Capítulo 7.

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Martina.

Como cada mañana desde hace varios días, me levanté de la cama y fui corriendo al baño a vomitar. Tener ganas de vomitar no era algo usual en mí. A decir verdad, rara vez me ponía mala. Era de esas personas que no conocían a su médico de cabecera ya que nunca iba. Un dolor de cabeza de vez en cuando pero ya. Por eso, si me ponía mala para mí era el fin del mundo. Me sentía inútil y cansada. Después de tres días seguidos levantándome con náuseas ya mi madre estaba bastante preocupada.

-Debes ir, Martina. No puedes esperar ponerte bien tú sola. Seguramente tienes algún virus o cualquier cosa y si no te tomas algo, no te vas a curar en la vida.- me dijo cuando entré en la cocina para desayunar- Esta tarde tu padre te lleva al médico.

-No hace falta, mamá. Ya soy lo bastante mayorcita como para ir al médico sola sin que papá me tenga que llevar. -Puse los ojos en blanco.-Cuando se despierte Amaia, vamos las dos.

-Me quedo más tranquila si os lleva tu padre.

-No voy a estar molestando a papá.- le respondí. Mi padre llegaba cansadísimo del trabajo. No era plan de hacerle salir de casa para ir un momento a Urgencias.- Amaia y yo vamos y así después nos vamos al cine que hay una película que queríamos ver las dos.

Mi madre se quedó mirándome fijamente y sonrió.

-Ay, hija mía. No sabes cuánto me alegro de teneros a las dos en casa de nuevo. - se emocionó.- El domingo deberíamos ir los cuatro a dar un paseo y pasar el día fuera. ¿Cuándo me dijiste que volvías a tu casa?

-La semana que viene como muy tarde. Alec ya viene el martes y Amaia se va con él.-le recordé.- Además, sabes que tengo que volver al trabajo y todo.

-Se te ve muy recuperada, cariño. No han pasado ni dos semanas y ya parece que lo has superado.

-Sinceramente, no puedo vivir toda mi vida lamentándome de algo. Pasó, sí. Pero tampoco hay que hacer tanto drama de ello.- le sonreí.- Por cierto, que no te lo había dicho. Ayer me llamaron y ya lo han detenido. El juicio será dentro de poco.

-Ese delincuente debe estar entre rejas. - dijo mi madre enfadada.

Hasta yo me sorprendía de lo rápido que lo había superado. Normalmente, las chicas se quedan traumatizadas de por vida después de vivir una experiencia así. Pero yo, en cuestión de días, lo había ''superado''. Era algo que me dolería recordar pero no esperaba deprimirme por ello. Debo decir que me preocupaba caer en depresión y no poder seguir adelante con mi vida pero la verdad estoy muy orgullosa de mí misma por cómo he afrontado todo. Los primeros días me costaba mucho dormir, pero a medida que fueron pasando los días y las pesadillas han ido desapareciendo, me notaba más fuerte conmigo misma. Bueno, no lo he hecho yo sola. El apoyo de mi familia y las visitas al psicólogo me han ayudado mucho. Además, con Amaia no tengo tiempo ni de acordarme de aquello. Según dicen, las embarazadas siempre tienen sueño pero eso en mi hermana no lo he visto. Está tan enérgica como siempre.

-Bueno, da igual. Olvidémonos de él ahora. Ya nos preocuparemos cuando llegue el día. - le quité importancia porque no tenía ganas de hablar de ese tema ahora.- ¿Qué le vas a hacer de desayunar a tu hija favorita?

-Eso. La verdad es que tengo bastante hambre. - Amaia entró en el salón con todo su pelo casi negro despeluzado y frotándose los ojos.- ¿Qué me vas a hacer a mí, tu hija favorita, para desayunar?

Miré a mi hermana mientras se peinaba un poco y se recogía su pelo en una coleta. Siempre me ha sorprendido que nos pareciéramos tanto físicamente pero que en lo referente a la personalidad fuésemos tan diferentes. Muchas veces nos habían preguntado si éramos gemelas o mellizas. Ahora yo llevaba el pelo corto y no se notaba tanto el parecido.

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⏰ Última actualización: Feb 08, 2017 ⏰

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