Delirios

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Otra vez atormentaron mi mente aquella noche. La oscuridad yacía en mis sueños, yo lo vi, recuerdo como se elevaban las sábanas blancas y viejas, con puntas rotas y descocidas, quizás no eran blancas, quizás eran marrones claras, sucias por el polvo del piso donde se encontraban, y grité, con todas las fuerzas que poseía mi cuerpo en ese momento, hasta quedarme sin aire.. Sin aliento para poder seguir viviendo, pero viví para poder contemplar lo que se aproximaba a mis ojos. En estado de calma y frialdad me miraba, una sombra oscura que me dejó aterrorizada por momentos, pocos minutos que poseían millones de segundos en la eternidad de aquel instante, y reaccioné, le grité que se fuera, pero quieta se quedaba allí, mirándome.
Era un ser oscuro, tomando altura se hacía cada vez más grande en la inmensidad de la oscuridad, con un manto largo y una voz tenebrosa, me intimidaba, hasta que en un momento, desapareció.
Mi madre fue al jardín de en frente, en mi confusión, no logré descifrar como llegué hasta mi casa, y contemplar como un hombre con un arma afilada intentaba asesinarla. Todo salía de control, y no podía mantener la calma para poder pensar y reaccionar con lógica. Entonces logró cortarla por debajo del estómago, y en mi desesperación, busqué un objeto para poder golpearle, hasta que logré que la soltara, pero ya era tarde, no la volvería a ver nunca más respirando en su forma humana.
Miré detenidamente al espectro, y pude distinguir que era el padre de una amiga. Subió por todo mi cuerpo un escalofrío y un gran sentimiento de traición, me preguntaba cómo era posible que sucediera algo así.
Pasaron minutos que parecieron horas, con la cabeza tendida en el piso, como si las lágrimas lograran resolver las cosas, y al levantarme, me encontré en un lugar extraño, por la infraestructura, y los objetos, podía distinguir que era un colegio.. Y al mirar a mis espaldas, tal como si fuera la mismísima serie de Zombis tan famosa, venían corriendo monjas con sus túnicas totalmente ensangrentadas y objetos filosos que llevaban en sus manos. Corrí por corredores eternos, lo único que quería, era salir de allí.
Recuerdo que me tropecé y alguien agarró mis manos, miré su rostro; yo conocía ese rostro, lo pude distinguir, era un viejo amigo, al que no veía hace muchos años, su nombre era Luciano, pero en su rostro podía ver tinieblas, su mirada no me daba la seguridad que él pudiera ayudarme y corrí, hasta lograr salir. Caminé por un bosque oscuro, a mi lado se encontraban mis hermanas. Quería huir de aquel lugar y llegar a mi hogar otra vez, hasta que desperté.
En ese instante, se despertó de mí un llanto descontrolado, no podía recordar lo que había soñado, pero si a las personas que había perdido una vez, y me sumergí en un mar de sentimientos y emociones del cual no podía escapar, de cómo mis sueños afectaban mi realidad. Lo recordé a él, las curvas de sus perfecciones, recordé como sus labios poseían ese tinte rojo carmesí que enloquecían mis emociones, también recuerdo sus imperfecciones, y como nuestras diferencias complementaban nuestras almas, como el azúcar hace dulce al limón y como ahora todo puede desvanecerse, en recuerdos y memorias, y en donde mis sueños te busco, te busco para no dejarte ir, para encontrar una gota de felicidad otra vez y en dónde mi subconsciente no te niega, porque te extraña con la misma intensidad con la que una vez te amo mi realidad.. Pero como a su vez mi realidad no quiere recordarte, porque nadie posee sus perfecciones e imperfecciones. Ignoro la realidad para no sufrir, porque al encontrarlo en mis sueños, me ahogo en tristezas y melancolías, por el hecho de no poder cambiar el hoy para poder tenerle, y no sentir la soledad por haberlo perdido.. Por el anhelo de no haberlo abandonado cuando más lo necesitaba, porque en ninguna otra mirada encontraré lo que veía a través de sus ojos, mi alma inmersa en las profundidades de la suya.
Y me detuve a reflexionar, debía parar de pensar en aquellas personas que se fueron de mi vida, porque una vez entendí que la felicidad de cada uno no depende de nadie más, sino del valor propio que se siente a sí mismo. Miré a través de mi ventana, y observé el paisaje, como aquí, frente un río que nos puede parecer tan simple en su naturaleza, dónde fluyen inmensas cantidades de agua que vienen y van de un lugar a otro, tan cambiantes.. Como el universo y la vida humana que puede girar de rumbo en un instante del tiempo. Sólo brilla en mis ojos los recuerdos de aquellos que se fueron.
Me volví a recostar, y a través de las lámparas relucientes de luz oscura y tenue como la noche, se reflejaba en su brillo un gritar de auxilio, de aquellos que se escuchan por más que se los lleve el viento de la marea y se conviertan en niebla, como gotas de rocío en el alba del llanto de un niño. Y entré en sueños, hasta poder dormirme profundamente y despertar a las 3 de la madrugada. Agarré el teléfono, y llamé a una amiga, hablamos cinco minutos, y corté; ella acababa de llegar de un viaje a Inglaterra y quería asegurarme que estuviera bien, volví a dormirme.
Recuerdo soñar que estaba acompañándola en su viaje, y sentir como si ya hubiera padecido algo similar, como todo se tornaba oscuro y a nuestro alrededor aparecían sombras oscuras, de ojos rojos y que lloraban sangre, repitiendo nuestros nombres una y otra vez, logrando que el pánico nos invadiera hasta el punto de correr y correr otra vez por laberintos eternos sin ninguna salida, hasta tropezar con una roca y caer.
En ese momento, desperté.. No sabía distinguir mi realidad de mi subconsciente, e inundó en mi cuerpo un sentimiento de tranquilidad, por caer en la suerte de que solamente había sido otra pesadilla más. Salí de mi cama, crucé por la puerta, pero otra vez volvieron escalofríos a mi cuerpo. Logré darme cuenta que era el mismo lugar donde tropecé con la roca, y contemplé a mi amiga muerta. Al voltear, vi a la sombra oscura, mirándome a los ojos.

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⏰ Última actualización: Jan 13, 2017 ⏰

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