Wolfram trata de controlar sus celos por cualquiera que se le acerque a su prometido, incluyendo a las mujeres y Sahara, Pero desgraciadamente no todo sale como uno quiere. Asi que una noche Wolfram busca a Yuuri y cuando lo encuentra ve en sus p...
Después de la disputa con Wólfram, yo me quede con la Princesa Henrietta, para calmarle el miedo que sentía al ver los celos de mi prometido.
—Le pido mis más sinceras disculpas, Princesa Henrietta, el daño que pudo ocasionar Wólfram—me incline ante ella, me sentía tan avergonzado, sobre la discusión entre él y yo; y no sólo eso, si que también la pelea con Wólfram y Henrietta, parecía gatos en celos. Mi cuerpo temblaba, tenía miedo a que la princesa no me perdonara, hubo un leve silencio, ella no me dijo nada en cambio yo, seguía hablando:
—Ya veo, que sigue molesta, esta bien no la culpo—me volteé para no insistir nuevamente, y luego maldecía a mi prometido en mi mente.
"Maldito seas Wólfram, definitivamente jamás te voy a perdonar, ahora por tu culpa, nunca podre encontrar una chica ideal para mí; siempre lo arruinas con tus estúpidos celos, Te desprecio".
Tenía ganas de llorar, por la humillación que me hizo sentir en estos momentos, así que para no sentirme más de caído. Decidí retirarme como era debido.
—Lo siento Princesa Henrietta.
De pronto ella me tomo de la mano y dijo:
— Eh..
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—No tiene por qué resentirse por esto, ya todo paso —me miró con esos ojos cálidos y seductores, eso me hizo enamorar perdidamente de ella.
—Pero — Volví insistir.
—Era obvio de esperarse de tu prometido, de que se pusiera celoso.
—Pero, a Wólfram yo no lo amo, y mucho menos tengo interés en él, la única persona que tengo interés eres.... Eres... —me puse súper nervioso,
—Por cierto, es verdad ¿Qué quiere anular el compromiso con Wólfram Bielefeld? —cuestiono la muchacha.
—Si, completamente, así el...—me intrigo un poco en lo que estaba a punto de decir, sin importar el error que podía cometer— tendría la persona que le correspondiera sus sentimientos.
—Ya veo— se puso nerviosa y aliviada. —
Y dime su majestad, y usted ¿No piensa casarse algún día? —volvió a cuestionar Henrietta.
— Si pienso, y a quien yo quiero conocer a mi futura prometida eres tú Princesa Henrietta.
—Yo, su majestad—dijo sorprendida la chica.
—Si quiero, quiero que seas mi prometida para mí, pero primero romperé el compromiso con Wólfram...
En ese momento una voz, angelical se escucho ante mis espaldas con una niña rubia de ojos azules y mi pequeña niña Greta.
