Miré su sonrisa. Su sonrisa era tan hermosa que podía iluminar todo el cuarto. Me gustaba ver como se le arrugaban los ojos cuando sonreía. Cada carcajada era más fuerte, contagiándome la risa a mí. Cuando nos paramos de reír, lo miré a los ojos; sus ojos marrones eran hermosos. Acaricie su cabello sin alisar y sentí el aroma del shampoo de frutilla que había usado hace unas horas. Ahí fue cuando me di cuenta; Dan es muy importante en mi vida.Sabía que depender de una persona no siempre es lo mejor, pero el mientras tanto es agradable. No todo es para siempre pero ahora soy feliz y sé que nunca voy a olvidar este momento.
Gracias por tanto, Daniel, te amo. No sé cómo demostrártelo, pero sé que tú tienes el mismo problema. Espero que seamos felices para siempre.
Y antes de irnos a dormir, le di un beso en la comisura de los labios. Él me miró sorprendido, porque sabía cuánta vergüenza me daba ser cariñoso. Daniel me sonrió, permitiéndome ver sus hoyuelos. Se había dado cuenta que este era uno de esos días; los días en los que me doy cuenta cuánto lo quiero y qué tan importante soy para él.
Me miró a los ojos y me abrazó.—Te quiero mucho, Phil...— Me susurró al oído.
—Yo también.— Sonreí y escondí mi cara sobre su cuello.
Y así, nos acostamos sobre la cama y nos quedamos dormidos rápidamente, sabiendo que nos tenemos el uno al otro.