundible sonido que produce el claxon del maverik de L retumba en mi habitación.

Me apresuro a buscar las llaves antes de que...

-¡James!

... De que L gritara. Encuentro las llaves sobre el librero.

Camino hasta la ventana.

-¡James! – Vuelve a gritar L., él está de pie en el jardín jugando con su corbata-. ¿Estás ahí princesa? ¡Despierta ya, deja caer tu cabello que quiero subir!

Lo miro con cara de palo.

Ignoro su comentario por el tamaño de su estupidez y le arrojo la llave.

-¡sube!-. Le digo al dar media vuelta.

Entro al baño, escucho que sube las escaleras. L. es mi mejor amigo, aunque diga tonterías la mitad del tiempo. Su verdadero nombre es Lucas Cold, aunque prefiere que le digan L. Él es alto y delgado, de blanca tez, con el cabello rubio platinado y los ojos grises. Tiene una ondulación a en la comisura del labio que te da la sensación de que está esperando el momento oportuno para sonreír.

Abro la llave de la regadera, la dejo correr por un tiempo para que caliente y así contrarreste el frio que ha envuelto la habitación.

-¡No toques nada! – le grite.

-¡Tranquilo, no tienes nada de valor!... ¡deberías comprar cosas nuevas!

Reí.

-Cállate L. –dice una voz muy parecida a la de Nirvana, la gemela de L, aunque no tienen mayor parecido que el de haber nacido el mismo día y el color de la piel. Nirvana tiene unos grandes y redondos ojos negros, una nariz estilizada y fina, su labio superior es delgado y encaja así a la perfección con el inferior que es un poco más carnoso. Lleva la risada melena color ónix suelta sobre los hombros... Ella es sencillamente hermosa.

Después de ducharme mi reflejo sobre el espejo roba mi atención. Observo mi rostro por un momento, mi tez blanca con los ojos cafés hundidos y las pestañas rozando la piel bajo las cejas mientras que el ondulado cabello castaño cae a los costados de mi rostro. No soy el más fuerte pero tampoco el más delgado, me mantengo en una línea intermedia, pues aunque tengo el cuerpo atlético sigo siendo el confiable chico del medio. A pesar de que cumplí los 16 hace ya un par de meses.

Salgo del baño con la toalla a la cintura mientras me seco el cabello con la franela.

Trato de disimular el inminente hecho de que Nirvana está sentada en mi escritorio con las piernas cruzadas, haciendo algo en un papel que roba su atención.

Los veo y todavía me parece asombroso el hecho de que los dos modificaran el uniforme del instituto sin romper los acuerdos de convivencia. L., que esta acostado boca arriba sobre mi cama con los brazos abiertos en cruz, lleva la camisa blanca por fuera, las mangas arremangadas y el chaleco negro abierto, el pantalón negro dentro de los botines del mismo color. En cambio Nirvana lleva sobre la camisa blanca el suéter negro de su hermano (cabe acotar que le queda inmensamente ancho) con su pantalón del mismo color ceñido al cuerpo dentro de sus botas tipo militar. Que debido a su mentalidad de femi-nazi (en otras palabras feminista radical) la convierte en la única chica del instituto que utiliza pantalón.

-Utiliza la silla, estas ellas para sentarse, no el escritorio –le digo a Nirvana mientras me abro paso por la habitación en busca del uniforme.

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⏰ Última actualización: Dec 21, 2018 ⏰

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