Capítulo 1.

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Martina

Mientras fregaba los platos me preguntaba cómo había acabado trabajando de camarera hasta que me saliera un trabajo en mi campo (ya tenía la carrera de filología hispánica) cuando yo siempre había querido ser bailarina. A día de hoy me sorprende pensar que me quisiera dedicar al baile. No es algo propio de mí. Siempre fui una niña callada y tímida, todo lo contrario a mi hermana Amaia que siempre fue una niña expresiva y alegre. Al acordarme de ella sonreí y me eché una pequeña bronca por no haberla llamado hoy, como le había prometido. Después de dos años viviendo en Francia con su novio Alec, por fin volvía a casa para quedarse. Tanto ella como Alec sabían que Canarias era un buen sitio para criar a un bebé. Efectivamente, voy a ser tía de una niña. Aun no han decidido el nombre pero quieren que empiece por ''A'' para empezar una tradición. Continué fregando los platos mientras me acordaba de las tonterías que mi hermana decía. El bar cerraba a las diez aunque nunca llegaba a mi casa antes de las 11 y media. Pero aquel día fue diferente. Una pareja había entrado al bar a las diez menos cuarto para cenar y no les pude decir que no. Ahora pienso que ojalá lo hubiera hecho. Cuando terminé de fregar los platos, empecé a recoger las mesas y las sillas. Miré el reloj que estaba justo encima de la puerta de la entrada. Fue entonces cuando oí cómo se abría la puerta. Me di la vuelta y me encontré con un hombre de unos 55 años, no muy alto y que debía pesar más de 100 kilos. Además, parecía que no había pisado la ducha en unos cuantos días. Me miró de arriba a bajo y sentí mucha repulsión.

-Está cerrado.-le respondí intentando mantener la compostura.

Sonrió mientras se acercaba a mí. Retrocedí unos pasos hasta que mi espalda tocó la barra.

-Mejor. Así nadie nos molestará.

Tres mujeres, ¿una solución?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora