Capitulo I: Odio

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ODIO.

Todos sabemos que al principio Satán, entonces llamado Lucifer, era un ser sin pecado y justo. El registro habla de la integridad y justicia originales del gran arcángel con estas palabras: "Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste criado, hasta que se halló en ti maldad". Es difícil para nosotros comprender que esta criatura malvada, ahora el archienemigo de Dios y del hombre, en un tiempo fue un ser santo, y guardián del trono de Dios. En donde fue un objeto de la confianza divina, un arcángel a quien se le confió una gran autoridad, y que por un tiempo descargó sus deberes sin falta alguna y en obediencia perfecta a Dios. Que, lejos de ser un adversario de Dios, él era "querubín grande, cubridor" cuyos hechos y conducta estaban por encima de toda sospecha, y que gozaba de la confianza de Dios a tal grado que el cuidado de Dios. En donde fue un objeto de la confianza divina, un arcángel a quien se le confió una gran autoridad, y que por un tiempo descargó sus deberes sin falta alguna y en obediencia perfecta a Dios. Que, lejos de ser un adversario de Dios, él era "querubín grande, cubridor" cuyos hechos y conducta estaban por encima de toda sospecha, y que gozaba de la confianza de Dios a tal grado que el cuidado del cielo estaba confiado en sus manos. 

Diversas fuentes lo describen con algo de detalle, el estado original de este ser exaltado. Era hijo de la mañana, el portador de luz del cielo. El poseía una autoridad que, hasta donde sabemos, era solamente inferior a la de Dios Mismo. Como el "querubín grande, cubridor", él reinaba como virrey en el monte santo de Dios. "Más sabio que Daniel", no había secreto entre las huestes angelicales que estuviera escondido para él. 

Entonces, ¿Cómo sucedió que este poderoso arcángel, Lucifer, hijo de la mañana, cayera de su posición exaltada a las profundidades de la depravación para convertirse en el príncipe de las tinieblas? Con respecto a esta pregunta profunda, No se guarda silencio. Lucifer era la perfección de la belleza. Poseía una personalidad y encanto que arrebata la admiración de la hueste del cielo. No es raro para aquellos que están dotados de una belleza excepcional que adquieran un deseo desordenado por la admiración de los otros. Lucifer, aun cuando era de la orden angelical, no era una excepción a esta debilidad. Por lo que se declara que "Enalteciese tu corazón a causa de tu hermosura". El registro indica que en el curso de los acontecimientos, "Lucifer desarrolló un narcicismo extraño. Poco a poco, él permitió que el centro de su universo variara de Dios a él. Lucifer no lo hubiera admitido, pero en realidad se estaba efectuando un cambio en su carácter de un portento siniestro y aterrador. 

Lucifer poseía dones raros. Había sido dotado con gran sabiduría y conocimiento, y a él se le confiaron muchos de los secretos de la creación. Por razón de estos dones y habilidades singulares, Dios lo había exaltado a la posición de virrey sobre su creación. En esta posición clave, se le permitió a Lucifer, con su sabiduría e inteligencia superior, tener un conocimiento profundo de los misterios del universo. 

Pero hay un reino en el cual están involucrados los propósitos eternos de Dios y al cual se puede entrar solamente por una fe y confianza reverentes. Solamente Dios conoce el fin desde el principio. El, cerno Creador, es el Juez de lo que es sabio y justo. Lucifer, cegado por la ambición, escogió poner en duda la sabiduría de la voluntad divina, y al hacerlo, cometió un error funesto y trágico. 

