Capítulo 7.

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Jack detiene su coche frente a un restaurante carísimo y yo temo por el bienestar económico de mi billetera de inmediato. Estamos en uno de los lugares más acomodados de Montréal y me siento súper extraño. No quiero decir que el lugar donde nosotros vivimos sea un mal lugar pero este... bueno, este es mucho más diferente al de nosotros.

Mi mejor amigo quita la llave del contacto y se desabrocha el cinturón de seguridad. Cuando está a punto de bajar, me lanza una mirada y frunce el ceño porque yo no he hecho ni un ápice por moverme de mi cómodo asiento.

—¿Qué tienes? —pregunta Jack.

Aparto la mirada de la ventana y giro la cabeza para mirarlo.

—¿No es muy costoso este lugar? —muerdo mi labio inferior y suspiro— Realmente prefiero que vayamos a un Taco Bell.

Él rueda los ojos —Tristan nos está esperando, hombre.

—Lo sé pero yo no tengo...

—No seas llorica —me interrumpe con tono brusco—. Él nos invitó a comer, ¿recuerdas?

—Sí lo recuerdo. Pero también recuerdo que él estaba lo suficientemente borracho como para olvidarlo.

Jack farfulla un par de palabras inentendibles y saca el teléfono de su bolsillo. Lo desbloquea y presiona dos veces en su pantalla antes de enseñarme.

—Él me envió un mensaje recordándome que nos había invitado a comer y que no nos preocupáramos por la cuenta, ¿ves? Ahí también dice "invita a tu amigo, el rubio".

—¿Y si comemos demasiado?

Él ríe y se sacude el cabello medio ondulado.

—No te preocupes. Ahora, baja ese culo hediondo que tienes y vamos a comer comida de verdad.

Me desabrocho el cinturón de seguridad y abro la puerta para bajarme de un sólo movimiento. Jack me espera y cuando llego a su lado, ambos caminamos al lujoso restaurante.

Jack empuja la puerta y en el mismo momento en que pongo un pie dentro, me doy cuenta que mis sospechas eran verdaderas: cada esquina de este lugar huele a dinero.

Una chica nos recibe con una grata sonrisa y nos da la bienvenida, invitándonos a pasar. Nos señala una mesa en el centro y Jack le agradece con una sonrisa torcida, haciéndome reír en mi interior. Qué idiota más cara dura; esta coqueteando libremente con una chica y no recuerda que su "no novia" está estudiando en Estados Unidos.

Jack y yo nos sentamos y mientras mi mejor amigo tamborilea los dedos sobre la mesa, yo me dedico a mirar todo a mí alrededor. Las personas que ocupan las mesas se notan sofisticadas y por un momento yo me siento una especie de pordiosero.

Un chico castaño de ojos azules se para frente a nosotros con una sonrisa amigable. En el lado superior izquierdo de su uniforme tiene una pequeña insignia con su nombre. Louis.

—Bienvenidos a Le Filet. Mi nombre es Louis y los atenderé el día de hoy. ¿Qué desean ordenar?

—Antes de ordenar, me gustaría saber sí Tristan está por aquí —pregunta Jack y el mesero asiente con una pequeña sonrisa en sus labios—. ¿Puedes llamarlo? Me gustaría hablar con él primero.

—Claro —guarda la libreta y sonríe, arrugas apareciendo en la esquina de sus ojos—, lo iré a buscar. Deme un momento.

Lo sigo con la mirada hasta que el castaño desaparece en una puerta con una pequeña ventana circular en la parte superior. Medio minuto después, aparece nuevamente siendo seguido por Tristan que viste su uniforme de trabajo y una bandana alrededor de la cabeza para espantar los mechones que cosquillean en su frente.

¿Cómo ser el padre perfecto? » n.h (PP #3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora