Ger anduvo por la ciudad en dirección a la fábrica abandonada sumido completamente en sus pensamientos. Se sentía abandonado, ya que de forma exacta no sabía el porqué de que sus padres tuvieran que huir de esa manera.
Pasaron unos cuantos minutos más, hasta que llegó a la parte más externa de la ciudad. Allí se encontró con una fábrica enorme, de color rojo muy gastado y maltratado por el tiempo que llevaba en pie.
Empezó a buscar una entrada por la cual poder acceder al interior. Dio una vuelta entera alrededor de la fábrica, pero no encontró nada por donde poder entrar, ya que estaba rodeada por una muralla de hormigón. Así que se decidió por saltar la pared que tenía delante. Pero justo antes de saltar o siquiera intentarlo, su teléfono vibró. Lo volvió a sacar de su bolsillo derecho y miró el porqué de esa reacción. Tenía un mensaje:
-Tal vez de mamá y papá-.Pensó. Así que introdujo su número clave y desbloqueó el teléfono.
-Es de Cristina-pensó-, ¿qué querrá?
Y Ger sin más empezó a leer lo que había escrito en él.
“Hola, solo quería saber si te pasaba algo, ya que he visto policías rondando por tu casa. Aparte de eso, era para decirte que hay una fiesta esta noche en el club Lullaby del centro de la ciudad. Es a las once, por si te quieres pasar. Nada más qué decir. Adiós”
-Demasiado interés para una chica que conozco de una noche, y que además apenas recuerdo- Pensó-. Le debo haber gustado, bien por mí.
Ger después de leer el mensaje empezó a escribir una respuesta.
“Gracias por tu interés, estoy bien. Supongo que sí me presentaré allí. ¿Pero cómo sabes dónde vivo? No recuerdo haberte llevado.”
Después de escribir estas simples palabras le dio a enviar, y esperó a que al menos llegase a su destinataria correspondiente. Hecho esto, se volvió al muro y se repeinó de nuevo su tupé con las manos. Se sacó las gafas de sol poniéndolas en el cuello de su camiseta, y se dispuso a saltar el muro. Le llevó bastante más tiempo del que le hubiese gustado reconocer, pero lo saltó. Miró a la derecha y vio que en el muro que había acabado de saltar había un boquete enorme de metro y medio de diámetro.
-Si es qué soy gilipollas, ¿cómo puede ser que no lo haya visto?-.Dijo en voz alta.
Después de este pequeño percance, se dirigió a la puerta, o lo que quedaba de ella, y la atravesó sin miedo alguno.
Miró tranquilamente todo el interior. No parecía que allí hubiese algo, nada con vida. Solo polvo y trozos de acero rotos y quebrados por el tiempo. Ger ya algo desorientado dijo:
-¿Hay alguien aquí? ¿Algo con vida que pueda oírme?
Entonces de la nada, una parte superior de la fábrica se inundó de un color azul. Algo parecía que lo enfocaba. La luz acabó también por cegar a Ger, que acabó ciego por varios segundos. En ese tiempo la luz brillante acabó convirtiéndose en oscuridad.
Ger despertó en una sala cerrada, atado a una silla y con un fuerte dolor cervical.
Esto no tiene lógica-Pensó-. Si es un cuartel Faker, ¿por qué me atacan? Joder, como duele. Y encima estoy atado, perfecto.
Entonces el móvil empezó a vibrar conforme Cristina ya le había devuelto el mensaje. Ger estaba muy malhumorado, y ya no podía más.
Me tiene que pasar algo más o ya es suficiente-Gritó-. Atacar por las espaldas es de gallinas, ¿no sabías eso?
En ese justo momento una voz completamente robotizada avisó a alguien de que Ger ya estaba consciente. Unos segundos después, una parte de la sala se abrió y por allí entró una persona de complexión robusta. Cuando se acercó, Ger pudo distinguir el pelo marrón en forma de cresta y unos rasgos faciales de un chico de edad superior a la suya.