capitulo 3

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Maite

         Caminé indignada por mi habitación, tirando cojines y libros por todo el cuarto.  Chillaba y maldecía a Felipe mientras destrozaba las pocas cosas que poseía ese lugar. 

“¡Maldito…. Hijo de…. Puta… inútil… Imbécil… bueno para nada!” vociferaba una y otra vez.  Cuando finalmente me pude calmar me senté en mi cama y llore desconsoladamente hasta caer dormida.  Al día siguiente, con las lágrimas ya secas, intenté recordar lo que había sucedido.  Esa tarde había sido mágica.  La forma en la que me había besado, tocado, acariciado.  Nunca antes había sentido tanta pasión en un beso.  Había sido perfecto hasta que llegamos a su casa.  Luego de ducharme bajé a ayudar a preparar la cena.  Fue entonces cuando apareció una joven como de mi edad, alta, con un cabello largo y rubio y unos ojos azules penetrantes.  La saludé algo confundida sin saber quien era.  La miré sonriendo hasta que entró la mamá de Felipe y nos presentó.

“Maite esta es Andrea la novia de Felipe”

Se me borró la sonrisa del rostro.

“¿Novia?” pregunté enseguida arrepintiéndome.

“Bueno, están pololeando pero llevan ocho años juntos así que están de alguna manera comprometidos.  Ya acordaron matrimonio” dijo su madre sonriendo.

Fingí una sonrisa a aquella chica que decía ser la prometida de Felipe.  No lo quise creer, pero cuando llego él y ella se le abalanzó encima plantándole un beso en los labios, esos labios que apenas unas horas antes me estaban besando a mí, entendí el engaño.  Por suerte partimos al día siguiente y solo tuve que aguantar dos horas de aquella desagradable arpía toqueteando y besando a Felipe en frente mío.  Decidí olvidar todo lo ocurrido ese fin de semana, excepto la oferta de la madre de Felipe que prometía una educación para mí.  Y en eso deposité todas mis fuerzas y continué haciendo mi trabajo mientras contaba los días para cumplir los dieciocho tan ansiados.  Mis clientes se duplicaron ya que procuré vengarme con cada uno de ellos de Felipe poniendo todas mis ganas en hacer mi mejor trabajo con cada uno de ellos.

         Fue cuatro semanas después que Felipe hizo su segunda entrada al burdel.  Eran cerca de las dos de la mañana y yo estaba empezando con un cliente.  Era un hombre de unos cincuenta años, alto, canoso y algo relleno.  Tenía una barba tupida y una gran nariz.  El hombre estaba encima mío desvistiéndose cuando de pronto sentí la puerta del cuarto abrirse.  Alguien apartó al hombre de un golpe y lo sacó a empujones de la habitación.  Me puse de pie rápidamente mientras veía que Felipe cerraba el cuarto con llave. 

“Qué haces aquí” le grité exasperada. 

Se giró, y solo entonces me di cuenta de la rabia en su rostro.  Se acercó a mí a grandes trancos y me empujó contra la pared fuertemente.  Sentí una punzada de dolor en la parte de atrás de mi cabeza

“Yo te ofrezco una salida de esto y lo primero que haces es volver y acostarte con medio Santiago” me vociferó.

Lo intenté apartar pero me presionó más aún contra la muralla

“Pensé que eras diferente, que no querías volver así, pero por lo visto eres nada mas que esto… Una puta”

Lo empujé con todas mis fuerzas y esta vez logré apartarlo. 

“Yo pensé que tú eras diferente.  Cuando llegaste ofreciéndome ayuda, después la tarde en la playa, ¿pero todo eso fue para enterarme en un final que estabas comprometido con una arpía? ¿Con una Barbie plástica?  Fue un error.”

“El error fue pensar que podía cambiar a una puta barata”

Eso me ofendió.  Suspiré hondo y lo golpeé en la cara con la palma.  La cachetada sonó y quedó retumbando en el silencio que le siguió.  Me preparé para la segunda pero el se adelantó y tomó mi mano y previendo que lo intentaría con la otra también la tomó.  Me volvió a presionar contra la muralla y clavó su mirada en la mía.  Toda mi ira se esfumó.  Recordé la tarde en la playa que habíamos compartido y deseé tener sus manos sobre mí nuevamente.  Antes de apartarme por el bien de ambos él me besó la boca con fuerza.  Aflojó la mano y me tomó por la cintura mientras jadeaba en busca de aire.  Para mi sorpresa lo besé de vuelta con la misma pasión.  Tomé su rostro entre mis manos y lo apreté contra el mío.  Me deslizó hasta la cama y me recostó suavemente entre las sábanas mientras se acostaba encima de mí.  Me mordió el labio inferior despacio mientras recorría mi cuerpo con sus manos.  Lo di vuelta posicionándolo de espaldas contra la cama y lo desvestí mientras él soltaba mi labio y continuaba besándome. 

         Fue la primera vez que me acosté con alguien que realmente quisiera e incluso, me atrevo a decir, amara.  Fue una noche perfecta pero se vio arruinada, nuevamente, por la mañana. Ese hombre tenía la especialidad de arruinar los momentos más perfectos con un simple acto.  Al despertarme me encontré con que Felipe ya no estaba ahí, en su lugar había un sobre lleno de dinero.  La noche había sido, en un final, tan solo otra jornada más de trabajo.

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⏰ Last updated: Mar 04, 2012 ⏰

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