Rizos Maruchan

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Escuché toques en mi puerta, muy delicados, sabía quien era.

—Solecito, hora de levantarse —mi madre con su dulce voz detrás de la puerta. Sí señores, envídienme que me despierten así.

—Ya vooooy — mi voz sonó pastosa. Mi almohada estaba llena de saliva y...
Ahggg, mi aliento huele horrible.

Quité las sabanas de mi cuerpo y tiré a alguna parte al peluche de  Mike Wasouski. El amor de mi vida estaba acostada a un lado de mi, sobre las sabanas.

—¡Noña, date prisa, se hará tarde! — ese fue la voz de mi hermano, Max.

—¡QUE YA VOY, COÑO! —sí, yo me despertaba de mal humor así durmiera 12 horas seguidas.

—Hola mi amorcito bello, ¿cómo amaneció la nena más linda de mamá, como? — Sí, seguía con la esperanza de que algún día Sophi me contestara, pero con un ladrido es más que suficiente.

Sophi brico a mi cara y comenzó a lamerla,feliz.

—Yo también te amo, amor —le di mi primer sonrisa de la mañana.

Caminé hacía el baño, con sólo verme al espejo vi mi cabello, el odioso cabello que me heredó mi madre, el cabello más rizado y revuelto de la historia, parecía que me hubiesen tirado dos ollas de sopa Maruchan encima.
No le di importancia a peinarlo y comencé a asearme.

Vi mis orejas de conejo rosadas sobre el tocador y me las pusé. ¿Qué? Combinaban con mi top rosa, encima llevo una chaqueta negra y unos pantalones de chandal.

Abrí la puerta y salí corriendo con Sophi detrás de mi. Me subí a la agarradera de la escalera y comencé a deslizarme por ella, fácil y rápido, lamentablemente no vi que Max estaba al final de la escalera y caí sobre él.

—¡Joder, Caro, mi espalda! — se quejó Max, yo, sin embargo comencé a reír, yo no había sufrido daño alguno, caí sobre un montón de músculos.

—¡Caroline, no es gracioso, tu hermano! — Mamá me quitó de encima de Max y lo ayudó a levantarse. — Oh mi pobre terrón de azúcar ¿estás bien mi bebé? ¿la tonta de tu hermana te hizo daño? —

Está claro quien es el consentido de mamá, Max es su adoración, según ella él heredó todo lo bonito de ella, esos grandes ojos verdes, bonito cabello dorado sin esos rizos molestos que ella tanto odia y sus grandes pestañas. Y claro, la gran simpatía que caracteriza madre e hijo.

Rodé los ojos ante la escena de caramelo que tenía frente a mi y me levante del suelo.
Afortunadamente yo soy la consentida de papá y eso me daba mucha ventaja,  al igual que mi mamá, papá me amaba por tener los rasgos que el ama, los rizos de mamá de los que él se enamoró, su cabello castaño que según el "lo hacía que las chicas lo amaran", sus grandes ojos azules zafiro y al igual que toda la familia grandes pestañas, lo único que me distinguía de toda mi familia es mi piel un poco bronceada, por algo soy la oveja negra.

—Buenos días, princesa — papá revolvió mis rizos.

—Buenos días, papi —sonreí dulcemente.

—¿Qué ha pasado aquí? Escuché gritos y groserías desde mi despacho —papá miró a mamá con interrogación y un toque de dulzura en su mirada. 

Ay, amor entre esos dos................. iug.

—¿Qué más? La salvaje de tu "princesa"  cayó encima de mi bebé, lastimando su cuerpecito —dijo mamá mientras sobaba la espalda de Max.

—Pues lo único que escuché fueron groserías de tu "bebé", estoy seguro que mi princesa sólo jugaba —papá acarició mi cabello.

—De princesa no tiene nada —replicó mamá con una mueca

Y así podían pasarse todo el día defendiendo  a su hijo preferido.

—Es mejor que nos vayamos ya, si nos quedamos llegaremos tarde a la escuela —dijo Max escapando de los brazos de mamá.

-Nah, la verdad a mi me vale mie...- Max jaló mi brazo y subimos al coche.

Durante el camino fuimos cantando, es una ventaja que tengamos los mismos gustos.

Hoy es el primer día, yo comenzaba segundo grado de bachiller y Max el último.

Ya es tarde, por lo tanto no había muchos alumnos afuera.

—Nos vemos en la salida, si no mueves en culo rápido, te dejaré —Sí, así de lindo se despedía mi hermano.

—¡Si tu no mueves tu culo rápido fuera de mi vista, te lo patearé y dejaré que todos lo vean!- Sí, así de linda soy yo.
Max apresuro el paso, sabe que hablo en serio.

Iba comenzar a caminar a la entrada cuando recuerdo que dejé mochila en el carro, y Max tiene las llaves.

Trate de abrir las puertas pero es obvio que están cerradas, y si me pongo a buscar a Max tardaré una eternidad. Miré por el vidrio de la ventana, estaba justo allí, en el asiento delantero, mierda, se me tenía que ocurrir algo.

¿Ir por las llaves y buscar a Max por toda la escuela? Nah, demasiado ejercicio.
¿Tratar de abrir la puerta? Imposible.
¿Quebrar el vidrio del carro favorito de Max? Sonaba razonable.
¿No entrar a clases? Sonaba fantástico.

Me quedó con la idea...

**********
Llegué tarde a clases, filosofía, esa palabra sólo signficaba una cosa ABURRIDO.

Odio este colegio, un instituto para niños ricos, yo soy una pero no me gustaba demasiado.

—Señorita...—el profesor calvo me incito a decir mi nombre.

—Mountoson —sí, aquí sólo dices tu apellido y si es prestigioso te tratan como la reina de España, aquí decir el apellido es la clave.

—Un gusto tener una Mountoson en mi clase, pero lamento decirle que llega tarde —

—Oh, no me diga, no me había dado cuenta, disculpe, digo, que todos estén adentro no es señal de que ya entraron — hoy no estaba de humor, y mi sarcasmo lo demostraba. Tal vez me sentiría mal más tarde por mi grosería pero ahora no. Calvitas sólo asintió con una mueca de desagrado. 

Primer profesor que me odia. 

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—Por favor, tome asiento, aun lado del joven Carrison —señaló el profesor con voz irritada.

¿Carrison? De seguro es nuevo, no recuerdo ningún Carrison en primer año.

Caminé y lo vi... ¡Santa petra del socorro sagrado!

One Girl, 1000 problemsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora