Parte I

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Dedicada a @_raz0rblade ❤

Con un ruido sordo deja la bicicleta sobre el costado de la pared de ladrillos, entra en puntas de pie. Sus zapatillas embarradas dejan un rastro sobre el piso recién lustrado, sabe que se ha pasado unas cuantas horas de su tiempo de llegada. No ha logrado subir ni el primer escalón cuando siente una presencia detrás de él.

“Louis William Tomlinson.” Un frío le recorre la médula, y aprieta los dientes. Recuperando la compostura, traga duro y se da la vuelta, su cabello pegándose a su frente.

“Abuela.” Recibe con un tono totalmente inocente.

“¿Se puede saber dónde estabas jovencito?”

El semblante compasivo delata que está perdonado de antemano, sin embargo debe responder y no tiene excusas. Su excusa es que tiene doce años, son sus vacaciones de verano, y en un pueblo donde no hay demasiado que hacer la noticia de una casa que alguien dijo “estaba embrujada” ha secuestrado su curiosidad.

“Lo siento, Eddie y yo fuimos a la casa cerca del arroyo. Jacob dijo que su hermano mayor había visto un fantasma allí.”

La mujer limpia sus manos con el delantal, y sus ojos azules similares a los de Louis se endurecen.

“¿¡Qué se supone hacías tan lejos?! Deja de escuchar las mentiras de esos niños, en este lugar no hay fantasmas por Dios santo.”

Louis intenta defenderse pero su abuela parece tener mucho más que decir.

“¿Acaso sabes lo preocupada que estaba? Louis, tu eres lo único que tengo.”

Se siente un ingrato, y quiere correr a sus brazos y pedir perdón, decir que no lo volverá a hacer y que es un idiota, pero teme hablar y romper el semblante de hombre que ha tenido que construir desde qu-mejor no hablemos de eso.

“Vamos, ve a bañarte que la cena estará pronto.” Dice su abuela, y Louis se retira hacia el piso de arriba secándose una lágrima fugitiva de la mejilla izquierda.

Hay una foto de sus padres en su mesa de noche, Louis la observa mientras se viste para ir a dormir. Están sonriendo y tienen un pequeño niño en brazos, no los recuerda demasiado y a veces piensa que es mejor así. Todo lo que conoce es su abuela Rose, y su mejor amigo desde siempre, el niño de la casa al final de la calle, Edward o Eddie como prefieren llamarlo aquellos que lo rodean.

Edward tiene el cabello castaño claro y piel blanca, la nariz respingada y es de contextura apenas más grande que Louis. Sus ojos son verdes como los tallos de las flores, a veces como las luces de neón en navidad, otras casi turquesas como si pasar tiempo con Louis afectara su iris. Pero al final del día sus ojos son cálidos, hermosos y surreales, justo como Edward.

Louis baja por el desayuno como de costumbre, hace demasiado calor porque en Florida siempre hace este maldito calor. Pero esta vez por alguna razón el aire está más viciado que de costumbre. Su abuela ya le ha dejado unos pasteles que el chico toma con un vaso de leche, pero tiene el bocadillo a mitad de camino cuando oye el escándalo. En apenas unos shorts de jean gastados sale hacia afuera, siente que el pudor de su cuerpo, hay una cantidad considerable de personas. Reconoce un par de rostros entre la multitud, intenta deducir qué atrae tanta atención pero su altura no colabora, sólo ve como una nebulosa de humo negro se expande por el aire. Está a punto de trepar al techo para saber qué sucede, pero unos brazos lo interceptan antes de que pueda moverse.

“Lou, mi amor no veas esto.” Su abuela lo sujeta contra su torso, y entre el ruido y las sirenas puede escucharla llorar.

En un segundo comprende que todo proviene de la casa al final de la calle, que algo ha pasado allí y que Edward está en peligro.

Génesis ▪ l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora