Emma era una niña huérfana que vivía en una casa hogar en Minneapolis, a su corta edad se preguntaba la razón por la cual sus padres decidieron abandonarla en aquel bosque frío; ella no era buena haciendo amigos, siempre se burlaban por que era una niña muy extraña, solía alejarse de todos para pensar en muchas cosas, generalmente malas. Sus cabellos rubios y ojos color azul la hacían resaltar entre los demás, pero al parecer a nadie le importaba que ella pudiese ser tierna y agradable.
Pero no todos los días eran malos, era el año de 1989 cuando la mujer que con tanto cariño los cuidaba anunció que por primera vez asistirían a una función de cine. "¿Cómo sería el cine? ¿sería verdad que todo era mágico ahí?", esas y muchas otras preguntas comenzaron a escucharse entre los niños y niñas de diferentes edades. La película que verían se llamaba "La espada en la piedra", decían se se trataba de un niño llamado Arthur que era capaz de quitar una espada poderosa de su piedra, y así se convertía en rey, lo cual entusiasmaba mucho a la pequeña ya que siempre le gustaba escuchar aquellas historias llenas de aventura, mismas que le hacían borrar un poco aquella tristeza que erradicaba en su interior.
¡Por fin había llegado la noche! todos se subieron a un auto y se dirigieron hacia el cinema, Emma no podía ocultar su entusiasmo, este día había sonreído como nunca antes, las personas que trabajaban en la casa se asombraban al verla tan animada, ni en sus cumpleaños se le veía tan feliz. En cuanto el auto se estacionó ella quiso saltar pero al ir niños tan grandes no le quedó otra opción más que esperar a que ellos bajaran.
-Muy bien. Quédense todos juntos.- Les decía la mujer de cabellos castaños, todos los niños caminaban al interior formando un pequeño grupo, los ojos de la pequeña rubia se iluminaron al ver aquellas luces brillantes y de colores que adornaban cada rincón del lugar, a lo lejos observaba que unos niños iban acompañados de sus padres, les compraban en la tienda palomitas de maíz y caramelos, pero Emma debía conformarse con ver su primera película sin consumir esas cosas.
"Arquímides mira. Merlín, mira ¡soy un caballero!" se escuchaba en el interior de la sala, la gran pantalla iluminaba ligeramente el lugar oscuro, como era de esperarse ella decidió ir a un lugar apartado de su grupo, no quería que la molestaran en este día tan especial para ella. Estaba bajando de por las escaleras buscando el lugar perfecto, cuando frente a ella una señora de cabellos chinos se sentó en uno de los sitios vacíos, del bolsillo de su abrigo sobresalía un vistoso chocolate; Emma no podía simplemente ignorar esa oportunidad que se le presentaba, siendo sigilosa y después de asegurarse que nadie la mirara, se acercó y con bastante cuidado tomó la barra de chocolate. Sonriente se fue a sentar mirando aquella enorme pantalla en la que se veía a un hombre con sombrero puntiagudo, regañando al joven...que curiosamente tenía el cabello tan rubio como ella. Estaba por abrir su chocolate cuando...
-No lo hagas.- Escuchó que decían justo al lado derecho de ella, temerosa de haber sido descubierta, se detuvo y giró su rostro hacia el hombre.
-¿Qué?.- Pregunto con su dulce voz en un tono muy bajo.
-No lo hagas.- Se limitó a repetir aquel hombre alto y delgado con piel oscura, que miraba fijamente a la niña.
-Lo siento.- Pidió disculpas sintiendo una repentina ráfaga de vergüenza, sabía que lo que hizo estaba mal, sin embargo aquella señora ya llevaba soda y palomitas de maíz por lo cual no extrañaría su chocolate ¿o si?.
-No estaba hablando del quiosco, Emma.- Aclaro el hombre sentándose en una de las sillas, algo capturó la atención de ella ¿En verdad la había llamado por su nombre? ¿Cómo era posible eso?
-¿Cómo sabes mi nombre?- Dijo realmente confundida, y a cierto grado preocupada, quizá él la delataría.
-Sé muchas cosas. y estoy aquí para decirte que no lo hagas.- La película mantenía aquella extraña advertencia oculta de los oídos curiosos de otras personas.-No lo entiendo.- Susurró mirando al hombre.
-Cuando haces algo que no deberías de hacer, incluso si lo haces por una buena razón, pasan malas cosas, Emma. Cosas malas. Un día.... tendrás la oportunidad de sacar la Excalibur de su piedra pero no deberías, deja la espada...- Emma para variar se distrajo mirando la pantalla mientras escuchaba aquella advertencia, ¿en verdad esa espada existía? ¿Podría ella convertirse en reina por sacar la espada, o en verdad pasaría algo malo?. Mirando al pequeño Arturo sacar la espada, la rubia se preguntaba cómo eso podría ser malo, cuando volvió su atención al misterioso sujeto se llevó una sorpresa, él ya no se encontraba, no existía ni rastro de él; miró inquieta hacia todos lados pero no se le veía por ningún lugar, lentamente...llena de miedo y preocupación se hundió en su silla mirando fijamente la culminación de aquella película.
Emma contó todo aquello, pero nadie le creyó, todos pensaban que era producto de su imaginación alimentada por la película que acababa de ver. Así, ella se convenció de que todo había sido solo una mala jugada de su mente, claro...sin imaginar que esa advertencia debía ser escuchada para evitar algo que en verdad sucedería años más tarde.
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Etapas Oldtime
FantasyRelatos dealgunas de las distintas etapas por las que pasó Emma Swan