Eevee: Mamá, voy a salir a dar un paseo.
Leafeon: Vale cariño, ¡pasalo bien!La Familia Eevee vive en un pueblo costero, donde el agua del mar es muy agradable para darse un baño incluso en la estación más fría.
También hay numerosas casas y grandes prados de hierba, que muchos Pokémon de tipo planta disfrutan. Además también posee un denso bosque.Eevee fue andando por un camino cercano al bosque, pero que no se adentraba demasiado en la vegetación. Le encantaba caminar por la naturaleza, solitario, pensando en sus cosas. Úlimamente le tenía muy preocupado el hecho de su futura evolución, ya que no sabía con certeza a quién evolucionar.
Eevee: ¿Jolteon? No, demasiado nervioso e inquieto para mí, no me adaptaría bien. ¿Y Glaceon? Hmm, no me gustan nada las cosas relacionadas con el frío, así que... paso. ¿Entonces, Flareon? Pues... no estaría mal, pero... no tengo a nadie que encienda una llama en mí...
Se puso triste por su indecisión, y se tumbó en la hierba un rato para desahogarse mediante lágrimas, ya que él era muy inestable emocionalmente.
Eevee: Quizás... Umbreon sea la mejor evolución para mí, ya que mis días están llenos de soledad y de tristeza, como la oscuridad...
Después de finalizar el llanto, continuó andando, hasta llegar a unas cataratas ubicadas a dos kilómetros del comienzo del camimo. Eevee se situó al lado de la catarata, se acostó y cerro los ojos, para escuchar el relajante sonido del agua, que caía y volvía hasta el río de nuevo para continuar su trayecto.
De pronto escuchó que alguien estaba andando por el camino. Era una Eevee con el pelaje muy bonito y bien cuidado. Sus ojos eran grandes y atractivos. La Pokémon se paro unos segundos a mirar la cascada, y el protagonista vio que en ellos se vislumbraba el reflejo del agua de la cascada.
Después ella se fue, caminando a paso algo lento por donde había venido. A Eevee le entraron ganas de conocerla, ya que era de su especie y pensaba que se podrían llevar bien, pero estaba demasiado cómodo tumbado en la hierba para ir tras ella; la pereza tenía apoderado al Eevee en esos momentos.
Después de decansar un buen rato se percató de que quedaba poco para que el Sol se ocultara por el Monte Ígneo, una gran montaña situada a varios kilómetros del pueblo. Eevee se fue a su casa, pensando en si volvería a pasar aquella Eevee tan misteriosa.
Después de cenar unos pokochos, Eevee se fué a dormir, con más animo del que tenía en el momento del paseo.