Como cada día, la peliroja hace deporte

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Iba caminando tranquilamente por la calle, observando los árboles. Llevaba la tarjeta del autobús ya preparada en la mano, y el la otra un libro, Los Juegos del Hambre ponía en la portada. Me lo había regalado mi hermana, y decidí llevarlo al autobús para ver si de alguna forma podía conectar con la Gafas Rosas.

Como cada día, subí al autobús, pasé por el pasillo rodeado de asientos y me senté en el mismo sitio de siempre. Ojos Verdes iba con un libro cerrado sobre sus tejanos azules, llevaba una coleta alta  y algunos mechones le caían por la mejilla, cuanto hubiera dado por ser ese mechón y acariciar su dulce piel. Se la veía preocupada, no me había sonreído y no habia abierto el libro. Solo miraba por la ventana. Decidí que aquel día no comenzaría a leer la maravillosa historia de Katniss Everdeen.

En la siguiente parada, la Pequitas llevaba el bolso de deporte, un chándal que ponía Patinadoras de Eva y un moño despeinado.
-¡Beth!-Gritó exhausta mientras me golpeaba con su bolso.-Perdone-Me dijo mirándome durante milésimas de segundo. ¿Perdone? Tenía diecisiete años, aun ela un jovenzuelo.
-Buenas tardes Jessica-Contestó indiferente la Gafas Rosas-¿Cómo estás?
-Pues no tan mal como tu, por lo que veo.-Contestó inteligentemente la Peliroja mientras se sentaba a su lado.
Dejé de escuchar, no me interesaban las penúrias de mi amada Braquets Verdes.

Cuando me tocaba bajar, la Patinadora me dió una leve patada en la pantorrilla derecha. La miré con furia, esa chica me desesperaba. Me miró con sus ojos miel, provocando una sensación de ahogo en todo mi cuerpo, mi corazón ina a un ritmo frenético. Solo podía oír mi voz diciendo Eres estúpido. La Pecosa sonrió, enseñando su blanca y perfeca dentadura.
-Me llamo Jessica-Dijo susurrando, tan bajito que casi no la oía. Iba a acercarme cuanto levantó la mano, interrumpiendo mi movimiento.-Para hombre, Annabeth está concentrada en sus pensamientos mirando por la ventana, no quiero que oler tu perfume la vuelva loca de remate.-No compredía nada, iba a preguntarle a que se refería, cuando vi que mi abuela me llamaba.
[Esteve, hace tres minutos que debiste llegar a casa, ¿Te ha pasado algo?] Miré los edificios por la ventana, estaba a quince minutos de mi destino, me había saltado mi parada.
[Abuela, en veinte minutos llego.] Colgué el telefono rápido y miré a Jessica.
-Adiós.... Esteve-Dijo en un tono sarcástico.
-Hasta luego Jess.-Le respondí sonriendo, mientras me marchaba del autobús.
Corrí.
Corrí.
Pero no llegue a mi destino a tiempo.

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⏰ Última actualización: Jan 28, 2017 ⏰

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La rubia de ojos verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora