Sorry

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Emma entró en la habitación, cerrando la puerta poco a poco para no despertar a la alcaldesa. Se quitó su chaqueta roja y la dejó sobre la silla, caminando de puntillas para no molestarla. En realidad no tenía ni idea de si seguía inconsciente o solo dormía, pero por nada del mundo se habría arriesgado a perturbarla.

Dijeron que se pondría bien. Le dieron un punto o dos y le pusieron una venda blanca que le tapaba media frente. Después la dejaron en esa cama, en la habitación al final del pasillo.

Emma se sentó en la silla y se inclinó sobre la morena, parandose a pensar y sin poder evitar preocuparse por ella. Sentía la necesidad de coger su mano, de resguardarla y agradecerle todo lo que había hecho por ella todos estos años. Pero tenía miedo de ser ella quien daba el primer paso. ¿Qué pasaría si cogía su mano y ella la soltaba? Regina abandonaría tarde o temprano, como todos a cuantos había querido. Pero, ¿y si no?

"Dile a Emma que la quiero." Estuvo a punto de morir y esto fue lo último que dijo. La otra vez le pidió que se disculpara con Emma, luego también fue en ella en quien pensó. Estaba claro que Regina la necesitaba, pero no se atrevería a decírselo en voz alta por una simple razón: no se sentía suficiente para ella. Se sentía inferior a ella, para nada digna de su amistad, no digamos de su amor... Eso partió el corazón de la sheriff. Pensar que Regina llevaba años sintiéndose así...sintiéndose 'nada'.

Emma cogió su mano y se sorprendió ante el frío de su piel. Necesitaba calentarla, hacerla sentir amada y a salvo... Ella era una reina, La Reina...Su Reina.

-¿Emma?- Advirtió su presencia sin fuerza alguna que otorgar a sus palabras. -¿Dónde...-

-Estás a salvo. Estamos en casa, lo conseguimos...- Respondió apretando su mano para que notara que continuaba a su lado.

-Estoy cansada... Mi cabeza...da vueltas...-

-Te pondrás bien, solo tienes que descansar un poco.- Vio como la morena trataba inútilmente de mover su brazo, de lo incómoda que se encontraba con la via clavada en su piel, la venda y... No podía soportar que la vieran así. Eso la hizo sonreír por un momento.

-¿Qué?- Refunfuñó ocultando su sonrisa. -¿Qué te hace tanta gracia?-

-Nada...- La idea de que los analgésicos hubiesen dejado a la alcaldesa baja de defensas, presentó una buena oportunidad para serle franca sin temer su reacción. -Hice lo que me dijiste.-

-Ya era hora...- Suspiró dejando caer el brazo sobre la cara y tapándose con él la frente. Entonces se dio cuenta. -¿A qué te refieres?-

-Me pediste que hiciera algo.-

-Siempre te pido cosas que nunca haces, Swan...- Murmuró. -Así funciona nuestra relación...-

-Me pediste algo importante.- Se sentó al borde de la cama. -Me pediste que le diera un mensaje a Emma.-

Regina trató de incorporarse al oír eso. ¿De qué estaba hablando?

-Dijiste: "Dile a Emma que la quiero".-

La morena se dedicó a examinar a la sheriff con la mirada sin poder reaccionar. -Perdona, ¿qué?-

-Lo único que no he hecho ha sido pedirle perdón.-

-¿Perdón?- Dudó. -Emma, ¿de qué va esto?-

-No le he pedido perdón porque no le fallaste. No dejaste que se fuera, no soltaste su mano en ningún momento, por mucho que ella tratara de huir y que otras personas malas tiraran de ella.- Afirmó con una brillante sonrisa a juego con sus ojos. -Tenías razón, Emma quería salvarte, pero en realidad ella también necesitaba ser salvada. Tú fuiste la única que se dio cuenta, Regina...-

-Emma, te juro que no lo entiendo...- Frunció el ceño reclinandose con pesadez.

-Bueno, es que no estabas muy lúcida cuando me lo pediste.- Recordó.

-¿Que? Oh...- Bajó la mirada, sosteniendo el peso de su espalda recta en sus manos sobre la cama. Quiso desaparecer. -Lo siento, Emma, no estaba en pleno uso de mis facultades menta-

-Regina Mills, eres la única persona del mundo que conozco, que siempre está en pleno uso de sus facultades mentales.- Rió.

-¿Por qué te ríes?- No la comprendió. -¿Por qué no...-

-Porque yo también te quiero, idiota.-

-¿Qué dices?- Frunció el ceño. -¿Que...qué anestesia me han puesto?-

Emma rió. -Eres un caso perdido...-

-Y tú una rebelde sin causa.- Intentó parecer seria, pero la sonrisa de su compañera se le contagió, y perdió toda su credibilidad. -Entonces...-

-Entonces...¿lo dijiste en serio?- Preguntó la sheriff.

-Si...- Bajó la mirada arrepentida. -Así es...-

-¿Desde cuándo?-

La morena alzó una ceja, restandole importancia. -Unos cuatro o cinco años...-

-¿Qué?- Reaccionó. -¿Y por qué no me lo contaste?-

-Puede que yo te quisiera, pero tú no me querías, Emma. De eso estoy segura...- Admitió. -Sino lo hubiese notado. Tú tenías a tu familia, a Henry, al pirata... ¿Qué pintaba yo ahí?-

-¿Por eso nunca te cayó bien Garfio?-

-No, esa cosa es imbécil. Y seguiría siendo imbécil si no fuese tu novio.-

-Ya...debí de haberte hecho caso hace mucho tiempo...-

-Desde luego nos habríamos ahorrado unos cuantos años de...-

-Idioteces.- Dijeron a la vez.
Ambas sonrieron, se miraron, y supieron que acababan de quedarse conectadas con las miradas. Ya nunca nadie podría romper eso. Y lo supieron porque nunca antes se habían sentido así.

-¿Puedo besarte?- Preguntó Emma.

-Puedes intentarlo.- Se vio silenciada por los labios de la rubia.

En ese momento la puerta se abrió.

-¡Por fin!- Exclamó Henry.








Fin😆

The World Behind The MirrorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora