IV

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Los papeles ya habían formado una segunda columna en su escritorio. Este, abarrotado por formularios, carpetas y apuntes, no tenía más espacio para una cosa más.

–Dios – suspiró John, cansado.

Se puso de pie y estiro un poco su espalda.

Habían trascurrido más de ocho horas desde el último acontecimiento en Barcelona y él y su equipo ya estaban al tanto de todo, tanto como todos los Barceloneses que seguían el caso de cerca mediante los medios tradicionales y las redes sociales.

Cinco asesinatos en las últimas dos semanas. 

El primero se había ejecutado en un centro comercial del centro de la ciudad, donde fue ultimado un hombre de un disparo en la cabeza. Se dice que la persona en cuestión recibió el impacto desde un tercer piso en el mismo centro comercial. Cinco días después, en la universidad Pompeu Fabra, una mujer fue impactada por un solo disparo en su garganta. El tercero y cuarto seguían el mismo patrón. Personas asesinadas con solo un disparo en punto vital de su cuerpo.

Pero el quinto caso fue diferente. Disparos indiscriminados hacia todos los ocupantes de una cafetería. Este cobró la vida de tres personas. Karla Guerrero, una adolescente de 13 años, Evaristo Amoros, hombre adulto de 35 años y Aurora Castilla García, mujer mayor de 85. Además de ellos se encontraban cinco heridos de gravedad que aún estaban luchando por sus vidas.

John había tomado el asunto y esperaba tener buenos resultados y no romper su racha de 12 casos resueltos. Era una de las razones por las cuales Inteligencia confiaba tanto en él. Era el indicado para lidiar con casos como este. Su carácter e inteligencia lo habían definido como uno de los mejores investigadores de la unidad. Sabía que todos responsables de estos asesinatos eran personas experimentadas que no estaban jugando. Ellos sabían muy bien lo que hacían como no dejar pistas y como burlar a la justicia. Todas las escenas del crimen estaban limpias, como si hubiesen sido calculadas a la perfección, cada milímetro, sin dejar ningún cabo suelto. También sabia que podría estar lidiando con asesino en serie y que estos, son tan meticulosos como una serpiente cazando a su presa y que casi siempre van adelante de la justicia.

–Todos son jóvenes a excepción del último caso. – Murmuró, mientras se sentaba de nuevo.

El primer caso cobró la vida de un joven de 20 años, el segundo de una de 18, el tercero una joven de 24, el cuarto un adolescente de 17. El último caso cobró la vida de una chica de 13.

–¿Pandillas?

No. Las víctimas no se conocían en absoluto. Ninguna de ellas pertenecía a ningún grupo delincuencial ni estaba ligada con un suceso al margen de la ley. Todos gozaban de una lista inexistente de antecedentes penales.

–¿Un enemigo en común?

Tampoco. Las entrevistas realizadas hacían parecer cada caso como independiente. De hecho, ninguno de los agraviados tenía relación con las otros. Cada víctima tenía su vida cotidiana con sus cosas cotidianas. Personas comunes y de bien que solo se limitaban a atender sus asuntos y a sobrevivir como cualquier humano.

–¿El asesino los escoge al asar?

Puede parecer que sí. Pero la mayoría sigue un patrón en común. Su edad. ¿Por qué?

–¿Y si los casos son diferentes?

Todos los asesinatos se ejecutaron a las 10:00 PM en punto. Todos con el mismo tipo de calibre de la bala. Todos sin dejar ninguna huella.

–¿Por qué todos a la misma hora y con tanta exactitud?

Miró las fotos de nuevo. Ya estaba acostumbrado a ver sangre. Pero no pudo evitar compadecerse un poco con las víctimas. Se preguntó quienes eran los responsables y el porqué de sus acciones. No tenía sentido. Aparentemente no tenía sentido.  

Eclipse de tiempo ® [ En proceso ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora