Habían pasado ya tres semanas desde aquel día de febrero en que Psyche se había presentado a Tsugaru con una mochila llena de dulces en un afán de demostrarle al menos un poco cuanto le amaba el azabache al rubio, por más ridícula que ésta fuera.
Y Tsugaru lo agradecía enormemente, incluso cuando al día siguiente tuvo que faltar al templo debido a la intoxicación que vino con ello. Pero no se arrepentía de aquello ¡Lo volvería a hacer! Así es, esa es la clase de fuerza que su amor tenía.
Un amor tan puro y fuerte que estaba seguro, trascendería.
Esa mañana, cuando salió al centro para comprar víveres y algunos encargos del priori del templo donde trabaja, no pudo evitar notar algunos estantes especiales anticipando el White Day. Fue entonces que Tsugaru recordó el esmero de su joven pareja, y pensó que no sería una mala idea seguir la costumbre y devolver el sentimiento.
A diferencia de Psyche, Tsugaru era más seguro de sí mismo y no sentía los mismos nervios que el ojirosa tuvo, su mayor preocupación era encontrar algo que cumpliera con la costumbre, después de todo Psyche había invertido en algunos de los más fino que se podrían conseguir, y no satisfecho con eso también le preparó uno casero aun cuando no tenía las habilidades culinarias.
"Tres veces el valor de lo recibido" era la regla. No sería tarea fácil superar eso.
Estuvo vagando por el centro comercial en busca de algo que pudiera regalarle, ya se había resignado a que no podría superar el gasto monetario que Psyche le había, sin querer, impuesto. Pero aún podía darle algo que fuera especial y personal.
Joyas y ropa estaban descartados, los dulces los haría él mismo así que sólo debía asegurarse de comprar todo lo necesario, en esos momentos agradeció el que su madre tuviera de pasatiempo el practicar repostería, por lo que creció conociendo muchas recetas de dulces y postres.
Pero aún faltaba aquel detalle que hiciera especial el presente. Que fuera distinto de los que solía dar a sus compañeras en el instituto.
—... Moldes ¿Dónde están los moldes? —pensaba en voz alta mientras trataba de encontrar el local entre los muchos que habían. Finalmente lo encontró entre una tienda de artículos para manualidades y una de ropa de especialidades, de esas donde se consiguen los uniformes y demás aditamentos para ciertos trabajos.
—Muy buenos días ¿En qué le podemos servir? —saludo rutinariamente la empleada que recibía en la entrada.
—Busco moldes, para repostería.
—Sí claro, están por ese lado, junto a las duyas. —indicó la mujer con una amable sonrisa, como era de esperarse del servicio japonés.
El rubio no perdió tiempo y apenas estuvo frente al estante repasó mentalmente la receta para elegir el molde con la medida y forma adecuada. Había moldes con toda clase de formas, circulares, como flores, de corazón, una que asemejaba la silueta de un conejo de perfil le llamó la atención, y por un segundo estuvo a punto de comprarlo para hacerle algunas galletas pero desistió ante una mejor idea.
Al final de la semana, y faltando dos días para el White Day, el ojimiel se dispuso a cumplir con diligencia todos sus deberes del templo para tener no sólo tiempo para preparar su presente, sino también para tener todo el día libre para pasarlo con el otro. Yoshimori, su tío, no pasó por alto su esmero y le recompensó dándole la oportunidad de pasar todo el día siguiente libre para estar con Psyche.
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Así pues, esa tarde de Lunes habían salido a pasear aprovechando la oportunidad, ya que podrían variar su rutina de verse en el templo, caso que no podían evitar.

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Día Blanco
FanfictionSon esos pequeños detalles hechos con sinceridad y locura los que más importan. Continuación de "¿Qué se siente?" . Disclaimer: "Durarara!!" ni sus personajes me pertenecen (y menos los alters), son propiedad de Narita Ryohgo y demás.