Accidente.

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Estaba en la parada del camión y solo podía pensar en lo que paso hace unos momentos, por alguna extraña razón no he podido dejar de pensar en ella, incluso parece una atracción. Bueno, eso puede ser algo ilógico ¿yo? ¿Ser su pareja? Jajá, eso solo pasa en las películas o libros. El camión estaba por llegar y faltaban 35 minutos para que cerraran. Me subí al camión, y con los audífonos puestos me senté al lado de la ventana.

15 minutos después pude ver grandes nubes grises tapando todo el cielo, estaba a punto de llover y yo no traía nada para evitar mojarme.

Cuando me baje del camión logre ver a Leila entrando a su casa. No sabía que ella vivía cerca de la biblioteca. ¿Cómo pudo llegar exactamente igual que yo? Volteo a la derecha y pude ver su motocicleta estacionada en el jardín, claro, no habría otra explicación, a menos que unos aliens la llevaran a casa en su nave espacial. Lo cual eso explicaría lo linda que es, es obvio que viene de otro planeta. Después de pensar eso mis mejillas se pusieron rojas y mis manos empezaron a sudar, no quería que nadie me viera así. Volteo hacia atrás y descubro que la biblioteca había cerrado, eso me pasa por pensar más de lo que hago. Sera mejor que me valla rápido a casa, ver la lluvia golpear los vidrios de mi habitación es relajante, algo de música, pinturas, papel, y listo, a pintar todo lo que me venga en mente. No cruce ni la cuadra cuando alguien grita mi nombre.

Leila: ¡Gaby! ¡Gaby!.

Gaby: ¿Leila?... ¿Qué pasa Leila?

Estábamos algo lejos así que tuve que gritar.

Leila: ¿No quieres entrar a mi casa? está a punto de llover y no quiero que te enfermes.

Gaby: Estoy bien, no quiero molestar.

Leila: No eres molestia, vamos pasa... tengo algo de chocolate caliente

Estaba a nada de llover, así que no iba a hacerme del rogar y entre. Además alguien tenía que tomarse ese chocolate.

Entro a la casa y todo era bastante rustico. Paredes de madera, adornos con piedra, cortinas y manteles hechos a mano, los muebles también eran de madera con algunos detalles de vidrio. No había computadoras, solo libros, revistas, juegos de mesa, manualidades, pintura y una pequeña tele con un reproductor VHS.

Gaby: Tienes una casa muy rustica.

Leila: (Sonríe) Jajá, lo sé, es algo antiguo pero a mí me gusta. Me hace sentir como si estuviera dentro de un cuento de fantasías. Es como un pequeño bosque en medio de la ciudad. Bueno, iré a preparar el chocolate, no tardo.

Me quede sorprendida, al fi encontraba a alguien con una manera de pensar muy similar a la mía. Claro que yo no podría pasar ni un día sin mi celular, y no es que me la pase hablando con mucha gente. ¿Quién más vería videos de personas haciendo el ridículo en internet? ¿Cómo me des estresaría sin música? me gusta lo antiguo, pero prefiero el lado moderno. Me tocó vivir en una generación llena de tecnología, modas absurdas y personas que solo quieren ser el centro de atención. Y aunque a veces quisiera vivir en otra época, yo pienso que mejor debo disfrutar la mía.

Leila: El chocolate tardara un poco. Esta reposando en leña húmeda y no calienta tanto. Toda mi leña seca se mojó por las lluvias pasadas. Puedes sentarte en el sofá si quieres.

Gaby: Gracias. ¿Qué tiene de diferencia la leña húmeda a la seca?

Leila: Fácil, aparte de que no calienta tanto, su humo es muy dañino para los pulmones y el ambiente, en cambio la seca calienta más y no es tan dañina. Mañana tendré que ir a vender esta leña húmeda para poder comprar seca.

Gaby: Vaya. ¿De dónde aprendiste eso?

Leila: Mi padre, él era leñador.

Gaby: ¿Era? ¿Qué le paso?

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