¿Qué fue lo que había en la voluntad de Dios que había llegado a ser desagradable a Lucifer? La razón no queda escondida para nosotros. Se nos dice expresamente que Satán intentó ensalzar su solio "en lo alto junto a las estrellas de Dios" a fin de ser "semejante al Altísimo". Pero Dios, en Su plan eterno había reservado este ensalzamiento, no para Lucifer, sino para Cristo. Le ha sido dado a Cristo solamente sentarse con el Padre en Su trono. Lucifer, aun cuando era virrey, el arcángel principal y el querubín ungido, tendría una posición inferior a Cristo. Cuando se hizo evidente a Lucifer que no iba a tener la posición suprema, él vio sus ambiciones frustradas. Fue esto lo que resultó en su rebelión. Parecerá extraño que un ser creado pudiera desarrollar tal pasión para un auto ensalzamiento, pero el caso no es más extraño que el de algunas personas hoy en día, quienes, por razón de una ambición personal desmedida, siguen adelante imprudentemente en su propia voluntad a un destino similar al de Lucifer. 

Hasta ese momento, Lucifer había desempeñado sus deberes sin culpa alguna y sin falta. No había razón para que hiciera él de otra manera. Empero la hora había llegado cuando la rebelión nació en su corazón. Aun cuando Dios le había dado todo menos el trono, Lucifer no estaba satisfecho. El sueño de un reino universal, en el cual él tuviera el poder supremo, agitó una ambición inquieta en su interior. Aparentemente no hizo intento alguno para reprender este espíritu impío de auto exaltación, sino que le dio pleno estímulo. La semilla malvada del orgullo, permitida en su enraizamiento, continuó creciendo. Al final le produjo una cosecha de miseria y aflicción para sí, y para aquellos que lo siguieron, que solamente el Ser Infinito puede amillarar en toda su extensión. 

La historia de la auto exaltación, rebelión y caída subsecuente de Lucifer es relatada en lenguaje breve pero claro "¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! momento que el plan era de una naturaleza tan asombrosa que estremeció hasta a los ángeles fieles. 

Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas las gentes. Tu que decías en tu corazón: Subiré al cielo, en lo alto junto a las estrellas de Dios ensalzaré mi solio, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del aquilón; sobre las al turas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo." 

Pero aún una persona malvada, y especialmente uno tan calculador como Lucifer, no cometen un crimen a menos que vea alguna esperanza de éxito. ¿Cómo podía esperar este falso arcángel tener éxito en una aventura que desafiaba al Creador para quedarse con Su trono? Poseyendo la sabiduría que él tenía de la omnipotencia divina, ¿Cómo podía esperar tener éxito en una contienda con la voluntad eterna de Jehová? Aun cuando los perversos de este mundo en su necia ignorancia pueden presumir de desafiar a Dios, con todo, las circunstancias de sus actos no son las mismas que en el caso que tenemos a consideración. Los infieles y los ateos nada saben de Dios. Por el contrario, Lucifer participaba en los consejos divinos y tenía conocí miento de muchos de los secretos del Creador. Lucifer sabía lo que hacía. Es seguro que la rebelión del diablo no fue nacida del impulso del momento, sino que fue el resultado de un plan fríamente calculado que había sido cuidadosamente meditado durante un período de tiempo. Aun cuando era diabólico en su carácter, sin embargo probó, en muchos respectos, ser sólido estratégicamente. No le damos al diablo su merecido si no concedemos que él tenía bastante razón para esperar la victoria. Que los planes de Satanás fueron elaborados astutamente, queda evidenciado por el hecho de que su conspiración malvada sí triunfó en un grado asombroso. En lugar de haber sido rápidamente sofocada, esta rebelión terrible ha continuado hasta este día aun que, seguramente, ya sus días están contados.

El hecho es que si Dios no hubiera previsto la entrada del mal en el universo y hubiera preparado un plan por anticipado, para contrarrestarlo un plan que mantuvo en secreto, y del cual ni los ángeles buenos ni los malos tenían conocimiento la rebelión de Satán habría tenido éxito en hacer pedazos todo Su programa. Pero Dios lo había previsto todo y se había pre parado. Tomaremos nota, a su debido tiempo, de lo que era esta contramedida que Dios tenía en reserva. Sea suficiente por el.

Conspiración en los cielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora