Capitulo IX: Extrañar.

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Afortunadamente, pocos días habían pasado desde lo acontecido y dar, finalmente, con el asesino de la mano del Rey, junto a la aparición de la princesa Catalina y la persona culpable de su secuestro. Aquellas horribles personas tendrán su merecido, justo debajo de la horca con una sentencia a muerte, dada por el mismísimo Rey.

Todos sintieron alivio por las buenas noticias que llegaban, se podría respirar de vuelta la paz y tranquilidad de los reinos. Por supuesto, ahora debían elegir al nuevo sucesor e integrante de la mano del rey. Muchas propuestas le habían llegado a Carlos esa tarde, incluso Miguel tuvo que ayudarle con ellas. A Carlos le pareció buena idea escoger a Felipe, pues, había sido gran influencia esta temporada. Miguel lo apoyaría en su decisión y esperaban darle la noticia tan pronto como fuera posible. Además, era algo obvio apoyar a quien seria su suegro próximamente.

Por otro lado, Miguel se sentía mas libre ya que su padre le había dejado salir después de tanto tiempo encerrado en su habitación, ademas, aguantándose a Natalia. No podía haber sido mas insoportable esos días, pidiendo hasta que se vistiera como ella decía. No la aguantaba ni un rato mas. Hasta su hermana se daba cuenta de lo arrogante que era aquella muchacha.

Más tarde ese día, fue a visitar a Alejandro, quien le había comentado lo mucho que le echaba de menos y lo que se preocupo, temía por su vida y era la primera vez que aquello sucedía. ¿Cómo no iba a estarlo? Si su mejor amigo, el único e inigualable,  era el ser mas importante para el reino. Cualquier acontecimiento que pasara estaría involucrado, ya sea mínimo o muy grave. 

—No podía pensar en eso, te lo juro. Me asustaba cada noche pensando en que te podrían hacer algo.

—Es muy lindo.—rió Miguel.— Es adorable.

—Calla, enserio temí por ti.

—Lo sé pero lo bueno es que ya todo paso.—sonrió, acariciando su hombro.— ¿Sabes de Rubén?

—La última vez que lo vi fue la anterior noche, estaba con marcas moradas debajo de sus ojos. Me contó que no había podido dormir.

—¿Por qué?

—Deberías preguntarle tu mismo.—dijo como si fuera obvio.— He notado su repentino acercamiento, espero que no me cambies por él, eh.

—No lo haría. Tú eres el primero.

—Espero.—lo señalo con su indice, retándolo.— ¿Por que os habéis vuelto tan cercanos?

—Me agrada, y al parecer yo a él también. Quizás sea eso.

—"Quizás sea eso"—repitió en susurro.— No lo creo.

—¿Qué insinúas?

—Nada, solo decía. En fin, deberías ir a verlo ahora. Esta igual de preocupado por ti.

—¿Enserio?—sus ojos se han iluminado de repente, mostrando un brillo especial.

—Si, ve.

Alex dejo que el príncipe Miguel fuera en busca de Rubén, su nuevo amigo. Le daba ciertos celos, pero sabia que entre ellos existía algo muy especial, algo que jamas había visto en dos personas. Una relación que no debía romper, un lazo fuerte y una conexión verdadera. Le daba un poco de miedo que aquello fuera algo mas que amistad. Pero claro, ellos no se habían percatado de ello.

Como de costumbre, Miguel a llegar a la casa de su amigo, estaba situado en la ventana, viendo los girasoles posados en ella, pensativo y relajado. Al sentir presencia del pelinegro, corrió tan rápido a abrir la puerta para darle un gran abrazo y asegurarse que estaba bien. Miguel se hallo confundido y extrañado ante semejante muestra de gratitud. Sin embargo, correspondió a su abrazo.

—Estas bien...—susurro aliviado.

—Si.—acaricio sus cabellos despeinados.—¿y tú?

—Estoy bien.—dijo al separarse. Un leve sonrojo se apodero de su rostro al darse cuenta de lo que había hecho.—Lamento recibirte así, no debes estar acostumbrado.

—No. Pero, se siente bien.

Rubén sonrió complacido.

—¿Quieres pasar?

—¿Podemos mejor ir a caminar?

—Claro.

Rubén siguió los pasos de su acompañante, en silencio esperando que dijera algo. Este, por su cuenta, pensaba en algo interesante que decir, pero, no podía, no le salia, estaba nervioso. Jamás había sentido algo similar, mas aun sabiendo lo mucho que lo extraño estos días preocupantes. Y era que verlo casi siempre, por supuesto que iba a hacerle falta, mas cuando es alguien quien le gustaba su presencia.

—Rubén...—lo llamo captando su atención.— ¿Te agrado?

—Por supuesto. ¿Cómo no podría? Eres tan bueno. Todos lo piensan así, eres lo mejor que ha pasado a este reino, ademas de tu padre.

Miguel lo detuvo, mirándolo fijamente.

—Dímelo como tu piensas, sin meter mi vida como príncipe.

El castaño pensó un poco aquello. Sin embargo, respondió:

—Pues, si, claro que me agradas. ¿Por qué lo preguntas?

—Quería saberlo.—sonrió.

—¿Te sientes mejor ahora?

—Si.—a su lado, siempre lo estaba.

—Y... ¿yo te agrado?—rió al pensar lo tonto que se veía haciendo la misma pregunta.

—Si.—lo acompaño en su risa.— Mucho.—murmuro.

—¿Mucho?—inclino su cabeza tal niño concentrado en un objeto dado la vuelta.

—Si.—rasco su nuca como si le hubiera picado algo.

—Es bueno saberlo.—le regalo una leve sonrisa. — Te extrañe un poco.

—¿Solo un poco? Pensé que mas.

—Bueno si, tal vez un poco mas. —rodeo los ojos.— Solo un poco mas.

—Vale, vale.—rió. — Yo si te extrañe mucho, sabes.

Y ahi iba de nuevo, Rubén se sonrojo tal manzana posado en su comedor. Agacho su cabeza buscando alguna explicación en el suelo.

—Es raro.—se dijo Rubén.

—¿Qué?

—Nadie me había extrañado antes.

Miguel se sintió mal al escuchar eso, quería protegerlo con todas sus fuerzas. No hizo mas que abrazarlo y sostenerlo tan fuerte para que sintiera que no estaba solo, tenia a alguien en quien arroparse. No hallaba explicación para sus sentimientos ahora, pero no le importaba salvo Rubén, él era lo único importante en todo ese asunto y lo protegería como si fuera lo ultimo que haría.

Rogel. (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora