San Valentín

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Los aparadores y estantes en los supermercados estaban radiantes el día de hoy, y el dulce aroma en las calles, en las casetas provisionales y a las puertas de las estaciones del metro, era abrumador.

Tanto así, que Psyche mismo se encontraba frente a un gran letrero fuera de una confitería pensando en qué hacer. No se podía decidir entre comprar una caja de finos chocolates surtidos o si mejor optaba por hacer uno él mismo y comprar los ingredientes; realmente ambas tenían puntos a favor y en contra.

Por un lado, comprarlos ya hechos le ahorraba el desastre que seguro dejaría en su cocina. Porque si de algo estaba seguro, es que él y las artes culinarias, no congeniaban en absoluto.

Por el otro, el prepararlos él mismo lo hacía más especial y era una buena forma de demostrarle a Tsugaru cuánto le amaba.

La balanza entre la practicidad y sus emociones seguía moviéndose mientras las personas entraban y salían apresuradas, y él sólo miraba el letrero en la ventana.

—Es curioso ¿no? —escuchó hablar a su lado.

—... ¿Cómo?

—Todo esto —contestó el otro sujeto sin dejar de mirar aquel letrero. —Todo mundo le da demasiada importancia a esto del San Valentín, como si no pudieran demostrar sus sentimientos en cualquier otro día. No hace falta una fecha en el calendario para dar amor. Si lo sientes, puedes demostrarlo en cualquier día. Después de todo, no es más que una festividad con fines comerciales.

Psyche se sintió avergonzado de sí mismo, esa persona tenía razón, aunque sus palabras le molestaron un poco. —... Supongo que tiene razón.

–¿Por qué ese tono? ¿Te hice sentir mal? —se disculpó el otro, aunque en su rostro se veía una gran sonrisa. —Ah, lo siento, creo que me dejé llevar ¡Que irrespetuoso soy! A veces hablo de más, dime ¿Esperas a alguien? Si no es así te invito un café para disculparme apropiadamente.

—No, está bien —rechazó amablemente Psyche.

—Vamos, me sentiré mal si me rechazas —insistió el otro aún sonriente, como si no se tomara enserio.

Al final Psyche terminó cediendo a la invitación y fueron a uno de esos restaurantes familiares para tomar el mencionado café mientras seguía preguntándose sobre lo que debería hacer con respecto a sus planes para mañana. No se preocupó por el sujeto que le acompañaba ya que, pese a parecer alguien sospechoso a primera vista, Psyche pudo ver que era alguien inofensivo, un poco extraño, pero inofensivo al fin de cuentas. Se veía como un típico asalariado con su corbata y camisa pulcra pero su rostro era tan jovial como un joven de instituto, pese a rondar los treinta años según sus facciones.

—Entonces, eres extranjero ¿cierto? —inquirió el sujeto con mucha seguridad, probablemente sólo quería iniciar la conversación como lo haría alguien en una sala de chat cuando se hablan por primera vez.

—Uhm ¿Por qué dice eso?

—Bueno, para empezar tu acento se oye un poco americano ¿Acaso eres estudiante de intercambio? Últimamente se ha vuelto común esa práctica en las escuelas.

—No, no lo soy —a Psyche le pareció curiosa esa observación, es cierto que vivió fuera de Japón desde los cinco años pero siempre hablaba japonés con sus padres y ya llevaba dos años desde que regresaron.

—¿En serio? Perdón si te he ofendido. Pero dime ¿Qué hace un muchacho como tú viendo los aparadores en un día tan radiante? No me digas que pensabas en los dulces que tu novia te irá a dar —cuestionó el sujeto aún sonriente.

Día BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora