La brecha entre la realidad y la ficción podía extenderse, contraerse, retorcerse, pero jamás creyó que esta podría romperse. No cualquier suceso tenía el poder y la capacidad suficiente como para hacer añicos ese muro, pero en aquéllos momentos, Kun estaba presenciando con sus propios ojos lo que era la perfecta fusión de ambos mundos. Aún tenía entre sus manos el pañuelo del traje de SiCheng cuando la policía llegó a su departamento, lista para examinar cada rincón de lo que, hasta escasas horas, había sido el último lugar en donde vio a su prometido.
—Señor Qian. —lo saludó un chico de apariencia joven, de igual o menor edad que él— Soy Im ChangKyun, y él es mi compañero, JooHeon. —el aludido estrechó su mano con la suya. JooHeon aparentaba ser un poco más mayor— El departamento nos ha encomendado su caso. Seremos nosotros quienes se encarguen de llevar a cabo la investigación.
En respuesta a esto, Kun solo pudo asentir con la cabeza. Se suponía que, a esas horas, él y SiCheng debían estar en la recepción de su boda. Pero, y contrario a todo lo que alguna vez pudo llegar a pensar, se vio enfrascado en un interrogatorio con ChangKyun acerca de la última vez que vio a su futuro esposo antes de que desapareciera.
—Debe responder con la mayor exactitud posible, ¿de acuerdo? —le indicó el joven, sacando un bolígrafo del bolsillo de su camisa— Tiene que ayudarnos a encontrar a SiCheng. —el detective empleó un tono de voz firme, casi como si estuviera sermoneandolo por su falta de interés. —Sé que es difícil, pero usted fue la última persona que lo vio antes de que Wong YukHei y Xiao De Jun llamaran a la policía.
«Hijo de puta» pensó. Esa persona debió de haber esperado el momento correcto para entrar, que fue, y de eso no le cabía la menor duda, cuando él abandonó el departamento. Inclusive llegó a pensar, en lo que fue el fúnebre viaje desde el registro civil a su apartamento, que su llegada retrasó el momento del secuestro.
—Nunca debí dejarlo solo. —murmuró, con una mirada vacía— Es mi culpa. Lo abandoné, lo dejé a merced de esa persona. —y un brillo de ira se instaló en sus orbes. La rabia no tardaría en burbujear hacía el exterior.
—¿Cómo está tan convencido de eso? —le preguntó ChangKyun, alzando las cejas en una expresión de incredulidad— ¿Cómo puede asegurar que SiCheng no decidió irse por voluntad propia?
—Él no habría hecho eso. —gruñó, maldiciendo en voz baja— SiCheng me ama. Él jamás me habría dejado plantado de esta forma. —cortó la retahíla del joven, con una expresión furiosa en el rostro— Lo único que ambos queríamos era pasar el resto de nuestras vidas juntos. Teníamos planes, sueños, ambiciones que compartiamos. —explicó, suavizando un poco el gesto al recordarlo.
—Entiendo. —asintió, garabateando algo sobre el papel— ¿Sabe? —inquirió, alzando la mirada— Su tranquilidad es sorprendente considerando que estamos investigando la desaparición de su prometido. Otras personas habrían reaccionado de forma bastante violenta y desesperada, pero usted es la excepción a la regla. —ChangKyun fruncio el ceño, observando el rostro de Kun con detenimiento.
El aludido no hizo otra cosa más que ponerse de pie, y darle la espalda con gesto desinteresado. Los músculos de su espalda se contrajeron, pero el movimiento fue tan efímero que a los ojos de ChangKyun pasó completamente desapercibido. Acto seguido, la voz de Kun salió apenas en un susurro.
—¿Qué quiere de mí, detective? —sonrió, pero al instante, su sonrisa fue reemplazada por una mueca de desagrado— Mi suegra no deja de llorar, y todos nuestros invitados no dejan de pedir explicaciones. Todo el peso recae sobre mis hombros, soy yo quien debe hacerse cargo de la situación. —y volteó despacio, soltando una carcajada— Y ya no lo tengo. SiCheng ya no esta a mi lado. —pero su voz se desvaneció al final— ¿Quién me asegura que aún este con vida? ¿Quién puede darme esperanzas?
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By my side » YuWin; NCT
FanficSiCheng está enamorado, Yuta no puede entender por qué no lo escogió a él. Intentó librarle de esos sentimientos, pero el día de su boda con Qian Kun había llegado. Desde ese momento supo que su vida tenía un solo propósito; mante...