Capítulo 2.

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Elia

No podía dejar de pensar en ello. Llevaba una semana que casi no dormía esperando algo que nunca llegaba. Ni siquiera me había atrevido a contárselo a mis amigas. Todas se percataron de mi extraño comportamiento pero solo Álex se había atrevido a preguntarme ayer:

-¿Qué te pasa, Eli? No me digas que nada porque no me lo creo.- me dijo mientras se atusaba su largo pelo rubio.

-No me pasa nada. Estate tranquila.- le respondí- Solo estoy de bajón, nada importante.- moví la cabeza con un gesto de indiferencia.

-Nos conocemos desde hace 8 años, ¿crees qué no te conozco? Te pasa algo. Lo sé.- me miró de reojo.- Además, no soy la única que lo piensa. Michelle y Abril están de acuerdo conmigo.

-¿Habéis estado hablando de mí? ¿Cuándo, si no nos hemos separado?- le dije con confusión. Intenté recordar todo lo que había pasado durante esa semana y no recuerdo haberme separado de ellas ni un segundo.

-El martes. Cuando, de repente, -levantó los brazos de manera exagerada- te pusiste mala de aquel virus de estómago. ¿Nos ocultas algo Elia?

-Que no, pesada. ¿No puedo tener unos días malos?- fingí tener un desmayo.

-Poder, puedes. Pero que tú estés triste es igual de raro que ver un cerdo volando. No sé si captas la ironía.

-Por dios.- dejé caer la cabeza encima del pupitre.- ¿Podemos dejarlo ya, por favor? - le puse los ojitos del gato de Shrek.

-Bah, paso de ti ya.

-¡POR FIN!-grité.

-Elia, Álex. Al pasillo ya.

-Profe, solo fue un segundo.

-Llevo un rato escuchándolas cotillear y ya me he cansado. Al pasillo ya. - Álex y yo nos levantamos y fuimos hacia la puerta.- Una cosa más: si se van a tomar esta clase a cachondeo, no vuelvan más. No perdamos el tiempo.

-¡JÁ! Más quisiera usted perderme de vista.- dijo Alex a la vez que cerraba de un portazo.

Ya en el pasillo, Álex olvidó el tema del que estábamos hablando y me contó lo bien que se lo había pasado el día anterior con su novio Axel.

En ese momento, me arrepentía de no habérselo contado. Álex seguro que habría encontrado alguna solución o mejor dicho, me habría obligado a hacerme el test de embarazo.

Tres mujeres, ¿una solución?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora