Soy la bruja Karina y esta es mi historia... Durante mis doscientos años de vida trabajé en un hospital de gente repugnante, la verdad es que dan asco los humanos, no los soporto. Sus caras redondas, sus asquerosos mofletes rojos, sus manos jugosas... buah! Por favor, que asco, sólo son buenos para comer. Trabajé en un hospital alimentándome de la sangre de estas asquerosas criaturas, había de buenos y también de malos pero más bien pocos, ya que me los comía. Su sangre sabía a caramelo y estaban buenos.
Las enfermeras no dudaron de mi real apariencia de bruja ya que como diría mi abuela Agatha; soy una bruja especial, adopto cualquier forma durante cualquier tiempo; un año? Dos? Tres? Mil? Tal vez. Solía esconderme bajo las camas de los niños para asustarles y que murieran, si eso no funcionaba, me convertía en un váter y me los comía, hasta que un día pasó lo que nunca quise. En el hospital ingresó un niño llamado Fran, tenía graves síntomas, estaba a punto de morir y solo tenía catorce años, valía la pena que muriera bién no? Pasaban los días y la enfermedad iba cada vez a peor, obiamente, no actuaba rápido, si no causaría muchas sospechas, dejé pasar las semanas y cómo más mal lo veía más ganas de comérmelo tenía, todo terminó a la tercera semana.
-Fran, ¿Cómo te encuentras?
-Bien señora, estoy mejor, ya no me duele tanto el estomago, gracias por preguntar.
-Es mi trabajo ¿No?
-Sí, tienes razón, escúcheme, este hospital me da mal rollo y creo que algo malo me va a pasar, si finalmente salgo de aquí sano y salvo le voy a contar una cosa.
-Vale, tranquilo amor, tú confía en que todo irá bien. Un pajarito me ha dicho que finalmente te vas a curar y que vas a poder estar de nuevo con tu familia.
Días después, a Fran le dieron el alta, solo le quedaba un día para irse, y aquella era mi gran oportunidad.
-Fran, deja que te cuente algo.
-Dígame señora ¿ Que le pasa?
-Hoy es tu última noche aquí así que deberás contarme lo que me prometiste, ¿No es así?
-¿Enserio, me voy mañana?
-Afirmativo, todo está en buen estado, nada sobrepasa los valores de media.
-Esta noche, a las doce ven aquí, se lo voy a contar.
Las doce, era la hora que yo solía adoptar forma de bruja, así que decidí acudir pero con sorpresa incluida. Cambié mi atuendo y me puse el de enfermera.
-¿Fran, estas despierto?
-Si, le estaba esperando, mire, le cuento, hace ya unos meses, yo y mi hermano Marcos entramos en una mansión un tanto extraña, vimos a una mujer vieja la cual de repente se convirtió en joven y desde entonces mi vida ha cambiado, de repente, mientras estábamos en la cocina, acudieron nuestros "yo" pequeños, todo parecía ir bien hasta que uno de los dos decidió ponerle una extraña salsa en el bistec, aquella extraña mujer empezó a encontrarse mal y nos la encontramos muerta en su propia habitación.
-Tal vez eran cosas de brujas. No crees? O también puede que fue fruto de esta enfermedad, tal vez una visión o algo extraño.
No podía ser verdad, según todo lo que me contó todo coincidía con la historia de Agatha, la reina de las Brujas, ella podía rejuvenecer y envejecer a la vez, solo podía matarla el polvo de hadas, pero fue extraño, Fran dijo que le dieron una salsa y no unos polvos, no entendía nada.
-¿Era una salsa? ¿Seguro? Su descripción suena un tanto extraña.
-Si, la guardaba en un bote negro y en el exterior se podía leer "Salsa de la Eternidad"
-Tal y cómo sospechaba, todo esto es fruto de brujas, la mujer murió de mágia. Te acuerdas de algo más?
-Si, pero creo que no tiene mucha importancia...
-A ver, cuéntame.
-Era nuestra madre.
No podía ser, Agatha la reina de las brujas había muerto por sus hijos, así que ahora, Fran era el nuevo rey de las Brujas, todos mis planes se torcieron, si me lo comía, podía morir, así que decidí seguir preguntándole.
-Y tu hermano... ¿Está vivo?
-Sí, vive en la misma casa donde sucedió toda esta historia, ahora ya está casado y comparte la casa con su marido y sus hijos.
-Su mujer, querrás decir.
-No, vive con su marido, se enamoró de él, desgraciadamente tras aquella visión el siguió creciendo y yo me quedé estancado en mi edad, ahora no crezco. Él, por el contrario, sí.
-Vale, ya lo entiendo todo.
-¿A caso usted no será una bruja? Sabe mucho del tema, es extraño.
-No, no soy bruja, no eres el primero en tener estos extraños síntomas, tras la guerra que hubo hace unos cuarenta años, la gente suele ver este tipo de apariciones.
-Entendido.
Le mentí, no era verdad, eso solo era cosa de brujas, de seres del inframundo, un mortal cualquiera no podía sufrir aquellos extraños síntomas.
-¿Está segura?
-Si, te repito que no soy ninguna bruja.
-Mientes.
Cuando pronunció aquella palabra se me hizo un nudo en la garganta, so sabía que contestarle así que decidí acabar aquella conversación.
-No miento, disculpa pero me tengo que ir, son las dos de la madrugada y en teoría termino mi turno a medianoche.
-Buenas noches, que disfrute de una plácida noche.
Me despedí de él, me giré e intenté abrir la puerta, me fue imposible, de repente sentí como se levantaba de la cama.
-Has caído en mi trampa.
El mundo se dispersó y ya no fui capaz de ver nada, todo era claro y ya no había rastro de aquella habitación.
Había sido derrotada por el nuevo rey.

ESTÁS LEYENDO
Historias De Brujas
FantasyÉrase una vez, cuando las brujas vivían en pequeños pueblos escribieron un misterioso libro sobre sus historias y afortunadamente es el que tienes tu en tus manos; te atreverás a leerlo?