Distintas almas

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A luz de la mañana se derramaba sobre la cama creando una aureola blanca en torno a la cabeza de Sélene. Los cabellos castaños del ángel, húmedos a causa del esfuerzo, cubrían la almohada como un suave manto. Estaba agotada, exhausta más bien, pero sonreía. Junto a ella, Ahrén la contemplaba con una expresión indescifrable.

Entre los dos había un pequeño bulto envuelto en una manta cálida y suave. Aún no había abierto los ojos al mundo que acababa de recibirla, pero ya manoteaba vigorosamente, ansiosa por explorarlo.

—Es una niña —susurró Sélene, emocionada.

—Es tan pequeña —comentó Ahrén—. Tan frágil.

—Es tu primera hija humana —dijo el ángel—. Es natural que notes la diferencia.

El bebé bostezó. Ambos sonrieron.

—Me gustaría llamarla Emma —dijo Sélene.

—¿Emma? —se extrañó Ahrén—. ¿Como la hija de Aleksei?

—En su memoria, sí. En recuerdo de la primera hija del equilibrio. 

—Muy bien, pues —aceptó el demonio tras unos instantes de reflexión—. La

llamaremos Emma.

Alargó el dedo índice para acariciar la carita de la pequeña. Ella arrugó la nariz y

abrió un poco los ojos.

Aún era pronto para asegurarlo, pero a Ahrén le pareció que tenían un color

peculiar.

Verde celeste, tal vez.

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⏰ Última actualización: Jan 19, 2014 ⏰

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