Una delgada hoja filosa

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Masculino de treinta y dos años que corresponde al nombre de Nahum Echeverría Dib, ingresa al servicio de urgencias por presentar heridas punzocortantes de cinco centímetros aproximadamente en ambas muñecas.
Se refiere importante perdida de volumen sanguineo por parte de los para médicos que lo atendieron.
Al ingresar él paciente se encuentra inconsciente, pálido, poco hidratado.
Se le transferirá al servicio de terapia intensiva y se canalizará al servicio de psiquiatría para su tratamiento.



Nahum no recordaba nada más que haberse sentido tan triste.
Llevaba así una buena parte de su vida. Sintiendo ese vacío y falta de ganas de vivir.
Cuando sus padres se separaron ellos estaban tan inmersos en sus batallas legales que olvidaron a su joven hijo de quince años, fue ahí cuando Nahum se dio cuenta de que una pequeña depresión se convirtió en un estado permanente de vida.
Muchas veces se cortaba para aliviar él dolor y la soledad. La situación no mejoró cuando asumió que era gay.
Sus padres no se extrañaron y ambos cayeron en un horrible juego, él de culparse a sí mismos y culparse entre ellos. Nahum pronto supo que no debía confiar en ellos.
En cambio se enfocó en sus estudios.
Sus notas no eran las mejores, pero logró terminar la preparatoria y era un buen momento para irse de casa.
La universidad era su meta. Solamente quería ser un buen contador. Era bueno con los números y era bueno con el razonamiento siempre y cuando no se tratara de él mismo o de problemas sociales.
Fue hasta la mitad de la carrera que conoció a Ángel y de inmediato lo supo, amor a primera vista.

Nahum nunca asistió a terapias, nunca le dio importancia a su depresión y ansiedades. Él creía fehacientemente que eran sus "traumas" infantiles por el horroroso divorcio de sus padres.

Ángel y Nahum pronto terminaron sus carreras y empezaron una vida de pareja.
Por desgracia Nahum se hundía en un pozo sin fondo delante de un frustrado Ángel.
Nahum casi no salía y Ángel era la socialización andante y la solución más fácil para Ángel fue salir con su círculo de amigos sin presionar a Nahum, y para empeorar las cosas Nahum no era muy activo sexualmente.
Una vez más Ángel encontró la solución a sus problemas, un tipo bien parecido ocupó el estatus de pareja. Nahum estaba devastado cuando Ángel se lo confesó.
Seis años juntos y su pareja le confieza que ha estado cogiendo con otro desde hace dos años... Todo por la maldita culpa de un amargado Nahum. Mas sin embargo por experiencia propia en su separación decidió terminar lo más amistosamente posible. A pesar de sentir que la vida se le iba de las manos.

La separación fue inmediata, pero no la recuperación. A pesar de luchar contra su estado de ánimo, Nahum que también era un buen ahorrador empezó a faltar a su despacho contable. Hasta que casi ya no salía.
Un día antes de cortarse las venas Ángel se apareció a su puerta con una invitación para su boda. Nahum se sintió morir, y lo intentó.
Mientras la sangre corría libre fuera de su cuerpo su mente vagaba pensando en las muchas veces que Ángel y él fueron felices o al menos eso creía.
¡No!, nunca fueron felices, no hubo alguien que lo amara lo suficiente para interesarse en él. Y lo peor, él mismo tenía una pobre percepción de sí mismo.
Mientras Ángel estaba pleno, hermoso y feliz; Nahum era la imagen de la pauperrimidad y el ostracismo. Nada en su vida valía la pena, así que para ¿qué robar oxígeno?.











Ivan Guerrero entró a su turno en el hospital central. Desde que se había mudado a la nueva ciudad su vida era más feliz y ordenada.
Con veinticuatro años era un feliz licenciado en enfermería. Amaba cuidar a las personas. Cuando le tocó cuidar a su madre quien padecía cáncer de seno, fue Ivan quien la ayudó. Y en ese momento supo que quería ser enfermero.
Su madre murió y eso devastó a Ivan, más sin embargo con un seguro de vida que su madre le dejó empezó su carrera.
¿Amor?... Después de dos relaciones abusivas cayó en la cuenta de que no tenía madera de mártir.
Así que sin algo que lo detuviera se marchó una vez se tituló, logrando rentar una bonita casa y obteniendo un excelente trabajo.

El hospital general era un gran edificio de tercer nivel. Pronto Nahum encontró su lugar con el personal.
Temprano pasó a la jefatura para reportarse con la jefa en turno.

-Buen día Jefa Rosita, Ivan entraba al pequeño cubículo con su chemise azul pavo y su pantalón blanco. Su largo cabello rubio estaba amarrado en una trenza. Sus hermosos ojos azules eran chispeantes. Con su mochila al hombro, Ivan era todo sonrisas.

La pequeña mujer levantó la vista de la voluminosa y desgastada libreta. Con una sonrisa maternal habló, -maldito Ivan, ¿cómo se te ocurre ser tan lindo y gay?, ¿acaso no tienes misericordia de las mujeres como yo?. En poco tiempo la pequeña mujer se había convertido en una imagen materna. Ivan sabía que detrás de sus favorecedores turnos de trabajo, estaba la mano de la jefa.

Ivan le dio un beso en la frente, -porque pienso en mujeres como tú, es que puedo ser más lindo y no tener sobre mí a esposos celosos, las carcajadas de los dos sonaron.

-¡Vete ya!, la mujer sonreía de oreja a oreja después de la broma, -te toca terapia intensiva como siempre, y... La mujer le extendió una hoja, -llama al doctor Dorantes, hay un paciente con código azúl.
Ivan leyó el papel, el código azúl se utilizaba cuando el paciente había atentado contra su vida.

-En un momento llamaré al doctor jefa, Ivan tomó el papel y rápidamente se dirigió a su servicio.
Esperaba con todo su ser poder ayudar una vez más a sus pacientes.
Pero también sabía que muchas veces el resultado no siempre era el ver a su paciente salir por la puerta con vida.
A veces su ayuda consistía en tomar aquella solitaria mano, y susurrar palabras de aliento... De que todo iba a estar bien, de esa manera, Ivan los ayudaba a partir.

Déjame volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora