"Aquí vamos: Ella y yo..."

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Después de salir de la oficina de mi tutor me dirigí a mi salón para poder hablar con Lilian y así poder explicarle el embrollo en el que ella y yo estábamos metidos, digo, quizás más ella ya que debía alzar un poco su rendimiento escolar para poder graduarse.
Faltaba poco menos de unas semanas para el baile escolar así que debía de esforzarme con ella para no quedar como un completo tonto y estar solo en el baile de bienvenida.
Entré con paso firme al salón, me dirigí hasta su asiento y [...]
Exactamente, nada salió de mi boca, ni una palabra salió, me quedé callado, sólo mirándola. No hay nada más extraño y pervertido que quedarte frente al lugar de la chica que te gusta y quedarte sin palabras, sólo mirándola a ella; y si a eso le agregamos que soy el chico nuevo pues... No me da muchos puntos que digamos.

Regresé a mi lugar, las clases continuaron, apenas era la 3ra hora así que tenía mucho tiempo aún para comentarle que yo era su nuevo tutor y que debíamos trabajar lo más rápido que se pudiera para levantar sus notas.
Intenté hablar con ella nuevamente, decidido me levanté de mi asiento durante el cambio de hora y grite su nombre dentro del salón.
En mi mente sonaba demasiado cool, llamarás su atención y ella vendrá a ti. Pero lo que en verdad ocurrió fue que en ese momento el profesor de la materia siguiente había entrado al salón y me envió con el prefecto con la excusa de “alterar el orden”. Al salir del salón intente dirigir la mirada hacia donde ella estaba y simplemente pude ver cómo su cara se tornaba roja y soltaba un ligera risa hacia mi, quizás le pareció gracioso...

Después de un largo día y de haberme equivocado de forma horrible decidí darme por vencido e intentarlo de nuevo al día siguiente, tomé mi mochila, me encaminé hacia la puerta del colegio y escuché unos pasos por el pasillo, alguien estaba corriendo a lo lejos; bueno, eso es normal, es una escuela. Los pasos de detuvieron y como si estuviera predestinado escuche una voz angelical gritando mi nombre, el eco se escuchó por todo el colegio, y sinceramente cómo no voltear hacia atrás...

Allí estaba ella, de pié con una hoja de papel en la mano y agitada por correr tras de mí, se notaba como su cara se tornaba roja y se acomodaba el cabello cuando nuevamente aceleraba el paso y se acercaba a mi. Se colocó delante, levantó su mano y me golpeó levemente con la hoja de papel que sostenía...
-¿Lo sabías no es así?-
-¿De qué hablas?- respondí
-¡No te quieras ver guay conmigo! ¡Ya sabes a lo que me refiero!- comentó en un tono un tanto feroz
-¿Hablas sobre el programa ese de apoyo académico? Si no quieres hacer pareja conmigo por mí está bien, hablaré con el tut[...]-
De la nada ella me había cubierto la boca. Su mirada se veía preocupada y sentía como sus manos comenzaban a temblar.
-¿Corres rápido? Si es así asiente con la cabeza- exclamó
Moví mi cabeza asintiendo, que iba a saber ella de un campeón de atletismo durante el 2do año. De la nada tomó mi mano, jaló de manera brusca y comenzamos a correr hacia las escaleras, no sabía de qué estábamos escapando, lo único que pasaba en mi mente era que ella y yo estábamos corriendo tomados de las manos como en aquellas películas románticas donde al detenerse el protagonista y la chica se besaban apasionamente. De la nada nos detuvimos junto a un pilar.
-Tomame como si fuera tu novia y no me sueltes hasta que yo te diga- me dijo sonrojada
-¿Espera qué?- exclamé; nunca en mi vida había tenido novia y de la nada una chica quería que la tratara como si fuera la mía, cada vez la situación se volvía más confusa
-¡Solo hazlo! ¡No seas marica!-
Y así lo hice, incliné mi cuerpo hacia ella y la puse contra el pilar, mi mano izquierda tomaba una de sus manos mientras la derecha la tenía cerca de su cintura, ella se acercó más a mi así que podía sentir como su ritmo cardíaco poco a poco se aceleraba, yo sentía como la sangre se iba a mis mejillas y no podía disimular, quería ver hacia algún otro lugar pero su rostro era tan bello que simplemente me perdí en el, no sabía que hacer era el primer momento en el cual yo y una chica estábamos de esa manera, y no era por iniciativa mía sino de ella.
(Golpe en la cabeza)
-¿Espera qué? ¡Auch! ¡Eso dolió mujer!- grité
-¡Te dije que me soltaras pervertido!- argumentó
Cierto, me perdí en sus labios así que muy posiblemente no pude escuchar cuando ella pidió que la dejara ir, el cielo no es para todos.
-Ya se fue- dijo junto con un suspiro
-¿Qué?-
-Si, mi exnovio, anda como loco buscandome por el colegio, quiere pedirme que volvamos, pero me niego rotundente.-
-¿Puedo preguntar el por qué?-
Volteó a verme con cara de desprecio y volvió a soltar un suspiro.
-No es lo que yo estoy buscando por ahora- dijo en un tono tan confiado que me dió la seguridad suficiente para comentarle la situación del programa de apoyo.
-Lilian, tengo que hablarte sobre algo-
-¡Ya lo sé!-
-¿Lo sabes?-
-Tontito, está en el periódico mural de la escuela, además, no es la primera vez que estoy ahí-
-¿Ah no?- pregunté
-Te veré mañana en mi casa-
Metió su mano a mi bolsa del pantalón, sacó mi celular y colocó su número.
-Marcame al llegar a casa, discutiremos eso más tarde-

Y así fue, la llamé y la seguí viendo para mejorar sus calificaciones o esa era la excusa; pasaron los días y las noches, yo por supuesto me volvía más cercano a ella, quizás sin quererlo mucho me estaba volviendo parte de su vida diaria, ya no eran solo las calificaciones, sino que ahora en parte era su amigo, sol a sol la veía sonreír, veía sus bellísimos ojos y sentía sus suspiros cada vez que estaba a mis espaldas. Situaciones iban y venían, el baile cada vez estaba más cerca, pero ambos decidimos no ir a este ya que bueno, había mejores maneras de invertir nuestro tiempo, como ella decía ¿por qué hacer algo que todos los demás también van a hacer? Así que finalmente cambiamos aquella posible cita romántica en un baile escolar a una cita entre dos personas por unas hamburguesas, no me arrepiento de nada.
No teníamos más de un mes de conocernos y habíamos vivido pequeñas aventuras que para nuestra corta edad estas podían contarse como hazañas medievales. Nos metíamos en problemas como niños normales: el prefecto nos regañaba, los profesores nos gritaban; pero todo valía la pena por ver esa sonrisa, por verla a ella feliz, mi niña de las pecas, mi Lilian...

Lilian Where stories live. Discover now