"Green Eyes."

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Era una fría mañana de pleno invierno. Corría por la estación de trenes mientras la gruesa bufanda azul marino y la gabardina melange dificultaban un poco mi carrera. Debía tomarme el tren de las 7:15 a.m., y siendo las 7:17, según marcaba el gran reloj digital de la estación, necesitaba conseguir ya algún vagón aún con la capacidad para un pasajero más, aprovechando la oportunidad de que del demorado tren que aún no se había marchado de allí. Cansado de mi agitación y del abrumante aliento blanco que desprendía mi boca a causa del clima, me metí al próximo furgón que había llegado, en donde un instante después se cerró completamente tras mi entrada. Para mi suerte pude ingresar sin dificultad, había más personas además de mí, pero podía moverme. Reposé mi espalda en una esquina y mientras mi respiración volvía a la normalidad, cerré por unos momentos mis ojos. Suspiré. Al volver a ver, curioseé al resto de los viajeros. Iban de todas las edades, en su mayoría entre unos 30 años quizá, algunos dormidos y/o con sus rostros agotados, con el cuerpo cubierto de telas gruesas para calmar un poco la helada ajena. Mi mirada viajó en cada uno de ellos desinteresadamente, y antes de volverla a bajar para continuar así el resto del recorrido, visualicé un pálido rostro entre todos. Tenía unos labios gruesos y algo secos por el frío, una nariz mediana, su cabello chocolate se enrulaba con gracia sobre su cabeza, cayendo un poco en su frente. Él estaba al otro lado de mí y aunque no pudiera tocarlo, juraba que su blanca piel era tan suave a como se veía.

Su vista estaba perdida en el suelo, lo cual me intimidaba menos el admirarlo. Estaba acurrucado en sus abrigadas prendas y parecía indefenso al ocultar su cuello y mentón en su gran bufanda. Era adorable.

Obviamente no me vi venir el hecho de que quizás el muchacho se estaba sintiendo observado y haya levantado su vista directamente hacia mí, como si lo hubiera planeado con anticipación. Mis frías mejillas se calentaron mientras dirigía mi avergonzada mirada al suelo. Eso había sido un poco incómodo. Pero aún así había podido llegar a observar por un instante sus hermosos pares y brillantes verdes. Nunca había visto algo semejante. Era precioso, como una incomparable obra de arte. Me torturé con ello un rato hasta que tomé la valentía suficiente para encararlo de nuevo, y fue sorprendente notar cómo él continuaba con su mirada clavada en mí. Me dejé llevar por la hermosura ante mis ojos y no evité mirarlo en todo el viaje, así como él tampoco hizo.

Sucedió que en una de las paradas, él tomó su bolso del suelo cortando la conexión de miradas y a penas el vagón se abrió él salió de allí, dejando un viento helado entrando en su ausencia.

Me sentí extrañamente triste por la partida del desconocido. No lo conocía, ni tan siquiera su nombre sabía, pero me había dejado algo aún más fuerte.

En mi vida había visto cientos de chicos lindos, pero eran sólo eso para mí. En cambio él, simplemente con su mirada me había impactado, me había mostrado la paz y el misterio en su brillo, y me había provocado lo inexplicable en su color. Jamás había sentido nada así en mi vida, y menos por un simple par de ojos, que ya habían dejado de ser sólo un simple par.

 ~

Con el transcurso de los días y semanas, él y su mirada se habían convertido en mis sueños, en mis sonrisas, en mis suspiros y pensamientos. A veces me sentía patético por actuar así por unos ojos, pero por más loco que suene, era mi realidad; una que debía superar pronto. Sabía que no iba a volverlo a ver, y era ilógico seguir anhelando encontrarlo de nuevo. Pero se hacía cada vez más difícil cuando me despertaba con su recuerdo.

Una tarde de unas semanas después, me encontraba transitando una de las calles del centro de Londres, que estaba extrañamente repleta de personas, a pesar del frío. Estaba prácticamente nadando entre la gente para poder pasar, entre abrigos grises, negros y marrones. Mi cuerpo se encontraba entre la multitud, pero mi mente seguía pegada a los pares verdes, tanto que me sorprendí cuando alguien me empujó un tanto brusco para poder pasar. Me giré para recriminarle el acto, pero al instante me arrepentí porque no valía la pena gastarme, así que volteé para seguir con mi camino. Un momento. Reaccioné y me giré completamente. Él se encontraba parado un par de metros observándome fijamente, con el mismo abrigo que usó ese día en el tren, pero esta vez sus rulos en su mayoría escondidos por un gorro de lana azul francia. Sus ojos se encontraban iguales que aquel día.
Inesperadamente volteó y aunque quise seguirle, se perdió rápidamente entre el mar humano. Me quedé inmóvil unos momentos, sin importarme la gente que me empujaba y me insultaba para que avanzara.

° green eyes {Larry Stylinson} one shot.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora