« Ante último. »

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En la quinta semana Len despertó. Sus ojos se abrieron lentamente recorrieron toda la habitación blanca. El no estaba seguro si estaba realmente muerto, pero al notar que su espalda dolía supuso que no.

Escucho un sollozo a su lado, hizo que moviera su cabeza en aquella dirección viendo ahí a su madre y hermano.

Estaban llorando mientras llamaban por alguna enfermera. El rubio miro de nuevo a su alrededor, esperando encontrar esa cara familiar que tanto amaba ver. Pero no la encontró por ningún lado...

Lágrimas salieron de sus ojos. ¿Por que Rin no estaba allí?, ¿Rin abría renunciado a el? ¿Lo habrá abandonado mientras estaba en un estado de coma? No escucho a su madre llamando a su hermano o a los chicos, todo lo que Len podía hacer era mirar a su alrededor y observar como Rin no estaba en la habitación.

Los médicos le hicieron preguntas y el murmuró débilmente las respuestas.

Su nombre Len Kagamine.

Tiene 18 años, esta en ultimo año.

Vive con su novia y su perrita.

Su madre lo abrazo después de decir las respuestas y el devolvió el abrazo murmurando un "¿Rin?".

Ella se alejo secándose las lágrimas y cuidadosamente le entrego un paquete de cartas que estaban ubicadas al lado de la cama. Habían algunas flores allí.

—Rin esta en camino, ella te escribió estas cartas—Le dijo. Len estaba débil por no haberse movido por un mes. Sus músculos se sentían como miel, tuvo un leve problema al mover sus manos y dedos para leer las cartas.

Su hermano se dio cuenta y lo ayudo. Abrió las cartas y las mantuvo así por él. Pero el no leyó las cartas por que pensó que todo eso era algo personal entre entre la pareja.

Las cartas eran cortas y Len las leyó todas ellas antes de que Rin cruzara la puerta. Rin paro en seco y no tardo mucho tiempo en que sus ojos se encontraran con los del rubio y empezaran a llorar. El corrió y enredo sus manos al rededor de su chica, besando toda su cara.

Ella se mantuvo susurrándole varios "Te amo" y "Lo siento". Len estaba demasiado débil para responderle y solo lo dejo que su hermosa novia lo besara, disfrutando la sensación de sus labios.

Sus amigos no tardaron en llegar y llego una nueva ola de lágrimas. Todos estaban llorando y sollozando.

El doctor los interrumpió después de un momento, diciendo que necesitaba hablar. Len miró como su familia y amigos abandonaban el cuarto dejándolo con su medico.

Hablaron sobre su recuperación y que no le permitía salir del hospital por otras dos semanas. También que el necesitaba recuperar la fuerza por lo que debía estar en vigilancia.

Aquel hombre estuvo hablando que el debería tomar Anti-Depresivos, pero entonces Len vio a Rin en la puerta de nuevo. Sus ojos estaban hinchados y el doctor le dijo que saliera, ya que tenia que terminar de hablar con Len.

El ya conocía a Rin, la conocía como la chica que llegaba al hospital cada día y pasaba la noche en la habitación. El medico la ha visto llorar la mayoría de las veces, así que, ¿Como era capaz de dejar que el medico le dijera eso a Ella?

—Hablare contigo mas tarde Len.—Hablo nuevamente el hombre. Len solo asintió, pero sus ojos estaban en Rin. El doctor salio y cerro la puerta para mas privacidad pero Rin continuo parado, solo mirando a Len.

—Leí tus cartas.- Len le dijo. Rin limpio sus lágrimas y siguió. —En esos momentos no fui yo. Tu siempre hiciste lo mejor por mi. Lo siento, Rin...— Len lloro. Rin vio sus lágrimas y se acercó a el para secarlas. Después Rin se metió en la cama apartando los tubos y se acurrucó a su lado.

—Esta bien, Len. Tu estas bien ahora.—Rin lo calla. Len solo suspira y acaricia su rostro en el cuello de Rin, apunto de dormirse de nuevo.

...

Las dos semanas fueron largas. Len esta todavía débil, pero el puede caminar por si mismo ahora. Los Anti-Depresivos no fueron tan malos como el había pensado que serian. Sus amigos y su familia lo visitaban cada día.

Rin prácticamente vive ahí con el y a menudo discute con las enfermeras para pasar la noche allí. Nada la podría hacer mas feliz que Len vuelva a casa.

Rin lo ve y lo chequea. La sonrisa de su cara es contagiosa y el rubio inmediatamente se la devuelve. Rin agarra su mano y el contrario nota que sus dedos encajan a la perfección. Siempre lo estuvieron.

Cuando ya le dieron el Alta, pudo regresar a su departamento con su novia y volver a ver a su perrita Minnie, extrañaba aquellos momentos en los que Rin y el hacían cosas juntos, y esta vez aprovecharía como nunca todo el tiempo perdido. El se arrepintió y no piensa volver a hacerlo, aunque haya sido por un accidente.

20 Razones para vivir. ×RiLen×Donde viven las historias. Descúbrelo ahora