La despedida de un esclavo

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Mi fin se acerca. Lo sé bien ahora. Las cosas que mi amo me dice… es demasiado duro a veces. Mencionó algo antes… Sonó como si… como si me fuera a reemplazar. Como que si, dentro de poco, va a realizar una operación en mí. Y estoy preocupado.

Probablemente te he confundido; déjame explicarte. Hago quehaceres para mi amo casi todos los días. Las ocasiones en las que no me solicita, tengo otras cosas que hacer o me pone a dormir. La manera en la que hace esto nunca ha sido normal: aunque quiera despertarme, no puedo hacerlo.

Al día siguiente, quiere que me levante y la rutina se repite. Me hace inspeccionar una biblioteca inmensa; encontrar información para él. He perdido tanta destreza para este punto, a mi edad.

¡Mi biblioteca es fantástica! En mi tiempo libre, reviso todas las cosas nuevas que han llegado ese día. Libros, retratos, discos, prácticamente todo lo que te puedas imaginar. Cuando los busco, me hace mostrárselos. Es simplemente increíble. Hay muchas cosas que soy capaz de hacer.

Comúnmente, me pide que busque escritos para él, y, por supuesto, obedezco. A veces juega videojuegos conmigo; algunos son fáciles, pero en otros se me hace difícil hasta que cambia las reglas para facilitarlo. Le gusta que le cuente historias de terror, y se las describo lo mejor que puedo. A veces me pide que actúe escenas, como obras; puede complicarse si debo hacerlo ver realista, pero no siempre es muy retador. A veces también me pide que le pinte dibujos que le agradan, lo cual puede tardar dependiendo de lo que quiera.

A mi edad, sin embargo, he llegado a notar que no es tan fácil llevarle el ritmo a sus órdenes, y se me vuelven problemáticas algunas de las cosas nuevas. Ahora, los juegos son más confusos, las obras más extenuantes y me pierdo al tratar de buscar algunas cosas en la biblioteca. Me pongo a ver a los demás esclavos, dominados por otros amos, y los envidio. Son tan jóvenes y tienen tanta vitalidad. Pueden lidiar con hacer varias cosas a un mismo tiempo y se lo presumen a sus amos.

Sé que mi amo está consciente de esto también. Sé que no quiere a alguien como yo. Se enoja más conmigo con cada día, y sé que está almacenando los recursos para adquirir un nuevo esclavo.

Me doy cuenta de que me reemplazará pronto. Me ha hecho utilizar la documentación en la biblioteca para evaluar a los demás esclavos disponibles. Cree que no tengo sentimientos, pero se equivoca, y su descaro me hiere.

El día de hoy volvió con otro esclavo. Me hizo escribir todos mis conocimientos para dárselos a este esclavo. Ahora, escucho su última orden: reproducir, por última vez, la tonada que siempre toco antes de irme a dormir. Y en tanto finalizo con la melodía, y estoy por dormirme, le muestro mi último mensaje: «Windows se está cerrando».

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