Prólogo.

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Me dolía todo el cuerpo, especialmente la cabeza

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Me dolía todo el cuerpo, especialmente la cabeza. Intenté moverme, pero estaba paralizado, no podía. Con gran esfuerzo, abrí lentamente mis ojos, estaba todo oscuro, y no oía nada. Indagué en mis recuerdos, en busca de el nombre de el lugar donde me encontraba, pero no encontré nada, no recordaba nada; ni siquiera quién era. De pronto, oí unos pasos y el sonido de una puerta abriéndose, después sentí la presencia de alguien a mi lado. Intenté mover la cabeza y ver a la persona que había entrado, pero el intento fue en vano, en su lugar miré por el rabillo del ojo y logré ver unos zapatos de cuero negros.

—Mírate, eres horrible, no podía esperar menos de una bestia. Serás perfecto para el circo, no veo el momento de domarte.

Abrí la boca con el fin de preguntarle porqué se había referido a mí como "bestia" y de qué circo estaba hablando, pero sólo llegué a articular un gruñido.

—Já, ¿intentando comunicarte conmigo, bestia? —su tono burlesco me enfurecía—. Escucha esto atentamente y tenlo presente para toda tu miserable vida, eres solamente una bestia, y sólo sirves para entretener.

Sentí como mis extremidades empezaron a recobrar su movilidad, así que nuevamente me intenté mover, pero me di cuenta de que estaba amarrado a una especie de camilla. Giré lentamente la cabeza y lo primero que vi fueron unos profundos y escalofriantes ojos negros y una sonrisa burlesca, que destacaban por encima de la oscuridad de la habitación. Una vez más, abrí la boca para preguntarle todas mis dudas, pero sólo salían gruñidos y más gruñidos; tristemente, me di cuenta de que me era imposible comunicarme con él.

—No hablo la jerga de las bestias, deja ya de gruñir. Me irrita ese sonido —cambió su expresión divertida por un semblante serio.

Dejé de intentar hablar y miré fijamente al desconocido, esperando que me aclarara mis dudas él mismo.

—¿Por qué me miras así? ¿Quieres saber dónde estás, saber qué eres y quién eres?

Asentí rápidamente y pude ver un brillo malicioso en sus ojos.

—Estás en el laboratorio de pruebas de el circo de los hermanos Schwarz. Aquí es donde se hacen a las bestias como tú. Se coge un humano, se le inyecta ADN animal, ¡y listo! Una bestia más para la famosa función de las bestias. No sabes la suerte que tienes, la mayoría muere, no soportan el ADN animal —se paseó por la habitación con las manos en los bolsillos—. Tu nombre es 4, ya que eres la cuarta bestia. Aprenderás a entretener al público, como hacen los demás que son como tú. Más te vale no intentar escapar o cualquier cosa de esas, el castigo será severo y no se tendrá piedad.

Le miré asombrado y sentí un escalofrío, temía el futuro tan desgraciado que me aguardaba.

La función de las bestias. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora