Alianzas peligrosas

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Mañana del 11 de Julio 1729. Londres, Inglaterra.

El sol estaba empezando a salir. Henry caminaba de un lado para otro, estaba muy nervioso y no había dormido en toda la noche. Sintió unos pasos y se sobresaltó.

-Ya estoy aquí, ¿qué ocurre Henry?-  se acercó Victoria preocupada- ¿Tienes idea de la hora que es?

-Si, ya sé que es tarde, o más bien temprano, ya no lo sé la verdad, no dormí en toda la noche- contesto Henry un poco agitado.

-¿Vas a explicarme qué pasa?

-Creo que cometí un error.

-¿De qué hablas Henry? Amigo ya estás preocupándome.

-Anoche ayudé a una chica pirata que estaba a punto de ser violada, pero la dejé a cargo del subteniente Will y no sé qué le pudo haber pasado- dijo llevando su mano a la cabeza preocupado.

- ¡Ay Henry! Pero ¿Qué podría hacerle Will? Él es un buen hombre.

-Tú no viste como la miraba, hasta yo sentí asco. Pero eso no es todo, hoy van a colgarla ¡y sólo tiene 15! ¡Es una locura!

-¿Y por qué esta preocupación repentina por una joven que ni siquiera conoces, y que además es pirata?

- Es solo que me parece injusto, ella no eligió llevar esa vida, se la impusieron. Y ahora debe pagar ella las consecuencias.

-¿Y en qué necesitas que te ayude? 

-Voy a sacarla de la prisión.- contestó decidido.

-¡Estás loco! ¿Y cómo planeas hacer eso?

-Para eso necesito tu ayuda.

Dieron las 7 de la mañana y el sol ya estaba alumbrando por todo el puerto. Ambos se dirigieron a unas ventanas de las celdas para poder observar. Una vez allí, lo vieron a Will sentado sin su chaqueta casi dormitando, mientras Elisabeth estaba sentada con sus rodilla en el pecho en un rincón de la celda mirando un punto fijo.

-¿Qué crees que le haya hecho?- preguntó inocente Victoria.

-Ya veremos- contestó Henry sin sacar la mirada de furia de sobre Will- Bien, es tu momento de actuar- dijo por fin Henry.

Victoria se fue, y en un par de minutos se escuchaban sus gritos. 

-¡Ayuda! Ayuda!- gritó Victoria tan fuerte que hasta algunos vecinos se despertaron. Todos estaban durmiendo hasta tarde por la agitada noche que habían vivido.

Will se despertó sobresaltado y vio la cara de confusión de Elisabeth. Inmediatamente se levantó y fue a ver que ocurría, esa era la señal de Henry.

Henry sacó la reja de la ventana haciendo palanca con la ayuda de una pala que encontró allí cerca, e ingresó a las celdas. El resto de los piratas estaban concentrados escuchando los gritos de Victoria que no se percataron que Henry había ingresado por una de las últimas celdas. Cuando llegó a la celda de Elisabeth se acercó con unas herramientas para abrir la cerradura.

-¿Qué estás haciendo aquí?- preguntó asombrada ella.

-Vine a buscarte- susurro Henry. Una vez que pudo abrir le indicó con la mano que saliera, ella obedeció y salió rápidamente.

- ¿No te vas a meter en problemas por esto?

-No sino se enteran. Ahora vamos apresúrate, tenemos que sacarte de aquí. 

Cuando salieron se escondieron detrás de unos barriles de la licorería y pudieron ver a Victoria en su mejor actuación.

-¡Eran piratas! Eran unos 10 o 15, ¡y todos armados! ¿¡Cómo pueden andar paseándose por la ciudad sin ningún temor!?- dijo sollozando. A Henry le asombró lo talentosa que era su amiga actuando. Cuando pudo llamar su atención le hizo una seña para decirle que ya estaban a salvo- Creo que se fueron por ese lado- dijo Victoria señalando hacia donde estaban las celdas.

Cronicas de PiratasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora